Con la llegada del verano, son muchos los que guardan la toalla que utilizan en el gimnasio y sacan del armario la de la playa. Llegan las vacaciones y solo piensan en que necesitan descansar. Lo que no saben es que una actitud tan sedentaria durante algunos dÃas puede influir en el cuerpo a largo plazo.
Dos estudios recientes han llegado a la siguiente conclusión: no hacer ningún ejercicio durante algunas semanas puede repercutir en el metabolismo y, por lo tanto, influir en el correcto funcionamiento de todas sus funciones y en la salud. Por otra parte, los efectos adversos pueden seguir persistiendo aunque la persona aumente su actividad fÃsica y haga ejercicio regularmente de nuevo.
De hecho, esto ya se habÃa observado en investigaciones anteriores, especÃficamente en un estudio realizado hace algunos años con participantes jóvenes, siendo la mayorÃa de ellos estudiantes universitarios. En esa investigación, los chicos debÃan permanecer en una silla o en la cama durante varios dÃas. Las consecuencias no se hicieron esperar: todos desarrollaron un nivel demasiado alto de azúcar en su sangre y resistencia a la insulina.
Sin embargo, cuando los jóvenes restablecieron su actividad habitual, se estabilizaron sus metabolismos en uno o dos dÃas y descendieron los niveles de azúcar e insulina.
Estudio con hombres y mujeres adultos
Debido a que en la población no solo hay estudiantes universitarios, en las nuevas investigaciones han participado personas menos jóvenes para comprobar si las consecuencias que sus cuerpos experimentarÃan al dejar de hacer ejercicio serÃan las mismas que las de los estudiantes. De esta forma se ha conseguido información sobre distintos grupos de la población.
En uno de los estudios, publicado este verano en el periódico Diabetologia y realizado por la Universidad de Liverpool junto con otras instituciones, los investigadores pidieron a un grupo de mujeres y hombres adultos que redujeran el ritmo de su actividad diaria y descansaran más. Estos voluntarios eran personas activas antes de empezar el estudio, incluso daban largos paseos cada dÃa. Tras realizarles unas pruebas se comprobó que no tenÃan diabetes (a pesar de que algunos familiares sà sufrÃan la enfermedad), y que sus metabolismos funcionaban a la perfección.
Durante la investigación, que duró dos semanas, los voluntarios siguieron esta rutina: acortaron sus paseos (de 10.000 pasos a 2.000) y permanecÃan sentados unas 3 horas y media diarias.
Transcurridas las dos semanas, el equipo de investigadores procedió a comprobar el estado del metabolismo de los participantes. A continuación, pidieron a los hombres y mujeres que volvieran a sus antiguos hábitos y retomaran la actividad fÃsica durante dos semanas más. Al finalizar este nuevo perÃodo de tiempo, volvieron a hacerles las pruebas para controlar su metabolismo.
Los resultados no fueron positivos. Según explicaron los investigadores, durante el tiempo en el que los voluntarios redujeron su actividad desarrollaron un “trastorno metabólico”. Detectaron cierta resistencia a la insulina y que en su sangre habÃan aumentado los niveles de azúcar. Por otra parte, su colesterol se habÃa incrementado, del mismo modo que la grasa en su abdomen, y la masa muscular de sus piernas se habÃa reducido.
Todos los trastornos terminaron desapareciendo cuando los voluntarios retomaron sus actividades habituales.
Sin embargo, se produjo un fenómeno curioso: algunos de los participantes no volvieron a practicar ejercicio con tantas ganas como antes, sin que quedara clara la razón de ello. Por este motivo siguieron mostrando una leve resistencia a la insulina a pesar de haber vuelto a su estilo de vida activo.
Estudio con personas de más de 65 años
El segundo estudio se publicó en el periódico The Journals of Gerontology durante el mes de julio. En esta ocasión, los resultados fueron aún más preocupantes.
Los participantes eran personas de más de 65 años con el nivel de azúcar alto, por lo que era más probable que desarrollaran diabetes. Aparte de esto, tenÃan buena salud y un estilo de vida bastante activo, realizando paseos de 7.000 a 8.000 pasos diariamente. Durante las dos semanas que duró la investigación, los voluntarios dejaron de practicar ejercicio y no caminaban más de 1.000 pasos cada dÃa. Transcurrido este tiempo volvieron a sus actividades habituales durante dos semanas más.
Como habÃa ocurrido en el estudio con adultos, los niveles de azúcar de los voluntarios se incrementaron cuando redujeron el ejercicio. También aumentó la resistencia a la insulina y los investigadores detectaron indicios de que iban a perder masa muscular. A algunos de los participantes tuvieron que dejarlos fuera del estudio porque después de reducir sus actividades empezaron a desarrollar diabetes del tipo 2.
Transcurridas dos semanas desde que los voluntarios regresaran a sus hábitos antiguos, los investigadores realizaron un descubrimiento clave en este estudio: los trastornos en el metabolismo experimentados por todos los participantes seguÃan igual, sin haber remitido.
¿Por qué razón ocurrió esto? Según explicó Chris McGlory, el investigador de la Universidad McMaster de Canadá que dirigió el estudio con los participantes mayores de 65 años, los resultados indicaron que unos pocos dÃas sin actividad fÃsica pueden dejar huella en nuestro cuerpo y probablemente durante un largo tiempo. Por otra parte, las repercusiones sobre la salud son más graves cuanta mayor sea la edad.
“No es raro que las personas más ancianas sufran alguna lesión o caigan enfermas y acaben pasando varias semanas en la cama de un hospital o en la de su casa. También es habitual que las personas jóvenes hagan vacaciones durante algunas semanas y dejen de practicar ejercicio regularmente”, comenta McGlory.
“Sin embargo, muévete siempre que sea posible”, recomienda el investigador.