Los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los elegidos para ser los primeros humanos en pisar la Luna a bordo del Apolo 11 el 20 de julio de 1969, hace más de 50 años. Pero poco se cuenta de las comodidades terrenales a las que renunciaron para cumplir la meta del famoso alunizaje.
Los ingenieros de la NASA estaban tan ocupados en los detalles técnicos de la misión espacial que no se tomaron el tiempo para diseñar los baños para las misiones Apolo de los años sesenta y setenta.
De hecho, el primer retrete que la NASA instaló en una nave espacial fue en el transbordador espacial Columbia de la década de 1980. Aunque técnicamente había uno en la estación Skylab en la década de 1970: un hueco en la pared que al parecer solo sirvió de adorno, porque los astronautas finalmente tuvieron que procesar sus heces en un compartimiento especial.
En un informe oficial de la NASA sobre las misiones espaciales del Apolo se puede observar lo complicado que ha resultado para la agencia el manejo de estos desechos orgánicos:
La defecación y la micción han sido aspectos molestos de los viajes espaciales desde el comienzo del vuelo espacial tripulado.
Durante la misión que logró llegar a la Luna, al igual que en las otras misiones del Apolo, los astronautas lidiaron con una apestosa bolsa para aliviar su necesidad. Esto es lo que implicó el proceso.
Los baños en el espacio simplemente quedaron reducidos a un sistema de bolsas
Para orinar, los astronautas utilizaron lo que prácticamente parecía un condón (reemplazado a diario) que conectaba con una bolsa a través de una manguera corta. Y ni modo de hablar de un sistema para mujeres, pues todos los astronautas del Apolo eran hombres. A menudo se presentaban derrames.
El proceso para tratar con la caca en el espacio era aún más complicado.
Así lo describe el informe de la NASA:
En la ausencia de un sistema que proporcione medios positivos para la eliminación de las heces del cuerpo, se tuvo que confiar en un sistema extremadamente básico para la recolección de heces en vuelo.
El “sistema extremadamente básico” fue una bolsa de plástico que los astronautas tenían que pegar con cinta adhesiva a sus nalgas para capturar el excremento.
Este bien llamado “bolso fecal” venía complementado con un compartimiento para el papel higiénico, e incorporaba un protector de dedos para que los astronautas no se los untaran mientras colocaban la bolsa sobre sus extremos.
No fue fácil adaptar correctamente la bolsa dentro de la pequeña solapa en la zona del trasero de los trajes espaciales. El tiempo que les tomaba defecar, según los astronautas, era alrededor de 45 minutos.
Pero a pesar de todo el cuidado y aún suponiendo que la cinta adhesiva, por ser “de la NASA”, era 100% eficaz, el dispositivo de la bolsa no resultó infalible.
Según una transcripción de la misma agencia espacial, esto dijo (en medio de la angustia) el astronauta Tom Stafford estando en la misión Apolo 10 en mayo de 1969:
Consígueme una servilleta rápido. Hay un trozo de mierda flotando en el aire.
Las heces de regreso a la Tierra
La NASA ordenó a los astronautas del Apolo que trajeran todas sus heces para examinarlas, por lo que después de culminar sus necesidades fisiológicas tuvieron que sellar sus bolsas y “amasarlas”, como detalla el informe, mezclando sus excrementos con un importante bactericida que permitía su regreso a la Tierra de forma segura.
Así, los astronautas trataron de que sus bolsas de caca ocuparan el menor volumen posible, y las almacenaron para el viaje de regreso. Como era de esperar, el problema del olor estaba continuamente presente cada vez que era utilizado “el baño” en el Apolo.
Esto detalla el informe final sobre el manejo de desechos orgánicos en la misión:
En general, el sistema de gestión de desechos de Apolo funcionó satisfactoriamente desde un punto de vista de ingeniería. Sin embargo, desde el punto de vista de la aceptación de la tripulación, el sistema debe recibir una mala calificación.
Debido a lo asquerosa, compleja y apestosa que era la tarea de aliviarse en el espacio, los tripulantes a menudo tomaban laxantes antes de defecar. Aunque a veces también optaban por medicamentos que retrasaban las funciones de sus intestinos.
Pañales espaciales
El sistema de bolsas no podía ser usado para atrapar sus heces mientras permanecían en la superficie lunar. Entonces, cuando los astronautas del Apolo salieron de su nave, debían llevar puesto un “sistema de contención fecal“, que era básicamente lo que conocemos como pañal.
No está claro si Aldrin y Armstrong usaron en algún momento esos “pañales” en sus 21 horas y 36 minutos en la Luna, pero Buzz asegura ser el primer hombre en orinar en otro cuerpo celeste. Así lo dijo en 2009 durante el 40 aniversario a una multitud en el Newseum:
Es tan solitario como el infierno. Me oriné en mis pantalones
Sin duda, las cosas no fueron fáciles para los tripulantes de la misión Apolo. Por fortuna, la nueva generación de astronautas cuenta con sistemas “no tan básicos” que permiten un manejo más adecuado (o menos asqueroso) de sus residuos.
En el siguiente vídeo, se puede ver a la astronauta de la ESA, Samantha Cristoforetti, explicando cómo se utiliza el inodoro en la Estación Espacial Internacional: