Bert Bolin, el visionario científico que alertó sobre el cambio climático en 1959

Hace medio siglo, un climatólogo ya advertía lo que ahora es un hecho incuestionable: los seres humanos son los responsables del calentamiento global.

¿Te has preguntado alguna vez cuánto tiempo llevamos sabiendo que nuestras acciones están calentando el planeta? Hoy en día, el cambio climático es un hecho confirmado científicamente: las temperaturas globales están ascendiendo , los océanos se están calentando, las capas de hielo se están reduciendo, los glaciares están desapareciendo, los eventos climáticos extremos se están volviendo más habituales, el nivel del mar está subiendo y los océanos se están acidificando.





Asimismo, está comprobado que la principal causa de estos cambios es la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y el cambio en el uso de los suelos, que llevan a la emisión de gases de efecto invernadero. Estos gases, como el dióxido de carbono y el metano, tienen la capacidad de atrapar el calor en la atmósfera, exacerbando el fenómeno del calentamiento global.

No siempre hemos sido conscientes del impacto que el «calentamiento global» podría tener en nuestro planeta; ni en su atmósfera, ni en los océanos, ni en la tierra firme.

La alarma sobre el cambio climático se activó hace cerca de cinco décadas, en la década de los setenta. Durante esa época, los científicos empezaron a validar sus sospechas sobre el calentamiento terrestre, una variación que no solo incrementaría las temperaturas, sino que también alteraría otros elementos vitales del planeta, siendo un cambio impulsado por actividades humanas.

Entre los pioneros de esta investigación, destaca Bert Bolin, el primer presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y figura clave en su establecimiento. Pero vamos paso a paso, y comencemos desde el principio.

Una pasión heredada

Bert Bolin vio la primera luz el 15 de mayo de 1925 en Nyköping, una ciudad a unos 100 kilómetros de Estocolmo, Suecia. Siendo hijo de dos profesores, su educación comenzó bajo la influencia de su padre, Richard Bolin, quien había estudiado meteorología en la Universidad de Uppsala una década antes del nacimiento de Bert y le transmitió su pasión por esta disciplina.

Desde joven, Bert se dedicó a registrar temperaturas, y a los 17 años, su padre lo introdujo al director del Instituto Meteorológico e Hidrológico de Suecia (SMHI). Este encuentro sembró la semilla de su futura carrera; al año siguiente, Bolin empezaría su educación superior en Matemáticas y Física, culminando en 1956 con un Doctorado en Meteorología.

La trayectoria científica de Bert Bolin

La trayectoria científica de Bert Bolin
Bert Bolin desempeñó un papel fundamental en la creación del IPCC y fue su primer presidente.

En 1950, aún sin haber completado su doctorado, Bert Bolin partió hacia el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton, Estados Unidos, para sumergirse en el campo de la predicción meteorológica numérica. Durante su estancia, colaboró con un grupo de eminentes científicos en el desarrollo del primer modelo de pronóstico meteorológico por computadora.

Después de obtener su doctorado, y por recomendación de uno de sus mentores, Bolin dirigió su enfoque hacia la química atmosférica y el estudio de contaminantes en el ciclo atmosférico. Específicamente, investigó el ciclo natural del carbono y realizó descubrimientos clave que profundizaron el entendimiento científico sobre las dinámicas del dióxido de carbono entre la atmósfera, los océanos y la superficie terrestre.

En este contexto, Bolin es reconocido como un pionero en el campo de la biogeoquímica, una disciplina que explora cómo los elementos y compuestos químicos se mueven y transforman entre los organismos vivos y el ambiente físico.

Mediante sus investigaciones, Bolin demostró cómo el carbono atmosférico no solo afecta la temperatura global, sino que también altera el funcionamiento integral del planeta en un contexto de cambio tanto climático como global. Identificó, además, la deforestación como uno de los factores contribuyentes al incremento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.

Movido por los resultados de sus estudios, en 1959, Bolin viajó a Washington D.C. para presentar una advertencia ante la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos: un aumento del 25% en los niveles atmosféricos de dióxido de carbono podría tener consecuencias perjudiciales para la Tierra, debido a los efectos significativos que tal incremento podría tener sobre la temperatura global.

Así, Bert Bolin emergió como uno de los primeros científicos en alertar sobre los riesgos del cambio climático.

El aforismo de una reputación

A lo largo de su carrera investigativa, Bert Bolin no solo acumuló reconocimientos; también se estableció como un líder y una autoridad científica en su campo.

En los años 60, Bolin fue parte esencial de una colaboración internacional enfocada en la circulación general de la atmósfera. Esta investigación fue crucial y llevó a la formación del Comité de Ciencias Atmosféricas bajo el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU) en 1964, con Bolin como su primer presidente.

En 1967, este comité evolucionó y dio origen al Programa de Investigación Atmosférica Global (GARP), coordinado internacionalmente por la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Bolin presidió el GARP desde 1968 hasta 1971, un programa que buscaba perfeccionar las predicciones meteorológicas a corto y mediano plazo y proporcionó a la humanidad la primera oportunidad de analizar la atmósfera de manera integral.

Sin duda, influimos en el clima

La confirmación de nuestra influencia en el clima se consolidó en la década de 1980, cuando Bert Bolin, junto a un equipo de destacados científicos, inició un estudio para investigar la relación entre el sistema climático y los ecosistemas terrestres. El estudio tenía dos objetivos fundamentales: determinar la capacidad de predecir cambios climáticos futuros y evaluar en qué medida las actividades humanas podrían estar alterándolo.

¿Cuál fue el resultado de sus investigaciones? Los científicos confirmaron que, indudablemente, las actividades humanas impactan el clima mediante las emisiones de gases de efecto invernadero; y, aún más crítico, evidenciaron que este cambio es global.

Reconocer esto fue apenas el inicio. Aún quedaba por descubrir, desde un enfoque científico, qué riesgos conllevaba este cambio para el equilibrio de la vida en nuestro planeta, y cuáles serían sus repercusiones sociales, económicas y ambientales. Fundamentalmente, era necesario entender si existía una solución viable al problema.

En este contexto, en 1998 se estableció el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y Bert Bolin fue nombrado su primer presidente.

El impacto duradero de Bert Bolin

El legado de Bert Bolin trasciende sus contribuciones académicas; se le admira por haber elevado la conciencia global sobre un problema que ahora comprendemos que supera lo meramente científico; y gran parte de este reconocimiento se debe a su rol en la fundación del IPCC y su liderazgo inicial.

Desde su creación, el IPCC ha ofrecido un análisis científico detallado sobre la situación actual del cambio climático y sus potenciales efectos, ganándose la estima de gobiernos alrededor del mundo y proporcionándoles datos cruciales para la formulación de políticas.

Durante su presidencia (1988-1998), Bolin estableció las bases que garantizarían el futuro éxito de la organización, asegurando su reputación y fiabilidad frente a la comunidad internacional.

El Secretario General de las Naciones Unidas, al lamentar su fallecimiento en 2008 debido a cáncer, resaltó su «contribución invaluable». No solo alertó al mundo por décadas sobre los peligros de los gases de efecto invernadero, sino que también preparó el terreno para las medidas gubernamentales que buscarían proteger el planeta.

¿Qué conocemos hoy sobre el cambio climático a través de las aportaciones del IPCC?

El informe más reciente del IPCC , publicado en 2023, confirma que la temperatura global de la superficie terrestre ha ascendido 1,1ºC desde la era preindustrial y afirma de manera «inequívoca» que las actividades humanas, especialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, son la principal causa de este calentamiento.

Además, el informe revela que los impactos del cambio climático están siendo más severos de lo previsto, afectando desproporcionadamente a las comunidades más vulnerables —aquellas que históricamente han contribuido en menor medida al problema— quienes están experimentando las consecuencias más drásticas.

El documento también advierte que, basándose en las proyecciones actuales de emisiones para 2030, es probable que el calentamiento global sobrepase el umbral de 1,5ºC, considerado crítico, dentro de este siglo. Asimismo, señala las crecientes dificultades para mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de los 2ºC.

Sin embargo, no todo está perdido. Junto con su informe, el IPCC ofreció un mensaje de esperanza: todavía tenemos tiempo para actuar, pero solo mediante acciones urgentes y determinadas.

El IPCC sugiere que, aunque algunos de los cambios climáticos futuros son inevitables o irreversibles, una reducción significativa, inmediata y sostenible en las emisiones de gases de efecto invernadero podría limitar estos cambios y, además, ralentizaría el proceso de calentamiento. Específicamente, las emisiones globales de estos gases necesitarían disminuir en casi un 50% para el año 2030, y después continuar esa tendencia hacia el cero neto.

Aunque el camino no es fácil, al menos ahora tenemos claro cuál es la dirección que debemos seguir.

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