Es habitual escuchar quejas de ávidos lectores sobre la adaptación de ciertas novelas al cine. La lista es demasiado extensa para incluirla en un simple artículo, pero todos conocemos varios ejemplos de malas adaptaciones. Lo que pretendemos explicar aquí es por qué se produce este hecho. ¿Acaso los directores de cine cambian la historia porque se creen superiores a los autores originales?
Las obras de Stephen King se han adaptado a la pequeña pantalla más que las de ningún otro escritor. IT, El resplandor, Carrie… ¡La lista es interminable! Incluso es suyo un relato de 1982 en el que se basó Cadena perpetua, una de las películas más aclamadas de la historia.
Quizá no te parezca extraño que un escritor de la talla de King pueda publicar una historia tan memorable como esta, pero lo que sí te sorprenderá es lo diferente que son la película y la novela. En este artículo usaremos como ejemplo Cadena perpetua para explicar el proceso de adaptación de un libro a la gran pantalla.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que no se tarda lo mismo en leer un libro que en ver una película. Una novela de longitud media supone entre 15 y 20 horas de lectura, mientras que una película ya se considera muy larga si supera la barrera de las 3 horas. Condensar un libro en un guion de cine, sin dejarse nada importante y eliminado detalles superfluos, es todo un arte. Gracias a la imagen, podemos prescindir del grueso de las descripciones, pero es necesario incluir el desarrollo de la trama, los diálogos y la construcción de los personajes.
Si nos fijamos en el relato de King, Red es el encargado de narrar la historia, mientras que en la película hay muchas escenas que carecen de narrador. Es normal que sea así, porque no tendría sentido escuchar la narración de Red en mitad de los diálogos por la confusión que ello produciría. Como el libro no incluye la capa visual, no hay nada que pueda distraernos de la narración.
Lo siguiente que debemos tener en cuenta es que el papel de Red lo interpreta el icónico Morgan Freeman, mientras que en el libro el personaje es un irlandés pelirrojo. Este es un claro ejemplo de un cambio de guion importante que no interfiere en la trama y el ritmo de la historia. Los responsables del filme encontraron un actor que representaba a la perfección la experiencia y templanza de Red y adaptaron la historia en consecuencia.
Hay gente que opina que todos los personajes deben parecerse a los descritos en el libro, pero ello a veces resulta complicado. Mientras que un escritor puede crear cualquier tipo de físico y aspecto que quiera, los directores están limitados por el número de actores que pueden interpretar un papel, que están disponibles para el mismo y que entran dentro del presupuesto. En Jack Reacher, por ejemplo, Tom Cruise, que apenas mide 1,70 m, interpreta al imponente protagonista creado por Lee Child. Los elementos superficiales se dejan a un lado a favor de las dotes de interpretación del actor y, en ocasiones, de su condición de estrella.
Luego tenemos al alcaide Norton, el malo de la película. Aunque su programa de trabajos forzados resulta un elemento clave del libro, él solo aparece en el tercio final de la historia. Otras tres personas desempeñan el cargo de alcaide antes de que Norton sea designado para el puesto, algo que resultaría difícil de condensar en una película de dos horas. Está bien que haya un buen número de personajes en la gran pantalla, pero si hay muchos no hay tiempo para desarrollarlos como es debido y puede resultar confuso para el público.
Otro caso digno de mención es el del capitán Byron Hadley, que destaca por el comportamiento despreciable que tiene con los presos. La escena en la que sostiene a Andy en el alfeizar del tejado cuando este se ofrece a ayudarle con sus problemas fiscales se explica tal cual en la novela, pero su recorrido en la película es más bien corto. En el libro, Hadley se jubila anticipadamente debido a unos problemas cardíacos mucho antes de que se descubran los delitos de Norton. King tiene el tiempo y el espacio necesarios para desarrollar el personaje e incluirlo en la trama. En la película, Hadley se limita a ser el tipo duro del que se sirve Norton para que le haga el trabajo sucio.
El término «adaptación» puede aplicarse a múltiples aspectos de la vida, ya que es lo que nos permite anticiparnos a lo que vendrá. Lo vemos en todas partes: la gente ya no compra el periódico para conocer los resultados de la lotería sino que los consulta en sitios web de loterías, se han puesto de moda las dietas a base de plantas porque ayudan a reducir las emisiones de gas metano e incluso las botellas de refrescos ahora mantienen el tapón sujeto para facilitar su reciclaje.
Si este tipo de adaptaciones nos ayudan a obtener mejores resultados, ¿por qué no puede la industria del cine introducir cambios que contribuyan a trasladar una prosa excelente a la gran pantalla?
Si nos planteamos la adaptación cinematográfica en estos términos, entenderemos que las películas no se están cargando ninguna novela porque sí, sino que está adaptando la trama y la estructura original de la historia para que funcione en un medio diferente.