El fascinante efecto de la mirada: ¿Por qué nos comportamos mejor cuando nos observan?

¿Nos comportamos de forma distinta cuando estamos siendo observados? No es tan sencillo: de hecho, solemos actuar de acuerdo a lo que creemos que quienes nos están observando esperan de nosotros. Este fenómeno se conoce como el "efecto de la mirada" y su relevancia es mayor de lo que podríamos pensar.

Imagina que paseas por la calle y encuentras un papel en tu bolsillo. Quieres deshacerte de él, pero no hay una papelera a la vista. ¿Qué harías? ¿Volverías a meter el papel en tu bolsillo o lo tirarías al suelo? Frecuentemente, esta elección depende de si hay alguien mirándonos o no. Esto sucede debido al efecto de la mirada.





El comportamiento humano es tremendamente complejo. La mayoría de las conductas que exhibimos están relacionadas con la vida en sociedad. Una de las cosas que más sorprenden es que tendemos a comportarnos mejor cuando nos sentimos vigilados por otras personas. Aunque, para ser justos, la realidad no es exactamente así.

En realidad, solemos comportarnos en función de cómo pensamos que las personas que nos están observando creen que debemos actuar. O dicho de otra manera, nos comportamos de acuerdo a cómo nosotros creemos que aquellos que nos están observando piensan que deberíamos comportarnos.

Aunque parezca un juego de palabras, no lo es.

Este fenómeno, conocido como el efecto de la mirada, ha sido objeto de numerosos estudios en los campos de la neurociencia, la psicología y la sociología.

La relevancia de la mirada en la interacción social

Desde que nacemos, aprendemos a reconocer y responder a las señales sociales, y la mirada juega un papel vital en este proceso. Pocos días después de nacer, los bebés ya muestran la tendencia instintiva de centrarse en las miradas de otras personas, especialmente de sus cuidadores, para empezar a crear el vínculo que sienta las bases de la socialización.

Mediante la mirada expresamos nuestro estado emocional. Y a través de este instinto, los bebés aprenden cómo deben reaccionar ante las miradas cargadas de emociones de otras personas y cómo otros responden a las suyas. La expresión facial también comunica el estado emocional, pero proporciona el marco que matiza la transmisión emocional a través de las miradas.

La comunicación visual es una forma esencial de interacción social y puede transmitir información emocional y social de manera efectiva, estimulando la atención y la vigilancia. Esto, a su vez, influye en nuestra conducta .

El efecto de la mirada y la presión social

Uno de los factores que contribuyen al efecto de la mirada es la sensación de vigilancia y la presión social que experimentamos cuando creemos que otros nos están observando. Saber que estamos siendo vigilados activa los sistemas de atención de nuestro cerebro, tanto los automáticos, ubicados en el tálamo, como los reflexivos de la corteza prefrontal.

El tálamo es la estructura cerebral que se activa cuando un evento externo o un pensamiento resultan ser lo suficientemente importantes como para requerir nuestra atención, determinando el umbral de la conciencia. A partir de esta activación preconsciente, la corteza prefrontal gestiona la atención consciente y voluntaria, lo que incrementa nuestra autoconciencia y nos hace más conscientes de nuestras acciones. Esto nos ayuda a anticipar sus consecuencias, especialmente en el ámbito social.

Esta conciencia adicional favorece una autorregulación más rigurosa de nuestro comportamiento, una inhibición de lo que nos gustaría hacer o de nuestros impulsos, para evitar la desaprobación de nuestro entorno o posibles consecuencias negativas derivadas de un comportamiento inadecuado. Por eso, no es que cuando nos sentimos observados tengamos la tendencia a comportarnos mejor, sino a hacer lo que suponemos que las personas que nos observan esperan que hagamos.

Solo hace falta la imagen de unos ojos para que respetemos las reglas

Solo hace falta la imagen de unos ojos para que respetemos las reglas
Tendemos a comportarnos mejor cuando nos sentimos vigilados por otras personas.

La influencia de la mirada en nuestro comportamiento ha sido demostrada en una serie de experimentos rigurosos. En uno de ellos, por ejemplo, se colocó un cartel que decía “No tirar basura” y se observó el comportamiento de las personas que pasaban por el lugar. A veces, junto al cartel se colocaba una imagen de unos ojos y en otras, solo el texto. Los resultados mostraron que cuando los ojos estaban presentes, se reducía significativamente la cantidad de personas que tiraban papeles u otros objetos al suelo, en comparación con las situaciones en las que no se encontraban presentes los ojos.

En otro estudio , se utilizaron cámaras de vigilancia ficticias en una cafetería. Los investigadores observaron que, cuando los clientes pensaban que estaban siendo grabados, eran más propensos a limpiar sus mesas después de usarlas, en comparación con aquellos que no percibían la presencia de cámaras.

¿Qué origina el efecto de la mirada?

Hay diversas teorías que buscan desentrañar la influencia de la mirada en nuestras acciones. No son teorías que se anulen entre sí, más bien, se complementan.

En primer lugar, encontramos teorías que ponen el foco en el control social, algo especialmente relevante en los seres humanos, donde la convivencia social está intrínsecamente relacionada con la supervivencia. Estas teorías sostienen que el simple hecho de sentirnos observados, o incluso la presencia de un par de ojos, nos remite a las reglas sociales y a las expectativas de conducta que se nos imponen. Bajo la mirada ajena, tendemos a asimilar estas normas y a comportarnos conforme a ellas.

Este es el motivo por el cual algunos adolescentes llegan a llevar a cabo las acciones más temerarias o incomprensibles, simplemente porque creen que es lo que sus pares sociales, otros adolescentes, esperan de ellos.

El segundo conjunto de teorías se sustenta en la autorregulación. Estas proponen que la mirada del otro opera como un estímulo que nos ayuda a supervisar de manera más eficaz nuestro comportamiento, y por ende, a regularlo de manera más efectiva. Cuando nos sentimos observados, nos autoevaluamos y ajustamos nuestro comportamiento para conservar una imagen positiva de nosotros mismos ante los demás.

El efecto de la mirada y su impacto en situaciones sociales

Es esencial señalar que el efecto de la mirada puede fluctuar en distintos escenarios sociales. En situaciones donde las normas sociales son claras y se espera un comportamiento concreto, la presencia de miradas puede intensificar estas expectativas y propiciar un mayor cumplimiento. No obstante, en escenarios donde las normas son vagas o existe cierta tolerancia hacia comportamientos no estándar, el efecto de la mirada puede ser menos evidente.

Por supuesto, también influye mucho la personalidad de cada individuo, en particular su nivel de autoconfianza. Las personas con alta autoestima suelen ser menos susceptibles al efecto de la mirada. Las personas inseguras, que están en constante duda acerca de sus acciones o capacidades, se rinden con mayor facilidad ante las miradas de los demás.

Para concluir, el efecto de la mirada es un fenómeno psicológico ampliamente estudiado que evidencia cómo la conducta humana puede ser modificada y transformada por la presencia de otros. La sensación de estar vigilados y la presión social que experimentamos al ser observados nos conducen a comportarnos de una manera más acorde a lo que creemos que se espera de nosotros, a través de mecanismos de control social y autorregulación.

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