Desmitificando el mindfulness: Los 3 grandes errores que muchos ignoran

¿Es la atención plena realmente la solución milagrosa que se afirma, o estamos ignorando falencias esenciales?

Te encuentras cenando en la casa de un amigo, disfrutando de un exquisito estofado de ternera bourguignon. Todos se acomodan, llenan sus platos y comienzan a comer. En medio de la comida, detectas algo raro en la persona que está frente a ti: ha cesado de conversar. Peor aún, te observa con una mirada tan vacía como la de un espantapájaros en Halloween.





Inquieto, preguntas: «¿Todo va bien?» La persona reacciona abruptamente, como si hubieras interrumpido su trance.

«Ay, disculpa», responde. «Estoy practicando la alimentación consciente. Me estoy concentrando en cada mordisco».

A no ser que hayas estado aislado del mundo durante la última década, seguro que ya has escuchado acerca del fenómeno del mindfulness o atención plena.

Instituciones educativas y compañías alrededor del globo se han sumado al tren de la atención plena. Las apps sobre el tema acumulan millones de descargas, y los coaches especializados en mindfulness ganan fortunas.

La popularidad de la práctica es innegable.

Sin embargo, aquí surge una preocupación: la atención plena podría estar levantada sobre una base frágil. De acuerdo con Odysseus Stone , un académico de la Universidad de Copenhague, el mindfulness incurre en tres errores filosóficos fundamentales.

1. No todos pensamos lo mismo

Si alguna vez has participado en una sesión de mindfulness, es probable que hayas escuchado una metáfora similar:

Visualiza tus pensamientos como si fueran coches pasando por una carretera. Un pensamiento llega, otro se va. No te enganches con ninguno, solo obsérvalos y déjalos seguir.

El concepto principal de la atención plena es no obsesionarse con los pensamientos, simplemente reconocerlos y dejarlos ir.

¿Pero es esto acertado? En algunos casos, esta técnica resulta efectiva. Preocuparse excesivamente por una presentación matutina o una próxima visita al dentista no tiene mucho sentido. No obstante, hay ocasiones en que nuestros pensamientos merecen ser considerados con más seriedad.

Stone argumenta:

Por ejemplo, si sentimos indignación por las políticas gubernamentales de Dinamarca, ¿es realmente beneficioso ver estos sentimientos como efímeras nubes en el cielo, sin relevancia ni conexión con la realidad?.

En otras palabras, hay momentos en los que nuestros pensamientos y emociones son cruciales. Nos sirven como brújula en nuestra vida y nos orientan sobre cómo actuar. Después de todo, solo una persona imprudente no sentiría ningún tipo de temor ante la presencia de una serpiente venenosa.

2. Tu atención no es exclusivamente tuya

El segundo fundamento del mindfulness sugiere que debes ejercer completo dominio sobre tu atención. Se fundamenta en la creencia de que tenemos un control absoluto sobre a qué y cómo prestamos atención. Imagina tu mente como un reflector y tú eres quien lo maneja. Decides prestar atención a tus angustias. Decides concentrarte en lo negativo.

Sin embargo, este punto de vista simplifica en exceso la compleja psicología de la atención.

Frecuentemente, nuestra atención escapa a nuestro control. Quizás algún ascético monje Shaolin tenga la habilidad para ignorar las distracciones del mundo exterior, pero la mayoría de las personas no lo hace. La atención es, en gran medida, una cuestión colectiva.

Considera los smartphones, por ejemplo. Claro, podrías elegir no tener uno, pero un mundo sin estos dispositivos cambia la dinámica completa de nuestra atención colectiva. Como señala Stone:

Nuestra atención está fuertemente influenciada por nuestro contexto material y social.

3. Vivir el presente no es tan sencillo

La tercera área problemática del mindfulness es la idea de que deberíamos vivir en el presente y aprovechar al máximo cada día. Enfócate en el aquí y el ahora, y no desperdicies tiempo pensando en el pasado o el futuro. Sin embargo, el concepto de «ahora» es algo que en realidad no experimentamos de forma aislada.

Tal como lo entendía el filósofo francés Henri Bergson , el tiempo no es algo que vivimos como si estuviera dividido en segmentos de un reloj o un calendario. Vivimos en una duración continua del tiempo, en la cual el «ahora» es inseparable del pasado y el futuro. Todo lo que hacemos y pensamos está moldeado por nuestras memorias pasadas y nuestras expectativas futuras.

Como Stone afirma:

Nuestras acciones y experiencias solo adquieren sentido cuando se enlazan con nuestro pasado y futuro.

Tampoco hay que subestimar los avances

Por supuesto, nada de esto significa que el mindfulness sea perjudicial.

Existe un motivo por el que millones de personas lo practican globalmente. Hay una razón por la que las personas degustan su ternera bourguignon con una intensidad inusual. Funciona. Para la mayoría de los asuntos menores en nuestras vidas, dejar de lado los pensamientos es un buen enfoque. Asumir un mayor control sobre lo que captura tu atención es un excelente consejo. Y dedicar menos tiempo a reflexionar sobre el pasado o a preocuparte por el futuro probablemente te hará sentir más relajado.

Al igual que con la mayoría de las filosofías de vida y tendencias de desarrollo personal, la moderación y la aplicación sensata son esenciales.

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