¿Puede la homosexualidad transmitirse genéticamente?

Mucho se ha discutido sobre la existencia de un gen responsable de la homosexualidad. Sin embargo, sabemos ahora que la realidad es más compleja y no es cuestión de blanco y negro.

Cada uno de nosotros tiene la libertad de ser quien siente que es y amar a quien o a quienes nos dicten nuestras emociones. También tenemos la libertad de experimentar atracción física por quien quiera que nos haga vibrar, incluso si el corazón no participa en ello.





Aunque esto puede parecer evidente, a menudo se nos olvida. En estos eventos, la ciencia tiene un papel clave para desmantelar mitos, como el que asocia la homosexualidad con una patología. Mucha gente recurre a argumentos genéticos para defender esta visión, ¿pero es válido este argumento?

La respuesta corta es que, si la genética explicara la homosexualidad, argumentar que es una enfermedad sería tan lógico como decir que tener ojos azules es una enfermedad.

Nuestros genes son como un manual de instrucciones que nos describe. Por eso, no sería extraño que nuestras preferencias sexuales o nuestra identidad de género estuvieran codificadas en nuestros genes.

A pesar de esto, demostrarlo es un reto. Aunque parece haber cierta correlación genética, la realidad es que la homosexualidad es un fenómeno complejo con muchos factores en juego.

¿Existe un gen para la homosexualidad?

En 1993, el genetista estadounidense Dean Hamer publicó un estudio en el que mencionó por primera vez la idea de un gen de la homosexualidad. Realizó su investigación comparando el genoma de varias parejas de gemelos homosexuales para buscar un factor común que los distinga de las personas heterosexuales. Así, identificó un gen en el cromosoma X, en la región Xq28, que parecía ser el factor diferencial.

Se empezó a hablar del gen de la homosexualidad y los medios de comunicación de todo el mundo destacaron su descubrimiento. Sin embargo, cuando otros laboratorios intentaron replicar su investigación, la mayoría no tuvo éxito.

Este tipo de situación es común en la ciencia. Cuando se publican resultados, deben ser tratados con precaución hasta que otros grupos de investigación lleguen a las mismas conclusiones usando el mismo método. Si eso no ocurre, podríamos pensar que los resultados iniciales fueron una coincidencia o que se debieron a errores o incluso a engaños.

A pesar de esto, Hamer ha demostrado un gran interés en este tipo de investigaciones, incluso las que contradicen sus hallazgos. Por lo tanto, no parece que hubiera manipulado sus datos deliberadamente. Sin embargo, parece que hubo algo que no se realizó correctamente en su estudio.

El estudio que muestra que no todo está en los genes

En 2019, se publicó un nuevo estudio que mostró que los genes tienen un impacto mínimo en la orientación sexual de una persona.

Para llegar a esta conclusión, se analizaron los datos de 477.000 individuos, obtenidos de varios bancos de datos genéticos, incluyendo a la famosa empresa 23andMe . Se preguntó a todos estos individuos acerca de sus intereses y fantasías sexuales, y si alguna vez habían tenido una relación con personas del mismo sexo.

Con esta información, se analizaron sus genes y se encontró que había 5 puntos comunes en el genoma de personas que habían tenido al menos una relación homosexual. Sin embargo, estos puntos explicaban menos del 1% de los casos de homosexualidad en el conjunto de los datos.

Además, si se consideraban otros factores, se llegaba a la conclusión de que la genética podría explicar la homosexualidad en estas personas en un rango del 8% al 25%, y el resto sería explicado por otros factores biológicos o ambientales.

Este estudio recibió el respaldo de Hamer, aunque él aclaró que se diferenciaba del suyo en que no se centraba en la homosexualidad, sino en la curiosidad y las tendencias a experimentar con relaciones homosexuales. Sin embargo, es el estudio más completo realizado hasta la fecha, incluyendo tanto hombres como mujeres. Por eso, desde su publicación, la teoría del » gen de la homosexualidad » ha sido completamente descartada.

Un papel crucial lo desempeña la epigenética

Mucho antes de que se desmintiera la teoría del gen de la homosexualidad, ya se había sugerido que el ADN juega un papel crucial, pero de un modo muy distinto: a través del prisma de la epigenética .

La epigenética es el campo de la genética que se enfoca en modificaciones en el ADN que no están inscritas en su secuencia. Veamos a qué nos referimos con esto.

Todos venimos al mundo con un genoma específico en nuestras células. O sea, un ADN que alberga toda la información de nuestra identidad y características. Esta información es la misma para todas las células, pero no se lee de una sola vez. Ni en todos los lugares.

Por poner un ejemplo, un gen que se dedica a la producción de insulina estará tanto en las células de la retina como en las del páncreas. No obstante, en las células de la retina no se necesita, por lo que permanece siempre inactivo. Por otro lado, en el páncreas , el órgano encargado de producir la insulina, sí que se necesita que este gen se active. Además, su actividad aumentará cuando haya más azúcar en la sangre y se requiera más insulina. Esto se conoce como expresión génica.

Los genes se activan, o se expresan, donde y cuando son necesarios.

¿Cuándo ocurren los cambios epigenéticos?

Si un gen se activa o no depende de dónde y cuándo sea necesario, pero todo esto puede ser modelado por el entorno. Esto es lo que conocemos como epigenética. Según las condiciones ambientales en las que se desarrolla un feto, o incluso después del nacimiento, existen varias modificaciones que se pueden realizar en el ADN para indicar cuándo un gen debe activarse. Sin embargo, la más estudiada es la metilación, que consiste en colocar grupos metilo, compuestos por un carbono y tres hidrógenos, que actúan como indicadores, señalando si un gen debe activarse o desactivarse.

Por lo general, estas modificaciones persisten en las células, pero desaparecen en los óvulos y espermatozoides que se unen para formar una nueva vida. Sin embargo, en algunos casos no desaparecen, sino que persisten y pueden transmitirse a la descendencia. Por eso se piensa que algunas hambrunas o conflictos bélicos pueden influir en el ADN de personas que no las han experimentado.

¿Qué relación hay entre esto y la homosexualidad?

En 2014, Eric Vilain, de la Universidad de California en Los Ángeles, realizó un estudio en el que exploraba el papel de la epigenética en la homosexualidad en varias parejas de gemelos.

Trabajó con 37 parejas de gemelos heterogéneos, en las que uno era homosexual y el otro no, y 10 parejas en las que ambos hermanos eran homosexuales. Tras tomar muestras de su ADN, examinó 140.000 regiones en busca de factores comunes. Y los halló, ya que encontró 5 regiones del ADN cuya metilación estaba estrechamente vinculada a la homosexualidad de un gemelo.

Esto es relevante, dado que los gemelos tienen prácticamente el mismo genoma. Se ha descubierto que puede haber pequeñas variaciones en casos muy excepcionales, pero en general es el mismo. Por lo tanto, si existiera un gen de la homosexualidad, no habría parejas heterogéneas. Vilain mostró que, posiblemente, es la epigenética la que provoca estos cambios.

En cuanto a los factores ambientales que lo desencadenan, no está definido, aunque podría ser debido a sutiles diferencias en el desarrollo fetal, como el suministro de sangre o la ubicación exacta en el útero.

Esto no significa que sea algo negativo

Todos los científicos que han llevado a cabo estos estudios recalcan que buscan entender genéticamente la homosexualidad. Pero esto no implica que sea una enfermedad, ni que pueda curarse, ni tampoco que deba diagnosticarse mediante pruebas.

De hecho, si la homosexualidad se encuentra en los genes, ya sea directa o epigenéticamente, se demuestra que no es una elección ni una moda pasajera, sino parte del manual de instrucciones de estas personas. Parte de su esencia.

Nadie tiene el derecho de atacar a alguien por ser quien es. Ni tampoco por sus decisiones. No tenemos derecho a patologizar, culpabilizar ni ridiculizar algo tan natural como la vida misma.

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