Pupilas rectangulares: la curiosa característica de los ojos de las cabras

Si alguna vez has visto a una cabra, probablemente te hayas dado cuenta que sus ojos son muy diferentes a los de la gran mayoría de los animales. Básicamente es porque no cuentan con pupilas redondas, sino rectangulares, y ese rasgo evolutivo tiene un solo objetivo: dotarlas con una poderosa herramienta de supervivencia.





Un estudio realizado en 2015 por científicos de Berkeley (California) y la Universidad de Durham (Reino Unido), publicado en la revista Science Advances, examinó la forma de las pupilas de las cabras y otras 213 especies para intentar hallar patrones.

Visión periférica perfecta

Pupilas pequeñas para animales de pastoreo

La investigación reveló que el “nicho ecológico” (relación de una especie con otras y su ecosistema) determina en gran medida como se formarán los ojos de los animales. Aunque no se trataba de una idea innovadora, los científicos lograron confirmar esa tendencia en varias especies, incluidas las cabras, analizando a fondo la relevancia que tiene la variación.

Según el estudio, las pupilas circulares, como las de los seres humanos, que también tienen los felinos grandes, normalmente pertenecen a depredadores. Mientras que los ojos inclinados o rectangulares (como el caso de la cabra) son característicos de las presas de pastoreo.

Visión periférica perfecta

Usando modelos creados en ordenadores, los expertos pudieron confirmar que los ojos con pupilas rectangulares proporcionan un campo de visión más amplio que los redondos. Eso quiere decir que la forma de la pupila de las cabras hace que obtengan más luz.

Pero, al mismo tiempo, no absorben mucha luz desde arriba de sus cabezas, lo que evita que el sol las ciegue cuando están mirando a la hierba. Esa característica permite a las cabras ampliar su visión periférica y vigilar a los posibles depredadores, observando todo el terreno a su alrededor cuando necesiten planear un escape.

También se pudo comprobar mediante la investigación que las cabras y otros animales de pastoreo pueden girar sus ojos al inclinar sus cabezas hacia abajo para pastar, manteniendo sus rendijas paralelas al suelo en todo momento, sin importar en qué posición esté su cabeza. Son capaces de rotar 50° cada ojo, unas 10 veces más que el humano, lo que, de hecho, resulta bastante alucinante.

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