Hoy el Che Guevara es lo más parecido a un santo para cierta izquierda, y, como tal, muchos se encomiendan a él asistidos por la nutrida imaginería guevarista que ha ido apareciendo desde su muerte.
El hecho es que cuando murió Ernesto Guevara de la Serna ya era famoso.
Y eso que se fue joven de este mundo, con sólo 39 años, seis más que Jesucristo y 12 más que Jim Morrison y el resto del club de los 27. Sin hilar tan fino, hizo bueno aquello tan sesentero de “vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”.