La historia de John Harvey Kellogg, el controvertido inventor de las hojuelas de maíz

El doctor Kellogg utilizó una serie de extraños métodos supuestamente para evitar la masturbación y limpiar el colon.

Resulta sorprendente descubrir que el famoso cereal para el desayuno, ‘Kellogg’s Corn Flakes’, tiene un pasado terriblemente sórdido.





El médico estadounidense John Harvey Kellogg, quien creó el producto con su hermano William, fue algo así como el «profeta de la higiene» del siglo XX en su país. Si bien fue defensor de la nutrición y de la salud integral del estadounidense promedio, Kellogg fue también un eugenista obstinado y promovió una intensa campaña contra la masturbación en la que recomendaba la mutilación de niñas y niños.

Pero, ¿cómo un médico con ideas tan disparatadas se convirtió en el «gurú de la vida sana» en los hogares de todo Estados Unidos?

Las creencias de John Harvey Kellogg y sus primeros pasos en la medicina

John Harvey Kellogg nació en el municipio de Tyrone (Michigan) el 26 de febrero de 1852, una época en la que comenzaba la revolución de la higiene en Estados Unidos. Fue durante este mismo año que se patentó en el país el primer inodoro con descarga de agua y pocos años más tarde se inventaría el enjuague bucal Listerine, que originalmente era usado como antiséptico.

Simultáneamente, Estados Unidos vio un crecimiento importante en los grupos de templanza como los Adventistas del Séptimo Día, cuyos miembros hacían principalmente campañas contra el sexo y el alcohol. Este concepto de combinar higiene extrema y abstinencia fue clave en las teorías de salud y bienestar planteadas por Kellogg.

John Harvey era uno de los 11 hijos de una familia de fervientes creyentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y su relación más cercana fue con su hermano menor, William Keith Kellogg, a quien John Harvey evidentemente relegó como su subordinado intelectual.

En 1856, la familia Kellogg se mudó a Battle Creek (Michigan), que para ese momento se consideraba la meca de los adventistas. Y dado que estaban tan convencidos y seguros de la segunda venida de Jesucristo, y muy cerca del fin del mundo, ninguno de los hermanos de Kellogg recibió una educación formal. Sin embargo, por alguna razón que se desconoce, John Harvey Kellogg logró formarse y conseguir un título de médico.

 William Keith Kellogg
Retrato de William Keith Kellogg, inventor de los copos de maíz y fundador del imperio de cereales Kellogg. Imagen: Cortesía de Kellogg Australia Nueva Zelanda.

Cuando Kellogg se graduó en 1875, ya tenía establecido su modelo holístico para una vida saludable que llamó «vida biológica», el cual dependía de las innovaciones del movimiento de higiene estadounidense y sus propias creencias religiosas.

Todos los inventos y dispositivos jamás construidos por la mano humana o concebidos por la mente humana, sin importar cuán delicados, intrincados y complicados, son simples juguetes infantiles en comparación con el mecanismo más maravillosamente forjado, el cuerpo humano.

La admiración de Kellogg por el cuerpo humano era muy profunda, tanto que se refería a este como «el templo viviente», y para apoyar su idea, adoptó un enfoque holístico que combinaba la ciencia de la nutrición con el extremismo religioso.

Acogió el vegetarianismo, la abstinencia y la prohibición, calificando de «autocontaminación» a cualquier acción fuera de estas cosas. Dicho de otro modo, Kellogg se introdujo en la limpieza total, del cuerpo y del espíritu, aplicando algunos métodos extraños para lograrlo.

Imagen de John Harvey Kellogg tomada en 1915
Imagen de John Harvey Kellogg tomada en 1915.

Dos años después de graduarse como médico, Kellogg asumió la dirección del Sanatorio de Battle Creek, un lugar que dirigió bajo los preceptos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

En un país donde la expectativa promedio de vida era de 41 años y con ciudades literalmente abarrotadas de heces humanas, el sanatorio apareció como una fuente de bienestar. El establecimiento despegó. En menos de diez años, pasó de atender a 300 pacientes por año a casi 1200.

Entretanto, Kellogg se había dedicado especialmente a diseñar la rutina del desayuno de los estadounidenses.

Un cereal tan desabrido que obstaculiza el deseo sexual

En la década de 1880, el desayuno norteamericano principalmente consistía en carne: fría, asada, salada o frita en grasa. Cualquier otra opción sin carne, como avena o cereales, implicaba demasiado tiempo, lo que hacía que el desayuno se convirtiera en una comida pesada tanto en calorías como en preparación.

Publicidad de los Kellogg's Toasted Corn Flakes emitida en el año 1906
Publicidad de los Kellogg’s Toasted Corn Flakes emitida en el año 1906.

Y siguiendo su plan de limpieza total, Kellogg alentó a sus pacientes a ingerir comida estéril y saludable que creía que todo primate debía consumir: nueces, granos y yogur principalmente. Entonces él y su hermano William dedicaron varios años a perfeccionar un alimento para el desayuno a base de granos y de bajo mantenimiento.

Inicialmente intentaron con galletas integrales horneadas que luego se desmoronaron en pedazos. A esto le llamaron «granola», pero lo descartaron al no obtener los resultados deseados. Al final, se decidieron por un cereal de trigo en hojuelas al que llamaron en un comienzo «Granose». En 1902, reelaboraron el producto usando maíz y entonces le llamaron hojuelas de maíz.

Para ese momento, John Harvey había perdido interés en el negocio, por lo que William, el verdadero cerebro detrás del movimiento comercial, adquirió la parte de hojuelas de maíz de su hermano y fundó en 1906 Battle Creek Toasted Corn Flake Company.

William dejó ver su habilidad en el marketing y lanzó una campaña de gran éxito en la que les indicaba a los consumidores que «guiñen un ojo a su tendero y vean lo que obtienen», lo que significaba recibir una degustación de hojuelas de maíz.

Y es aquí donde comienza el pleito entre hermanos.

Sanatorio de Battle Creek
Una clase de acondicionamiento físico en el Sanatorio de Battle Creek, ca. década de 1890 El director John Harvey Kellogg consideró que el ejercicio al aire libre, particularmente en climas fríos, era fundamental para la salud.

John Harvey siguió produciendo y vendiendo «Granose» de su propia empresa con la etiqueta de «Kellogg’s» y demandó a William por quién obtuvo los derechos para utilizar su apellido. William también lo demandó.

Tras un par de años de pleitos, durante los cuales las hojuelas de maíz ganaron notable popularidad, William finalmente obtuvo en 1920 los derechos para usar su propio nombre de Kellogg para las hojuelas de maíz.

“No estoy detrás del negocio”, dijo John Harvey sobre el asunto. “Estoy detrás de la reforma”.

En este punto, la invención de las hojuelas de maíz, que era lo más importante, representó para John Harvey la lucha contra uno de los peores vicios de la vida: la masturbación. Así las cosas, la intención de Kellogg era que un alimento «limpio» meticulosamente preparado, como sus hojuelas de maíz, pudieran librar a las personas de sus deseos carnales.

cadena de producción de la compañía Kellogg
Imagen de una cadena de producción de la compañía Kellogg tomada en 1934.

Horrorizado y asqueado por el sexo casi toda su vida (incluso no consumó su relación con su esposa), Kellogg promovió una intensa cruzada pseudocientífica en contra de la masturbación. Asoció el gusto por la comida picante, los hombros redondos y la «osadía» con señales de un masturbador crónico. Dedujo que “tal víctima literalmente muere por su propia mano”.

Kellogg alentó a los padres de familia a que ataran las manos de sus hijos a la cama o a circuncidarlos. Un método todavía más cruel fue coser el prepucio del pene de los adolescentes para evitar erecciones. Para las niñas adolescentes, el médico recomendaba verter fenol (o ácido fénico) en el clítoris.

Ciertamente Kellogg guardaba la esperanza de que una alimentación más pura, que incluía sus Corn Flakes, pudiera reemplazar todos estos espantosos métodos para suprimir el deseo sexual de los adolescentes.

Las extrañas recomendaciones de bienestar de John Harvey Kellogg

Aparte de inventar un alimento para el desayuno tan falto de sabor que pensaba que podía suprimir cualquier deseo sexual, el proyecto más importante de Kellogg fue su refugio de bienestar Sanatorio de Battle Creek, del cual fue director hasta que falleció den 1943.

El sitio mostró a miles de estadounidenses la importancia del ejercicio, la higiene y las duchas vaginales ocasionales. Incluso Kellogg inventó el caballo mecánico para hacer ejercicio en interiores. En pleno apogeo, la instalación se extendía a lo largo de 120.000 metros cuadrados y fue considerado en Estados Unidos como uno de los «destinos de bienestar de primer nivel».

Las extrañas recomendaciones de bienestar de John Harvey Kellogg
Kellogg dirigió el Sanatorio, que se muestra aquí, hasta su muerte en 1943. Durante ese tiempo, inventó la mantequilla de maní y varias alternativas de carne a base de nueces.

Para muchos estadounidenses ricos y enfermos que supieron de higiene por primera vez, Kellogg se convirtió básicamente en «el gurú del bienestar» del país. Entre los miles de pacientes, se encontraban el comerciante JC Penny, Thomas Edison, el presidente William Howard Taft, Amelia Earhart y el empresario Henry Ford.

Pero Kellogg también ideó algunas tácticas de salud absurdas. por ejemplo, indicó a sus pacientes a realizarse múltiples enemas al día y desarrolló una máquina de enema que era capaz de inyectar 15 galones de agua (unos 57 litros) en los intestinos de un paciente en cuestión de segundos. Seguido de esto, venía la inserción de algo más de medio litro de yogur, la mitad por la boca y la otra por el ano.

El propio Kellogg recibía un enema en el desayuno y otro en el almuerzo.

Por extraño que parezca, lo cierto es que se trató de una de las primeras formas de recibir probióticos.

Por si fuera poco, Kellogg patentó una silla que podía sacudir a los pacientes de un modo tan fuerte que hacía que defecaran involuntariamente.

Si bien era un hombre provisto de diversas ideas progresistas, aunque extrañas, sobre nutrición y bienestar, también tenía otras realmente peligrosas.

Como acérrimo eugenista, Kellogg desaconsejaba la «mezcla racial» y en su lugar propuso un registro para realizar seguimiento a las personas con el fin de llevar un control de los «purasangres» y de esta forma presentarlos entre sí antes del matrimonio.

La esterilización forzada de delincuentes fue otra de sus campañas y organizó por primera vez una Conferencia de Mejoramiento de la Raza, que era básicamente un evento para eugenistas. De hecho, en esta conferencia se organizaban los denominados concursos Better Babies, en los que se calificaban y premiaban a los bebés blancos en función de su «cría» (al igual que el ganado o los cerdos).

Better Babies
Bebés alineados en una competencia Better Babies de 1938.

Sin embargo, extrañamente, al mismo tiempo Kellogg rechazó la discriminación en su sanatorio, donde entrenó a enfermeras y médicos de color. Incluso allí trató a la legendaria abolicionista y activista Sojourner Truth, a quien injertó parte de su propia piel en la pierna para curar una úlcera.

Una desordenada vida personal y un complicado legado

Kellogg estuvo a cargo del sanatorio hasta su muerte en 1943, pero antes abrió una sucursal de salud en Florida. Alcanzó a patentar 4 dispositivos médicos, incluido un aparato para tomar el sol artificial y una alternativa a la carne a base de maní a la que llamó Nuttose.

Según el propio Kellogg, el matrimonio con su esposa Ella Ervilla Eaton nunca llegó a consumarse. No tuvieron hijos biológicos, pero criaron a 42, siete de los cuales adoptaron legalmente.

Tampoco restableció su relación con su hermano William. Pero en su lecho de muerte, dejo una carta de enmienda en la que destaca:

Deseo sinceramente enmendar cualquier mal o injusticia de cualquier tipo que te haya hecho.

Sin embargo, su secretaria, por alguna razón, decidió no entregar tal carta. Por lo tanto, William se enteró demasiado tarde de que su hermano mayor había intentado acercarse.

Kellogg en 1938
Kellogg en 1938, a los 86 años.

Aunque la mayoría de sus métodos de bienestar parecían fuera de lo normal, seguramente hizo algo bien, pues murió a la avanzada edad de 91 años.

Su legado realmente es complicado. Si bien John Harvey Kellogg llevó la nutrición y la higiene a la vida de los estadounidenses, también apoyó ideas violentas y peligrosas sobre la sexualidad y la raza.

Buscó mejorar las condiciones de salud de las personas, pero se enfocó principalmente en la raza blanca. No obstante, se puede decir que dedicó su vida al progreso. Quizás su controvertida invención de Kellogg’s Corn Flakes, unas hojuelas nutritivas con una ideología peligrosa detrás, define mejor su ambigua personalidad.

También en GM

Destacamos