Para la vida en la Tierra, el agua es absolutamente esencial. Es la base de los ecosistemas y el elemento fundamental para los organismos vivos. Aunque nuestro planeta es conocido como el “planeta azul” debido a sus vastos océanos, solo el 2,5% del agua existente es dulce, y la mayor parte de esta se encuentra en estado sólido. El restante 97,5% corresponde al agua salada. Dado que este recurso es el más importante que poseemos, resulta crucial vigilar sus niveles con atención.
Un descubrimiento preocupante
Un equipo internacional de científicos ha lanzado una seria advertencia tras analizar datos recopilados por satélites de la NASA y Alemania. Los resultados muestran algo alarmante: desde mayo de 2014, la cantidad total de agua dulce en la Tierra ha experimentado una drástica disminución y no ha logrado recuperarse, manteniéndose en niveles bajos desde entonces.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores se basaron en datos proporcionados por los satélites Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE), un proyecto conjunto entre la NASA y el Centro Aeroespacial Alemán. Estos satélites miden las variaciones en la gravedad terrestre, lo que permite identificar cambios en el agua almacenada en la superficie y en el subsuelo.
El análisis reveló que, entre 2015 y 2021, el promedio de agua dulce almacenada en la Tierra, incluidos acuíferos subterráneos, lagos y ríos, disminuyó en 1.200 kilómetros cúbicos en comparación con los niveles registrados entre 2002 y 2014. Según Matthew Rodell, hidrólogo del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA y coautor del estudio, esta cantidad equivale a dos veces y media el volumen del lago Erie.
¿Por qué está disminuyendo el agua dulce?
Los expertos sugieren que esta reducción indica que los continentes están entrando en un estado progresivamente más seco. Factores como el crecimiento de las ciudades, la expansión de la agricultura de regadío y el aumento de las granjas están provocando una mayor presión sobre los recursos hídricos. Durante las épocas de sequía, la extracción de agua subterránea para satisfacer estas demandas agota las reservas, mientras que las precipitaciones, en muchas ocasiones, no logran reponer lo consumido.
Además, según Michael Bosilovich, meteorólogo de la NASA y coautor del estudio publicado en Surveys in Geophysics, las lluvias extremas, lejos de ser una solución, generan problemas adicionales:
Cuando las precipitaciones son muy intensas, el agua tiende a escurrirse en lugar de penetrar en el suelo para recargar las reservas.
El impacto de las sequías tiene efectos devastadores en el ciclo del agua. El estudio descubrió que desde 2015 se han registrado 13 de las 30 sequías más graves detectadas por los satélites, y los investigadores creen que el cambio climático es un factor determinante en el agotamiento constante del agua dulce.
El futuro de nuestro planeta está en juego
Este fenómeno podría ser una señal temprana de una crisis hídrica global. Según un reciente informe de la ONU sobre estrés hídrico, la falta de agua podría intensificar problemas como la hambruna, la pobreza, los conflictos y la propagación de enfermedades.
Los datos evidencian la urgencia de tomar medidas para adaptarnos a un futuro que, según los científicos, podría ser mucho más seco de lo que imaginamos.