La mente humana es fascinante, la forma en que se adapta o hace frente a diversas situaciones es algo sorprendente ya que, aunque todos vivamos ciertas situaciones de forma similar, hay individuos que las afrontan de maneras diferentes. La nueva normalidad sirve perfectamente como ejemplo, pues mientras algunas personas muestran una actitud proactiva y colaboradora, otros simplemente se muestran reacios y con miedo a los cambios.
El confinamiento ha supuesto un duro golpe para nuestra salud mental y, aunque la ansiedad ha aparecido en muchos casos acompañada de pánico y depresión, hoy se habla del Síndrome de la Cabaña, un efecto habitual que muchos han experimentado en la nueva normalidad. En caso de sentirnos agobiados o con miedo a afrontar esta etapa, podemos solicitar la ayuda de profesionales y contar con el respaldo de empresas como el Seguro de Salud Elma, que ofrece servicios online muy fáciles de utilizar.
El Síndrome de la Cabaña no es algo a lo que debamos temer, ya que se trata de un efecto totalmente común debido a las condiciones que hemos afrontado estos últimos meses. Algunos de los elementos que conforman este estado son la tristeza aguda, el temor a salir, la angustia latente que nos agobia y una frustración tremenda ante la incapacidad de poder controlar la situación.
Si te sientes identificado con algunas de estas emociones, no tienes por qué preocuparte, pues es algo normal entre personas bajo condiciones de encierro prolongado. No debe asumirse como una patología, aunque puede ser tratada con terapia o a través de sesiones con tu psicólogo de confianza si lo consideras oportuno.
El ‘Síndrome de la Cabaña’ no es un término nuevo. De hecho, este síndrome se conoce desde hace más de 100 años y se sabe que los primeros individuos que experimentaron este tipo de sensaciones por culpa del aislamiento fueron los cazadores o quienes se dedicaban a actividades de minería. El clima los llevaba a pasar largas temporadas de encierro en sus cabañas y, de manera gradual, las sensaciones descritas anteriormente empezaban a aparecer.
Con el estado de alarma, la capacidad de sociabilización se ha visto afectada durante el encierro. Y si bien no lo veíamos como un problema, ahora el contacto con otras personas produce una desconfianza que se traduce en estrés y agonía. Muchas sociedades del mundo han vivido la misma situación con condiciones tanto o más estrictas que en España, pero el objetivo siempre ha sido el mismo: evitar los contagios en la medida de lo posible.
Los psicólogos han reportado un incremento de los informes que reflejan las emociones de estrés por temor a la nueva normalidad en muchos de sus pacientes, y ven necesario hacer un seguimiento durante la etapa de desconfinamiento.
Existen diferentes soluciones, pero la sensación de tranquilidad y seguridad solo puede obtenerse desde una buena planificación. Un seguro médico adecuado, terapia con psicólogos profesionales y seguir recomendaciones tan simples como la respiración en tres tiempos o la simulación guiada de situaciones cotidianas como salir de casa, son algunos de los elementos que pueden ayudarnos a superar esta etapa.