Simplemente escuchar que alguien dice cucaracha, y a más de uno se le pone la piel de gallina, ¿cierto? Relacionarlos con gérmenes, basurales y otras inmundicias nos lleva a sentir repulsión y asco por estos animales en una reacción contraria a la que tenemos ante las termitas que, de manera curiosa, son de la misma familia: las Blattodea.
Las cucarachas, entre otras características, son unas potenciales supervivientes, se adecuan a cualquier ambiente y son capaces de reproducirse con rapidez. Pero ¿cómo explicar que estas odiadas alimañas sean sobrevivientes por naturaleza propia? Pruebas genéticas de la cucaracha roja arrojaron información de gran interés sobre esta condición.
De acuerdo con una publicación de la revista Nature Communications, un análisis secuenciado del ADN de la cucaracha (Periplaneta americana), dio amplios indicios de que la casi inmortalidad de este insecto obedece a genes que le permiten, a diferencia de otros artrópodos, desarrollar sus pelos gustativos, la capacidad para olfatear, así como desintoxicarse y ser inmune.
Un gran número de familias de estos genes se expandió tanto en la cucaracha americana como en la cucaracha alemana, lo cual explica que estas dos especies estén conformadas por individuos que se alimentan de lo que sea, porque son omnívoros pero carroñeros al mismo tiempo, pudiendo así desarrollarse con restos putrefactos de alimentos o en medio de una total insalubridad.
Refugios cloacales
Las alcantarillas o cloacas son los espacios donde más se concentra la cucaracha americana. Esta rastrera es originaria de África, pero hace cuatro siglos penetró a América. También se atreve a incursionar en recintos subterráneos, o en los sótanos de las edificaciones, lo contrario a la germánica, que casi se limita a vivir en las mismas casas o apartamentos de las personas.
Las dos coinciden, eso sí, en que son prácticamente invencibles, y la razón de ello es su ADN. La investigación de secuenciación de genomas realizada por la Universidad Normal del Sur de China, bajo las pautas del doctor Sheng Li, arrojó que la cantidad de genes de la cucaracha americana (caracterizados en 60% por una repetitividad de segmentos), es la segunda más importante entre los insectos sometidos a este tipo de prueba. La primera es la de la dañina langosta migratoria.
Las familias genéticas que rigen el olfato y el gusto de la cucaracha son numéricamente las más amplias de todos los artrópodos. Según el estudio científico, los receptores en los pelos gustativos de la Periplaneta americana suman 522; mientras que la germánica posee 23 más.
En la opinión científica, estos animales se valen de un laborioso sistema olfativo y de detección de sabores para no devorar lo que les resulte tóxico.
Insectos inmunes
Las cucarachas estadounidenses poseen un grupo genómico mucho mayor que aquel que procesa metabólicamente todo lo que les resulte tóxico, lo que abarca los insecticidas usados para su exterminio. El sistema de los germánicas es parecido. Unas y otras –sostienen los investigadores- experimentaron mutaciones genéticas antes de la misma existencia del hombre.
El hecho de que habiten entre toxinas bacterianas y se alimenten de materia vegetal probablemente con contaminantes virulentos pre-inmuniza a estas alimañas ante los efectos de sustancias con las que luego las personas intentan eliminarlas.
Están dotadas además de una vasta familia cromosómica que -por otra de sus posibles mutaciones- las hace inmunes en medio de la pudrición y la ingesta de comida descompuesta. Otro elevado número de genomas interviene en su crecimiento, tanto los que regulan la síntesis hormonal en su fase juvenil, como los que rigen la biosíntesis proteica de su estructura esquelética (exoesqueleto).
Lo cierto es que los científicos pretenden comprender mejor el comportamiento genético de estos insectos, para dar con métodos que permitan controlarlas con mayor efectividad.