Después de las reuniones navideñas y con la llegada del invierno, la gripe y los resfriados han aumentado considerablemente en España. Sin embargo, además de los habituales virus respiratorios de esta época, otro virus está afectando con intensidad al país. Se trata del norovirus, conocido popularmente como la ‘gripe estomacal’, aunque difiere del virus de la Influenza A.
No es la primera vez que este virus intestinal aparece en el país. España ya experimentó un brote en 2016. En 2025, las comunidades más afectadas son Madrid, Cataluña y Andalucía, con residencias de ancianos, hospitales y centros educativos como los principales puntos de propagación.
El Sistema de Vigilancia Epidemiológica señala que, aunque es altamente contagioso, no suele ser una enfermedad grave. Su transmisión ocurre principalmente a través de alimentos, agua o superficies contaminadas, así como por contacto directo con personas infectadas. Los profesionales sanitarios insisten en la importancia de conocer bien los síntomas para evitar saturar las urgencias y fomentar la prevención y el tratamiento adecuado.
Síntomas del norovirus y su manejo
El norovirus es un grupo de virus altamente contagiosos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica como la causa principal de gastroenteritis en el mundo. Los síntomas suelen aparecer entre 12 y 48 horas tras la infección e incluyen náuseas, vómitos, dolor abdominal, malestar general, febrícula y dolores musculares.
Los síntomas suelen desaparecer en uno a tres días. Aunque en personas sanas los efectos no suelen ser graves, los médicos recomiendan prestar atención especial a los grupos más vulnerables, como niños pequeños, ancianos y personas con enfermedades previas.
En cuanto al tratamiento, no existe uno específico, ya que los antibióticos no son efectivos contra este tipo de virus. Se recomienda mantenerse hidratado debido a los vómitos y diarreas, bebiendo agua, suero, caldos o soluciones de rehidratación oral. También es aconsejable evitar alimentos grasos y descansar lo suficiente.
Para prevenir el contagio y la propagación, las recomendaciones médicas incluyen lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia, especialmente después de ir al baño o manipular alimentos, así como limpiar y desinfectar superficies contaminadas con productos a base de lejía.