Pensemos sobre cómo sería nuestro entorno si a los animales se les otorgasen derechos para no ser exterminados, sometidos a dolor o aprovechados en beneficio de los seres humanos.
Cuando los defensores de la causa animal alzan su voz, nos invitan a visualizar un universo alterno. Es fundamental reconocer cómo nuestras rutinas diarias están influenciadas por la ausencia de derechos para estos seres.
La gama de aplicaciones que les otorgamos a los animales es vasta, y no se limita solo a la comida, labor y vestuario. Empleamos gelatina en la manipulación del papel, desde el papel sanitario hasta el papel utilizado en técnicas de acuarela. El sebo es un componente presente en nuestro dinero , las fibras animales aportan forma a nuestros atuendos, y la proteína láctea está presente tanto en preservativos como en diversas pastillas. Ingredientes como la cera de abejas y la goma laca, obtenida al triturar numerosos insectos, se utilizan para otorgarle un acabado brillante a los caramelos y al tratamiento de maderas.
Hasta los desechos provenientes de restos animales son usados como fuente de bioenergía .
Numerosas celebraciones, tanto religiosas como nacionales, implican el consumo de carnes o el uso de indumentarias que incorporan partes de animales. Los derivados animales están omnipresentes. Cada año, exterminamos miles de millones de criaturas para obtenerlos.
Abogar por los derechos animales significa solicitar la prohibición legal de la mayoría de estos usos. También implica reconsiderar nuestro vínculo con ellos. Pensar en estas alternativas puede ser un desafío. ¿Tiene sentido cuestionarnos sobre la moralidad de un porvenir que apenas podemos concebir?
Reflexionando sobre el tema
Considero que el papel de los filósofos enfocados en la ética animal es guiarnos en este pensamiento. Las disciplinas humanísticas y sociales buscan responder “¿cómo se materializaría eso?”. Esto convierte a las opciones éticas, por más remotas que parezcan, en sujetos de análisis profundo.
Cabe mencionar que, aunque otorgar derechos a los animales alteraría drásticamente nuestra producción, muchos no notarían la diferencia. No solamente existen opciones veganas para casi todos los productos de origen animal, sino que la tecnología actual permite el desarrollo de alternativas sin perjudicar a estos seres.
Ya es factible producir carne , huevos, leche y cuero en laboratorios sin dañar a ningún animal.
En tiempos venideros, es probable que los avances tecnológicos posibiliten su producción masiva.
Sin embargo, uno de los cambios más palpables sería la mejora en nuestro entorno. La industria ganadera consume grandes volúmenes de recursos naturales y energía, y contamina nuestro planeta.
Es posible que surjan preocupaciones sobre la pérdida de empleos e ingresos derivados de esta industria, cuyo valor asciende a miles de millones.
Los expertos en derechos animales podrían argumentar que no es ético proteger empleos sustentados en la vulneración de derechos. Otra perspectiva podría apuntar a las condiciones laborales deplorables en las que trabajan comunidades marginadas en la ganadería industrial.
Experimentación con animales
De igual forma, es probable que muchos no perciban el impacto de la prohibición del uso de animales en la mayoría de investigaciones científicas . Se están desarrollando técnicas alternativas constantemente, y muchas ya están consolidadas. Por ejemplo, los modelos computacionales avanzados permiten a los investigadores anticipar cómo reaccionarán los medicamentos en seres humanos sin testear en animales.
Es un temor generalizado pensar que muchos avances médicos no habrían sido posibles sin la experimentación animal. Aunque podría ser cierto, para quienes promueven los derechos de los animales, este argumento no es suficiente para justificar tales acciones.
El núcleo de un derecho radica en proteger a quien lo posee de ser aprovechado para el beneficio de otros. Sin duda, podemos identificar innumerables acciones que, aunque pudieran ser provechosas para muchos, las descartamos por contravenir valores éticos. Si es viable avanzar en investigaciones sin perjudicar a animales, deberíamos priorizar métodos alternativos.
¿Y qué hay de los roles que asignamos a los animales, como colaboradores, entretenedores o compañeros? A pesar de que numerosos individuos sienten un profundo cariño por sus mascotas, tratándolas como un integrante más de su hogar, hay quienes llevan a sus animales al veterinario para ser sacrificados porque ya no desean cuidarlos. Estas situaciones son tan recurrentes que el gremio veterinario ha denominado a este acto como «eutanasia por conveniencia». En dichos contextos, los veterinarios pueden optar por no llevar a cabo la eutanasia. No obstante, no hay legislación que prohíba tal acto, y muchos enfrentan dilemas morales al hacerlo.
Derechos de los animales
Si concediéramos derechos a las mascotas, la percepción y trato hacia ellos cambiaría drásticamente. Podríamos considerar a nuestras mascotas no simplemente como pertenencias, sino más bien como integrantes acogidos de nuestra familia. Tal vez comenzaríamos a visualizar a los animales como conciudadanos. En esta perspectiva, los animales podrían acceder a derechos laborales, servicios médicos y beneficios de retiro.
Tomemos como ejemplo el incidente donde el perro policía Finn fue herido con un arma blanca por un presunto ladrón en 2016 en Stevenage, Inglaterra. La decisión del magistrado fue acusar al agresor únicamente por daño a la propiedad.
A pesar de que el incidente con Finn condujo a una modificación legal, previniendo que el daño a animales de servicio se viera justificado como defensa, el estatus legal de los animales no sufrió un cambio significativo.
Otorgar derechos plenos a los animales implicaría que perros como Finn posean lo que se denomina personalidad jurídica . En ciertas regiones del mundo, como es el caso del río Magpie en Canadá, ya se han implementado medidas similares para entidades naturales.
En tiempos antiguos, la idea de un futuro sin esclavitud o con sufragio universal parecía inimaginable. Presiento que, en un futuro, miraremos atrás y nos asombrará la manera en que tratamos a los animales.
Al intentar concebir un mundo donde los animales gocen de derechos, descubrimos que, en realidad, no es una tarea tan compleja. Las ideas, tecnologías y herramientas ya están a nuestro alcance; solo necesitamos el coraje para implementarlas.