Para algunos significó una tragedia, para otros, fue algo inevitable. A finales de 1991, tuvo lugar la desintegración oficial de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Este largo proceso tuvo sus orígenes en la década de los 80, con la llegada de Mijaíl Gorbachov, quien lideró un amplio programa de reformas económicas conocido como la perestroika y un aumento de la transparencia interna, la glásnost.
Una nueva etapa se abría paso en las páginas de la historia.