Jabalíes radiactivos, el legado tóxico de pruebas nucleares en Baviera

Un enigma de antaño se desentraña en Baviera.

En las densas selvas de Baviera, en el sureste de Alemania, vagan numerosos jabalíes, considerados un botín valioso en una nación donde la caza es vista casi como una costumbre ancestral. Sin embargo, la mayoría de los cazadores dudarían antes de introducirse en estas selvas en busca de estos suidos robustos y carnívoros. Aun si logran capturar uno, probablemente no podrán saborear su carne. Los jabalíes representan un riesgo elevado para ser consumidos.





En ciertos casos, estos jabalíes bávaros poseen niveles de radiactividad que superan por centenas las medidas seguras para el consumo humano. Los cazadores están plenamente conscientes de este suceso, que generalmente se relaciona con el desastre de Chernóbil en 1986, momento en el que la precipitación radiactiva se dispersó por Europa.

Georg Steinhauser, docente de radioecología física en la Universidad Tecnológica de Viena, comentó:

Europa está prácticamente en una situación catastrófica respecto a la contaminación radiactiva.

En los años subsiguientes al incidente de Chernóbil, toda la fauna silvestre, incluyendo ciervos y faisanes, presentaba elevados niveles de radiactividad. No obstante, con el tiempo, estos niveles se redujeron en la mayoría de las especies. Sorprendentemente, los jabalíes mantuvieron su radiactividad.

Como señala Steinhauser:

A este inusual fenómeno se le conoce como la paradoja del jabalí. Es algo extraordinario. Ninguna otra especie presenta este comportamiento.

Al parecer, los suidos incorporaron cesio radiactivo, un metal pesado, al consumir Elaphomyces , un hongo subterráneo específico del cual se alimentan, también referido como la trufa del ciervo (los seres humanos consumen una variedad distinta). A diferencia de otras plantas, los hongos tienen una notable habilidad para absorber metales pesados del terreno, explica Steinhauser. En este caso en particular, acumulan dos isótopos radiactivos de metales pesados: Cesio 135 y Cesio 137.

Jabalíes radiactivos
El jabalí (Sus scrofa) (del árabe: جبلي ǧabalī, ‘montañoso’) es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia de los suidos.

Durante mucho tiempo se asumió que el cesio radiactivo encontrado en los jabalíes provenía únicamente del incidente de Chernóbil. Sin embargo, una investigación reciente de Steinhauser y su equipo reveló fuentes insospechadas: los ensayos de bombas nucleares atmosféricas realizados entre las décadas de 1940 y 1960, antes de la prohibición de esta práctica perjudicial.

El extremo sur de Baviera, conocido por su densa precipitación en forma de lluvia y nieve, más que otras regiones europeas, se ha convertido en un reservorio de los residuos de las pruebas nucleares atmosféricas. Steinhauser señala que esta zona, particularmente donde los Alpes son más abruptos, registra niveles de precipitación superiores. Es en este lugar donde los isótopos radiactivos tienden a acumularse y sedimentarse.

Motivados por los cazadores de la región, los expertos decidieron analizar diversas muestras de carne de jabalí. Entre 2019 y 2021, los cazadores facilitaron muestras de estos animales a la Universidad Leibniz de Hannover, en donde se llevaron a cabo procedimientos para determinar la presencia de Cesio 135 y 137 en ellas.

El cesio 137 es resultado tanto de detonaciones nucleares como de la fisión en reactores nucleares, mientras que el cesio 135 se origina principalmente en las explosiones nucleares, siendo su producción en reactores nucleares mínima.

Establecer la relación entre Cesio 135 y Cesio 137 permite obtener una “firma radiactiva”, según Steinhauser, que facilita la identificación de la fuente de contaminación radiactiva. Un índice alto indica una procedencia principalmente de armamento nuclear, mientras que un índice bajo apunta a un reactor nuclear como origen.

Las muestras de los jabalíes bávaros mostraron una proporción elevada de cesio 135 respecto al cesio 137, revelando así que la contaminación emanaría de pruebas nucleares efectuadas hace entre 60 y 80 años.

Este hallazgo es impactante ya que, como indica Steinhauser, hoy día las pruebas nucleares parecen haber sido olvidadas, pero la radiactividad en la carne de jabalí superará probablemente los estándares de seguridad por varias décadas. Aunque los jabalíes radiactivos no suponen un riesgo directo para quienes no los consumen, la renuencia de los cazadores a su carne ha propiciado un incremento poblacional de estos animales, llevándolos incluso a invadir áreas urbanas y a confrontar a seres humanos.

En países como Alemania y Austria, donde no se depende de la carne de jabalí, esto no es un problema, pero en lugares donde la caza es vital para la alimentación, como en Bielorrusia, es probable que se esté consumiendo carne contaminada con cesio.

Steinhauser y su equipo, sin tomar posición respecto a la energía nuclear, buscan incrementar la conciencia pública sobre la persistencia de contaminación radiactiva en los alimentos, generación tras generación. “Nuestra investigación sirve como una señal de alarma”, concluye.

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