¿Qué hace que una persona sea heterosexual, homosexual, bisexual o asexual? ¿Se trata de una elección propia o existe algún ‘gen gay’ que lo determine?, En otras palabras, ¿Nuestra orientación sexual nace o se hace? Durante décadas, estas interrogantes han sido el centro de una intensa discusión científica.
Algunas investigaciones aseguraban haber encontrado una explicación genética a la conducta sexual de los seres humanos, pero sus conclusiones resultaban contradictorias y no contaban con un aislamiento específico de ciertas variantes genéticas.
No existe un único ‘gen gay’
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por científicos de varios países –el más amplio realizado hasta hoy–, evidencia que ningún gen por sí solo determina la orientación sexual de un individuo. En cambio, miles de genes probablemente pueden influir, pero también el entorno de la persona, indican los investigadores de Australia, Estados Unidos y varios países europeos que han publicado este trabajo en la revista Science.
Sería mucho más fácil explicar la homosexualidad si se hubiera hallado un único ‘gen gay’. Pero definitivamente no existe, afirman lo autores. Y agregan:
La genética es un factor contribuyente, sin embargo no explica todo el comportamiento sexual.
Medio millón de participantes
El estudio fue liderado por la bióloga Andrea Ganna, del Broad Institute, y desarrollado en asocio con personal del Harvard Medical School, en Boston. Los expertos revisaron la información de cerca de medio millón de personas de Estados Unidos y Reino Unido (con una edad media de 51 años), recolectada a través de dos grandes estudios genéticos masivos: UK Biobank y 23andMe.
Teniendo estos datos, confrontaron la existencia de variantes genéticas con las respuestas a encuestas sobre identidad sexual, atracción, fantasías y comportamiento. Específicamente, buscaron conexiones entre ADN y las contestaciones a esta pregunta:
¿Ha tenido sexo con alguien del mismo género alguna vez?
Además observaron si los parientes cercanos de los participantes analizados presentaban conductas sexuales similares.
Al culminar el análisis del genoma completo de los voluntarios, encontraron únicamente cinco variantes genéticas vinculadas significativamente a la orientación sexual por el mismo género, y miles más también parecían estar involucradas en menor medida.
Al final, los científicos no pudieron hallar ningún patrón genético que pudiera usarse, de ninguna manera, para identificar la orientación sexual de una persona. En cambio, la predisposición al comportamiento sexual entre personas del mismo sexo parecía influenciada por una compleja mezcla de influencias genéticas y ambientales. Es el mismo caso de muchos otros rasgos humanos, como la estatura.
¿Qué factores determinan entonces la orientación sexual?
La investigación no detalla los factores ambientales que pueden incidir en la orientación sexual, ni a qué edad comienzan a ser importantes. En la presentación a medios del informe, los propios autores admitían lo difícil que era señalarlos. ¿Circunstancias o condiciones sociales? ¿El entorno cultural o educativo? ¿La exposición a hormonas sexuales antes de nacer? … A todo esto se le puede responder sí. Cualquiera podría influir.
Los genes no tienen la culpa
Por su parte, Fah Sathirapongsasuti, coautor del trabajo, reafirma la idea anterior:
Existe un efecto del entorno no explicado que será difícil de señalar. La sexualidad es un juego complejo entre el medio ambiente, la educación y la genética que no se puede predecir. No le echemos la culpa a los genes.
Ciertas variantes asociadas con la conducta homosexual poseen una correlación genética con algunos rasgos de la personalidad, como la depresión, el tabaquismo, los hábitos de riesgo o el sentimiento de soledad.
La conclusión de la directora de la investigación, Andrea Ganna, deja claro que su trabajo no supone en ningún caso un punto y final en la discusión:
Nuestros hallazgos brindan información sobre los fundamentos biológicos del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo, pero también subrayan la importancia de resistirse a las conclusiones simplistas porque los fenotipos conductuales son complejos, porque nuestras ideas genéticas son rudimentarias y porque hay una larga historia de mal uso de los resultados genéticos con fines sociales.