En un día a mediados de diciembre de 1933, Thubten Gyatso , conocido como el decimotercer Dalái Lama, no se sentía bien. Su médico de confianza le informó de su malestar y le recomendó reposo. Un medium espiritual, conocido como el Oráculo de Nechung en las creencias budistas tibetanas, le administró un tratamiento que, en lugar de aliviarlo, empeoró su condición. No se sabe si fue un error intencionado o no, pero unas horas después, el líder espiritual y político más importante de Tíbet fallecía.
Su liderazgo había sido generalmente pacífico y hasta cierto punto próspero. El colapso de la dinastía Qing había permitido a los tibetanos liberarse de las fuerzas chinas fragmentadas, y una época de cierta bonanza a principios del siglo XX había traído modernización al Tíbet, incluidos avances como la electricidad y las telecomunicaciones.
Sin embargo, los tiempos de felicidad parecían estar llegando a su fin, y tanto el Dalái Lama como las creencias tibetanas auguraban una era de conflictos. Según las creencias tibetanas, fallecer en un domingo o un martes podría traer calamidades a la familia. Dado que el Dalái Lama no tenía familia, se creía que la desgracia podría recaer sobre todo el pueblo tibetano, lo que hacía imperante encontrar una reencarnación lo más pronto posible.
Thubten Gyatso se convirtió en Dalái Lama cuando tenía solo tres años, lo que, de acuerdo con la tradición tibetana, sugería que la decimocuarta reencarnación ya debía estar cerca, si es que no había llegado ya. El reloj estaba en marcha.
La reencarnación: Un viaje complejo de signos y señales
Según las creencias tibetanas, más que una simple reencarnación, la del Dalái Lama es una emanación, basada en pistas dejadas por su predecesor antes de dejar su cuerpo terrenal. Los tibetanos se refieren a estos maestros como Tulku , maestros que han conquistado la muerte mediante la reencarnación y el conocimiento de su próximo lugar de nacimiento. Esta es una tradición que precede incluso a la llegada del budismo a Tíbet y se aplica no solo al Dalái Lama sino también a otros líderes espirituales.
Como explicó el propio Dalái Lama en su sitio web oficial , existen varios métodos para identificar a los Tulkus, incluidas cartas de predicción que el predecesor podría haber dejado, relatos de la vida anterior proporcionados por la reencarnación, reconocimiento de objetos personales y personas cercanas al predecesor, entre otros. Casi todos estos métodos se emplearon en la identificación de su propia reencarnación.
Primeros indicios: El cuerpo sin vida del XIII Dalai Lama se orienta hacia el este
Los maestros reconocidos como Tulkus tienen la habilidad intrínseca de dejar pistas para su sucesión. En el caso del decimotercer Dalái Lama, se observaron algunas de estas señales el día de su deceso. Según la biografía autorizada escrita por Mayank Chhaya , el líder estaba «mirando hacia el sur […] y misteriosamente, su cabeza se inclinó hacia el este». Aunque uno de los monjes intentó realinearla hacia el sur, al día siguiente su cabeza estaba de nuevo orientada hacia el este.
Este relato también menciona otros signos, como un hongo en forma de estrella que creció en la base de un pilar de madera seca de un templo y una «flor de dragón» que surgió en un patio del palacio. Además, se observó un conjunto de nubes en el noreste del cielo, como si señalasen la dirección a seguir.
El misterio del Lago Lhamoi Latso
Unos 18 meses después de la muerte del dalái lama previo, Reting Rimpoche , un influyente lama del Monasterio Reting que juega un papel crucial en la identificación de las reencarnaciones de los lamas, se dirigió hacia el lago Lhamo Latso. Este lago, elevado a 1.500 metros y ubicado a unos 150 km de Lhasa, fue el lugar donde, tras un extenso periodo de meditación, Reting Rimpoche vio las letras tibetanas ‘A, Ka y Ma’ flotando en las aguas. Además, tuvo visiones de un edificio de tres pisos con un techo dorado y muros de azulejos de color verde azulado, junto con un estrecho camino que circundaba un pequeño montículo, culminando en una modesta vivienda.
Estas señales eran una clara indicación de que el XIV dalái lama ya había nacido. Sin embargo, la pregunta inmediata era: ¿dónde hallarlo? ¿Qué significaban realmente estas visiones místicas? El enigma empezaba a descifrarse, pero aún quedaban muchas interrogantes en el aire.
La intervención del Oráculo de Nechung y la orientación del panchen lama
Durante los siguientes dos años, las autoridades religiosas tibetanas debatieron intensamente acerca de las señales observadas. Finalmente, recurrieron al Oráculo de Nechung para invocar a los espíritus de los dioses protectores. Siguiendo las directrices del oráculo, enviaron tres grupos de búsqueda hacia tres regiones diferentes: Dakpo en el sureste, Kham en el este y Ambo en el noreste. En septiembre de 1938, casi cinco años tras la desaparición del decimotercer dalái lama, la misión para encontrar a su reencarnación estaba en marcha.
Fue el panchen lama , la segunda figura más importante después del dalái lama, quien ofreció la siguiente pista. Señaló a tres niños como posibles reencarnaciones. Uno ya había fallecido y otro resultó ser una falsa alarma. El último candidato era un joven de nombre Lamo Thondup , oriundo de un pequeño pueblo llamado Taktser, cercano a la ciudad actual de Haidong en la provincia china de Qinghai.
Para asegurarse de su elección, se enviaron dos emisarios: el lama de Sera Keutsang Rinpoche y su asistente, Tsedrun Lobsang. Al llegar al monasterio de Kumbum, quedaron asombrados al encontrar un templo de tres pisos con azulejos verdiazules, tal como la visión en el lago Lhamoi Latso había predicho. No obstante, concibieron una elaborada estrategia para probar al joven candidato.
«Este rosario me pertenece»: La confirmación del joven Dalái Lama
Una vez en Lhasa, el abad se vistió modestamente mientras Lobsang optó por ropas ceremoniales para aparentar ser el líder del grupo. Al ingresar a Taktser, la población salió a darles la bienvenida. Sonam Tsomo, la madre de Lhamo, se quedó en la entrada de su hogar, sin tener idea de hacia dónde se dirigía la delegación.
Según los registros históricos, cuando el abad se sentó, Lhamo saltó sobre sus piernas, tomó el rosario y gritó: «Este es mío». Keutsang Rinpoche le permitió quedárselo cuando el pequeño reconoció inmediatamente al abad. «Sabía que estaba siendo sometido a una prueba, aunque siendo un niño no lo entendía completamente», diría el dalái lama Mayank Chhaya casi seis décadas más tarde. «Recuerdo claramente cómo sus rostros se iluminaron… era como si siempre hubiera estado allí». A pesar de todo, la delegación demoró en llegar a una conclusión.
Fue entonces cuando enviaron una carta a Lhasa y recibieron instrucciones de poner al niño a una última prueba: tenía que identificar objetos que pertenecieron al dalái lama anterior. A pesar de la confusión creada al mostrarle pares de objetos similares, Lhamo identificó con precisión los reales de los impostores. «Era como si estuviera viendo cosas que ya me resultaban conocidas», declararía más tarde el dalái lama.
Finalmente, todo cobró sentido: las letras «A, Ka y Ma» se referían a Amdo, Kumbum y la ermita de Karma Shar-ston, respectivamente. Todo encajaba. Informaron a la familia que su hijo era la reencarnación de un importante lama, sin especificar de quién se trataba, y comenzaron los preparativos para el largo viaje a Lhasa.
El 21 de febrero del año 1940, la ciudad de Lhasa estaba en festividades para recibir al decimocuarto dalái lama. A los 15 años, asumiría las riendas políticas de Tíbet, un hecho que pocos podían prever que lo llevaría años más tarde a cruzar los Himalayas hacia la India, donde residiría permanentemente.
Cambios de era, renacimientos inesperados
Al cumplirse nueve décadas desde el deceso del decimotercero dalái lama, la incertidumbre en torno a la reencarnación está nuevamente en el aire del budismo tibetano. El pasado marzo, Tenzin Gyatso anunció en Dharamsala, donde ha estado exiliado desde 1959, a un niño de ocho años como la reencarnación del último Jetsun Dhampa , una de las personalidades más relevantes de su fe, fallecido en 2012.
Uno de los mentores de esta búsqueda espiritual fue el decimosexto Oráculo de Nechung, quien encontró al dalái lama hace 85 años y ha tenido múltiples encuentros con el joven y sus padres. En una entrevista reciente con un reportero de The Economist, reveló el extremo cuidado que han tenido para mantener el asunto en reserva y evitar interferencias por parte de China, especialmente después de la polémica selección del panchen lama.
La elección polémica del panchen lama
Hace casi tres décadas, el dalái lama identificó a un niño de seis años como la nueva reencarnación del panchen lama. No obstante, las autoridades chinas, preocupadas por la posibilidad de que se convirtiera en un líder en el exilio, lo detuvieron días después. Desde entonces, se desconoce el paradero del que ha sido considerado el preso político más joven de la era moderna. China lo reemplazó con un monje llamado Gyaltsen Norbu , que ostenta el título, pero carece de influencia tanto en Lhasa como en Dharamsala.
¿Un Dalái Lama nacido en Estados Unidos?
Teniendo en cuenta estos antecedentes, el lugar de nacimiento del recién identificado Jetsun Dhampa es significativo: Florida. Aunque el actual líder espiritual ha sido evasivo en cuanto a su propia reencarnación, ha señalado que su sucesor nacerá en una nación libre, excluyendo de esta manera a China y Tíbet. Esto ha alimentado aún más las especulaciones. El próximo dalái lama podría ser de cualquier parte del mundo: París, Roma, Texas y podría ser de cualquier género.
También ha contemplado la opción de seleccionar su propia reencarnación en vida, al estilo del último cónclave papal. Incluso ha planteado la posibilidad de que él pueda ser la última reencarnación del dalái lama. Sea cual sea su elección, ha prometido que se la comunicará por escrito a sus más cercanos cuando cumpla los 90 años.
Los planes de China son diferentes
Pero como sucedió en el caso del panchen lama, parece inevitable que la voluntad del dalái lama choque con la de China. En 2008, el Gobierno chino publicó un reglamento donde establece quién tiene la última palabra en el proceso de reencarnación. Según fuentes recientes, como The Economist , funcionarios chinos han estado trabajando en sus propios planes para el futuro del Tíbet y su próximo líder espiritual.
Ahora, con 88 años, Tenzin Gyatso comienza a redactar las últimas líneas de su agitado reinado en el exilio. Tal vez el decimoquinto dalái lama ya haya nacido y está entre nosotros. Quizás sólo lo saben el Oráculo de Nechung o los gobernantes de Pekín. Pero merece la pena recordar que la última vez se anunció una reencarnación siete años después del fallecimiento del decimotercero dalái lama. El viaje hacia la iluminación toma su tiempo.