¿Tienes hambre todo el tiempo? 8 razones por las que no calmas tu apetito

¿Tu apetito no se calma y no puedes dejar de comer todo el tiempo? ¿Al poco rato de comer vuelves a sentir hambre? En este artículo te contaremos las principales razones por las que tu estómago parece ser insaciable.





Si lo primero que se te viene a la mente es una tenia, no te preocupes, tener una parásito de este tipo es una de las opciones menos probables que pueden estar causando tu voraz apetito. No obstante, permanecer mucho tiempo en las redes sociales, descuidar tu higiene del sueño o llevar una mala alimentación son algunos de los factores que pueden estar desatando tu hambre desmedida.

Si esa insaciabilidad es constante y supone para ti un motivo de preocupación temiendo que puedas tener algún trastorno o problema de salud, te explicamos lo que puede estar ocurriendo tras la anormal sensación.

8 razones por las que no calmas tu apetito

1. Te vas demasiado tarde a la cama y no duermes lo suficiente

Al dormir poco y de manera desordenada, se alteran tus ciclos circadianos y a su vez, las hormonas del apetito. Así entonces, aumenta la grelina (y con ella el hambre) mientras que disminuye la leptina (que es la que ayuda a sentirnos satisfechos). Por otro lado, dormir poco lleva a que se incrementen los niveles de una sustancia en nuestro cuerpo que hace que comer sea más placentero, según lo indica un estudio que publicó la Universidad de Chicago en 2016.

2. Pasas por alto el desayuno o desayunas mal

De acuerdo con una investigación realizada por investigadores de la Universidad de Missouri, las mujeres que tomaban un desayuno rico en proteínas se sentían menos hambrientas y más llenas a lo largo de la mañana, e incluso consumían menos calorías a la hora del almuerzo, en comparación con aquellas que pasaban por alto el desayuno o su contenido era bajo en proteínas.

3. No tienes suficientes grasas

Si bien es cierto que haces bien cuando evitas los alimentos procesados, las grasas trans y las saturadas, también es imprescindible que incluyas en tu dieta macronutrientes como las grasas sanas. Al igual que las proteínas y la fibra, estas grasas pueden ayudarte a no sentir hambre, dado que ralentizan el vaciado del estómago y estimulan la liberación de las hormonas relacionadas con la saciedad.

Grasas saludables como el aceite de oliva, las nueces, las semillas y los aguacates son ricas en calorías, así que consume las porciones adecuadas. La American Heart Association recomienda que los adultos sanos limiten la grasa del 20 al 35 por ciento del total de calorías diarias (o de 44 a 78 gramos para una dieta de 2000 calorías).

4. Necesitas más agua

Esas punzadas de hambre pueden ser en realidad tu cuerpo diciéndote que tienes sed. Entonces, antes de tomar un bocadillo de la despensa, bebe un poco de agua y espera un poco para ver si desaparecen tus antojos. Según un estudio publicado en el Journal of Human Nutrition and Dietetics en 2016, mantenerte hidratado también contribuye a controlar tu apetito y peso. Científicos estudiaron los hábitos dietéticos de más de 18.300 adultos y encontraron que la mayoría de las personas que aumentaron su ingesta diaria de agua en una, dos o tres tazas redujeron hasta 205 calorías diarias, y redujeron su consumo de grasas saturadas, azúcar, sodio y colesterol.

5. Te estresas todo el tiempo

Cuando te estresas de forma constante, los niveles de la hormona cortisol permanecen altos, lo que desencadena las hormonas del hambre. Además, el cortisol crónicamente elevado produce glucosa, lo que conduce a un aumento de los niveles de azúcar en sangre y resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. En este estado, cuando la glucosa en sangre es alta pero la insulina no funciona normalmente, el hambre aumenta, porque el cuerpo cree que las células se mueren de hambre.

6. Comes pan blanco (todavía)

¿Acaso no has escuchado la recomendación de pasarte a las versiones integrales? Contienen fibra, por lo que son más saciantes; contienen más nutrientes, por lo que son más saludables y son una buena fuente de carbohidratos complejos.

Un estudio publicado en BMC Public Health en 2014 proporciona otra razón para romper el hábito del pan blanco: los investigadores rastrearon los hábitos alimenticios y el peso de más de 9.200 graduados universitarios españoles durante un promedio de cinco años y encontraron que aquellos que comían solo pan blanco eran más propensos a tener sobrepeso u obesidad que aquellos que preferían el pan integral.

7. Dejas pasar mucho tiempo entre comidas

De cuatro a cinco horas de diferencia es lo correcto. Si vas a estar más cerca de las seis horas, come un pequeño refrigerio en el medio. Comer a tiempo te permite reconocer mejor las señales de hambre y saciedad. También permite que tu cuerpo digiera por completo los carbohidratos complejos y las proteínas, lo que puede ayudar a mantener un metabolismo saludable. Asegúrate de que tus comidas estén equilibradas con alimentos ricos en nutrientes como cereales integrales, frutas y verduras, lácteos y proteínas magras.

8. Ves muchas imágenes de comida en tus redes sociales

Según una revisión científica publicada en la revista Brain and Cognition en 2016, cuando vemos una imagen atractiva de algún alimento en las redes sociales, la sangre corre a las partes de nuestro cerebro asociadas con el gusto. Entonces, incluso si no tenemos hambre físicamente, queremos comer.

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