Mito o realidad: ¿Usamos solo el 10% de nuestro cerebro?

¿Cuánto de nuestro cerebro empleamos durante el día?

En el año 1936, el autor Lowell Thomas, en su introducción al libro de Dale Carnegie «Cómo ganar amigos e influir en las personas», afirmó lo siguiente:

El profesor William James de Harvard solía mencionar que el hombre promedio solo aprovecha un 10% de su capacidad mental latente.





Esta aseveración cobró fama y más de uno sostuvo que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro. ¿Es cierto?

Aunque no está claro si James, a quien se le considera el fundador de la psicología americana, fue quien originó tal creencia, es indudablemente incorrecta.

Erin Hecht , profesora adjunta de neurociencia evolutiva en la Universidad de Harvard, dice que:

En realidad, siempre estamos utilizando la totalidad de nuestro cerebro.

Para Julie Fratantoni , neurocientífica cognitiva y jefa de operaciones del proyecto BrainHealth en la Universidad de Texas, Dallas, se trata de un mito muy curioso. Inicialmente, no tiene claro a qué hace referencia ese 10%, por lo que pregunta:

¿Se refiere a un 10% del gasto energético? ¿A un 10% de la actividad eléctrica? ¿A los niveles de oxígeno en sangre?.

Este mito es tan popular que los estudiantes de la profesora Hecht siempre le preguntan acerca de él. Y comenta:

Siempre les digo en mis clases, si solo estás utilizando el 10% de tu cerebro, seguramente estás conectado a un ventilador.

Hecht equiparó la actividad cerebral a la actividad del corazón cuando estamos en reposo; el corazón sigue funcionando incluso cuando no está al máximo de su capacidad. Asimismo, todo el cerebro y sus células, conocidas como neuronas, están siempre activas, incluso a un nivel básico. Y agrega:

Las neuronas deben mantener un cierto nivel de actividad para mantenerse saludables.

De acuerdo con Fratantoni y Hecht, aunque el cerebro se divide en regiones específicas, el órgano trabaja a través de varias redes. Ninguna región actúa por sí sola. Fratantoni mencionó como ejemplo la red de modo predeterminado, la cual involucra varias áreas cognitivas para procesar el pensamiento y las interacciones sociales.

¿Cómo sabemos qué partes del cerebro están activas? La mejor herramienta que poseemos para medir la actividad cerebral es la resonancia magnética funcional (fMRI). Esta técnica de neuroimagen requiere que una persona se acueste en un escáner tubular mientras responde a diferentes estímulos. El escáner registra los cambios en el flujo sanguíneo cerebral, lo cual indica un mayor uso de energía en diferentes regiones.

Como explica Hecht:

La teoría es que las partes del cerebro que reciben más sangre queman más energía y por ende están más involucradas en lo que estás pensando.

Nuestro cerebro requiere menos recursos para las habilidades que ya dominamos. Cuando practicamos una habilidad, nuestro cerebro cambia de formas observables. Primero, el tejido cerebral asociado con esa habilidad se expande físicamente, según Hecht. Ella comenta que los investigadores suponen que este crecimiento puede provenir de las neuronas que se ramifican para conectarse con neuronas adyacentes, o de una mayor vascularización que permitiría un mayor flujo sanguíneo. Al mismo tiempo, cuanto más practica el cerebro una habilidad, más eficiente se vuelve y menos energía necesita. Y señala que:

Conforme te vuelves más competente en algo que estás aprendiendo a hacer, menos parte de tu cerebro está activa.

La energía mental, es decir, el esfuerzo consciente invertido para llevar a cabo una tarea, es otra manera efectiva de medir el uso personal del cerebro, según señala Fratantoni. Debido a que uno no puede evaluar científicamente la energía mental, esta métrica permite cierta subjetividad. La neurocientífica agrega que:

Lo que me parece que sería una mejor manera de pensar es, ¿sabes cuál es tu capacidad? ¿Qué podrías estar haciendo para alcanzar más de tu potencial máximo?

Para Hecht, la respuesta es practicar con diligencia cualquier habilidad que estés desarrollando.

En conclusión, la idea de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro no solo es errónea, sino que no tiene relevancia.

Hecht ha señalado que, tras sufrir un accidente cerebrovascular o una lesión grave, algunas personas pueden potenciar sus habilidades gracias a «otras partes del cerebro que asumen la función» que la región dañada desempeñaba. La mente, con su sorprendente adaptabilidad, puede reorganizarse cuando una zona se pierde o sufre daño, de modo que lo que constituye el 100% puede variar. A pesar de tener una porción del cerebro dañada o extirpada, todas las mentes tienen la habilidad de encontrar la forma de funcionar a pleno rendimiento.

También en GM

Destacamos