Al grupo exclusivo de multimillonarios que buscan detener el envejecimiento y alcanzar la eterna juventud gracias al proyecto ‘Blueprint’, se suma un nuevo miembro. Se trata de Larry Ellison, fundador de Oracle, quien, a pesar de haber alcanzado recientemente los 80 años, aparenta la vitalidad de alguien de 30.
Bryan Johnson, el CEO que ha hecho famoso su intento por revertir la edad biológica mediante la sangre de su hijo y creador de ‘Blueprint’, le da la bienvenida a este selecto club a Larry Ellison. Johnson elogia públicamente los esfuerzos del fundador de Oracle, destacando su «excelente control del envejecimiento biológico» para seguir pareciendo una persona joven.
Ellison, además de poseer un patrimonio neto de 206 mil millones, ha sido notable por su «brillo juvenil».
Bryan Johnson, un emprendedor tecnológico de 47 años, destina anualmente dos millones de dólares a proyectos orientados a combatir el envejecimiento. Ahora cuenta con nueva competencia, o mejor dicho, compañía, en su búsqueda de la eterna juventud.
Combatir el proceso natural e inevitable del envejecimiento ha sido una obsesión de Ellison durante mucho tiempo, como se refleja en un reciente artículo de Fortune. Al igual que Bryan Johnson, el fundador de Oracle ha invertido más de 350 millones de dólares en estudios sobre el envejecimiento y enfermedades relacionadas con la edad, motivado por lo que él denomina su «adicción a ganar».
El segundo hombre más rico del planeta y su deseo de ser joven
Ellison, la segunda persona más adinerada del mundo, ha aplicado el mismo nivel de urgencia a su salud personal. Según Fortune, consume jugo de zanahoria y dedica varias horas diarias al gimnasio. Gina Smith, cofundadora y editora de aNewDomain, relató que, durante los años 90 y 2000, cuando trabajó con Ellison, él solo bebía té verde y agua, y seguía una dieta basada en pescado, verduras y frutas.
Según el artículo, la muerte ha sido un concepto difícil de aceptar para Ellison. Su madre biológica lo abandonó cuando era niño, y su madre adoptiva falleció de cáncer mientras él asistía a la universidad. «La muerte nunca ha tenido sentido para mí», le confesó Ellison a su biógrafo Mike Wilson. «¿Cómo puede alguien estar presente y luego desaparecer, simplemente dejar de existir?»
Al igual que Ellison, Johnson también ha experimentado la pérdida de un ser querido. Johnson le ofreció transfusiones de sangre a su propio padre, quien, a sus 70 años, está recibiendo terapia genética y de células madre.
«Cuando sientes esa vitalidad por la vida, te rebelas contra la muerte», dijo Johnson a Fortune en febrero. «Eso me inspira. Entiendo que en un mundo donde la muerte es inevitable, parece un desafío imposible de vencer. En un mundo donde la muerte es solo una posibilidad, todo cambia. Mi padre representa eso».
La ambición de los multimillonarios: vivir para siempre
El interés por la eterna juventud está ganando terreno entre los multimillonarios. A Bryan Johnson y Larry Ellison se suman otros empresarios como Liz Parrish, conocida por ser la directora ejecutiva que se niega a envejecer. Parrish, tras someterse a terapia génica, ha logrado tener 52 años cronológicos y una edad biológica de 21. También se encuentra Dave Pascoe, quien, aunque tiene 60 años, aparenta la mitad.
Derrotar a la edad se ha convertido en una obsesión para personas como Larry Page, cofundador de Google, quien fundó Calico Labs, un laboratorio de investigación sobre el envejecimiento financiado con grandes recursos; y Jeff Bezos, fundador de Amazon, que junto con Yuri Milner creó Altos Labs, atrayendo a numerosos académicos para estudiar la reversión del envejecimiento celular. Peter Thiel, exdirector ejecutivo de PayPal, toma diariamente hormonas de crecimiento humano y tiene planes de ser criogénicamente preservado tras su muerte.
La búsqueda de la eterna juventud, a través de transfusiones de sangre y terapias hormonales, implica altos costos. Algunas voces creen que, si resulta exitosa, solo servirá para ensanchar las brechas entre ricos y pobres. «Cuanto más vivas, más acumulas riqueza», explicó Christopher Wareham, bioeticista de la Universidad de Utrecht, al Financial Times. «Y cuanto más rico seas, más influencia política posees».
