Aplazar el despertador, ¿sí o no? La ciencia revela beneficios inesperados

Este comportamiento frecuente en muchas personas, considerado anteriormente perjudicial para la salud, ha mostrado tener ciertos aspectos positivos según investigadores de la Universidad de Estocolmo.

Muchos, al abrir los ojos por la mañana, se enfrentan al desafío de levantar los párpados pesados y suelen encontrar la palabra «aplazar» en sus dispositivos electrónicos. Esta opción de dormir un poco más, a pesar de las advertencias científicas sobre sus posibles daños a la salud, sigue siendo muy atractiva.





Recientes investigaciones han eximido de culpa a quienes les cuesta salir de la cama, revelando que posponer la alarma varias veces (como de 6:30 a 7:00 a.m. con intervalos de 10 minutos) no solo no es dañino para la salud, sino que también podría aliviar la inercia del sueño, esa desagradable sensación de somnolencia que permanece tras un despertar abrupto.

Este estudio, realizado por psicólogos de la Universidad de Estocolmo y publicado en el Journal of Sleep Research , es pionero en desafiar las teorías existentes sobre el sueño fragmentado. Abre nuevas posibilidades para mejorar, desde una perspectiva científica, las prácticas relacionadas con una higiene del sueño adecuada.

Así afecta a la salud posponer la alarma

Un sondeo realizado en 2017 a casi 20.000 usuarios de relojes inteligentes mostró que la mitad de ellos posponía su alarma al menos una vez al día. A partir de este hallazgo, los científicos se preguntaron sobre las posibles repercusiones de esta práctica aparentemente insignificante en la salud.

El sueño, un proceso compartido con otros animales pero aún lleno de enigmas, se sabe que su fragmentación durante la nochepuede afectar la cognición y la respuesta emocional . No obstante, no se conocían los efectos de un breve retraso en el despertar.

En este estudio, los investigadores abordaron el tema desde dos perspectivas: analizaron las características de los participantes y sus motivos para retrasar el despertar; luego, investigaron los efectos inmediatos de posponer la alarma por 30 minutos en la estructura del sueño, la somnolencia, las capacidades cognitivas y el estado de ánimo.

Sorprendentemente, aquellos que posponían la alarma mostraron un mejor rendimiento en varias funciones cognitivas justo después de despertarse. También constataron que no había diferencias significativas en la calidad del sueño nocturno entre quienes posponían la alarma y quienes no. Sin embargo, en otras variables del estudio, no se alcanzaron conclusiones definitivas.

La alarma: enemiga de un buen descanso

Despertarse de manera no natural generalmente no es saludable, especialmente si se hace con un sonido fuerte y estridente. Otro estudio demostró que el tipo de alarma escogida influye directamente en la intensidad de la inercia del sueño: las melodías suaves aumentan la alerta, mientras que los sonidos agresivos pueden intensificar la somnolencia.

El cuerpo humano tiene un «reloj interno» que regula los ritmos circadianos , indicando cuándo dormir y cuándo despertar. Sin embargo, son nuestros hábitos los que pueden impedir un descanso adecuado. Por ejemplo, retrasar la hora de acostarse en favor del ocio puede ser perjudicial para la calidad del sueño.

Por tanto, despertar de forma natural antes de que suene la alarma, aunque a veces sea incómodo, puede ser una señal de que estamos manteniendo un patrón de sueño saludable.

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