Muchas personas subestiman a la alimentación, cuando el tipo de comida que consumimos influye en nuestra salud. De ahí que surge la frase “somos lo que comemos”, ya que también se relaciona con nuestros hábitos diarios.
La razón principal es que, en nuestros intestinos, habitan microorganismos conocidos como microbiotas, que impide el paso de los gérmenes presentes en muchos alimentos. También se encuentran, en menor medida, en otras partes del cuerpo.
Para que cumplan con su rol, es necesario mantener las microbiotas en buenas condiciones adquiriendo buenos hábitos. En el siguiente artículo, explicaremos sobre estos componentes y qué se debe hacer para cuidar la salud de estos microorganismos.
¿Qué es una microbiota y por qué es importante?
La microbiota es el término utilizado para referirnos a los microorganismos que están dentro de cada ser vivo. Pueden ser desde bacterias hasta hongos y virus, pero con funciones beneficiosas para el metabolismo. Así es que su rol en el cuerpo humano es el de actuar como escudo contra los gérmenes o microbios malignos.
Por ese motivo, es importante mantener a la microbiota saludable, ya que de ella depende la salud del sistema digestivo. Aparte, ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y regula el estado de ánimo, puesto que también se relaciona con el cerebro.
Funciones de la microbiota
Por un lado, la microbiota se encarga de consumir los alimentos que pasan por el intestino delgado y no los pueden digerir (como las fibras). Una vez finalizada la descomposición, se generan vitaminas K y B esenciales para el cuerpo.
Además de eso, también se encarga de producir otros compuestos benefeciosos, como los ácidos grasos. Estos brindan energía y son excelentes antiinflamatorios para las células intestinales.
Otra de sus funciones es la de actuar como entrenador del sistema inmunológico, de manera a que pueda reconocer qué microorganismos son malos para la salud. A su vez, estimula la mucosa intestinal para que ninguna sustancia nociva entre en la sangre, a la par que regula la inflamación.
¿Cómo afecta la microbiota a la salud mental?
Un estudio reciente asegura que las microbiotas tienen cierta relación con la salud mental, dado que el sistema digestivo está conectado con el cerebro. Se estima que ciertos productos podrían ser clave para combatir trastornos mentales, ya que estimularía la producción de dopamina y serotonina.
Si la microbiota se encuentra desequilibrada, podría permitir el paso de toxinas a la sangre y afectar al sistema nervioso. Por otro lado, también generaría la activación del hipotálamo, aumentando así la depresión y ansiedad.
De cualquier modo, este asunto debería tomarse con precaución y acudir con los profesionales correspondientes. Esto es especialmente importante si el trastorno es demasiado grave como para posponerlo por mucho tiempo.
Consejos para cuidar la microbiota intestinal
Desde que nacemos hasta que morimos, la microbiota intestinal permanece siempre en nuestro interior. Son las comidas, los hábitos y el estrés los que regulan su condición y equilibrio. Para mantenerla estable, es necesario cuidarla y seguir los consejos que mencionaremos a continuación.
Evitar la automedicación con antibióticos
El problema con los antibióticos es que, si se consumen sin receta médica, puede eliminar tanto los microorganismos buenos como malos que están en el cuerpo. Lo ideal es prescindir de ellos y solo tomarlos si realmente es necesario.
Consumir probióticos y prebióticos
Por un lado, están los probióticos, que son bacterias benignas presentes en ciertos alimentos, como el yogur. Estos ayudan a regular el intestino y permanecen junto con la microbiota el tiempo suficiente para fortalecerla.
Por el otro extremo se encuentran los prebióticos, que son sustancias que no se pueden digerir naturalmente. Es por eso que los microorganismos presentes en el cuerpo las consumen, generando nutrientes para mejorar la salud intestinal.
Si bien los probióticos y prebióticos se pueden encontrar en alimentos naturales (como la cebolla, el ajo o la kombucha), también están en forma de suplementos. Algunos son cafés de microbiota y cúrcumas latte, todos ellos disolubles en agua o leche.
Mantener una dieta balanceada
Además de consumir suplementos para la microbiota, también debemos prestar atención a los alimentos que consumimos en la dieta habitual. Lo ideal es mantener una dieta balanceada y rica en fibra, presente en frutas, verduras, semillas y nueces.
Por otro lado, no hay que olvidarse de tomar agua, ya que la hidratación también ayuda a regular la digestión y mantener a la microbiota saludable. Para los que viven en ambientes calurosos o realizan ejercicios regularmente, deberían hidratarte con mayor frecuencia.
Regular las emociones fuertes
Los problemas cotidianos son difíciles de controlar, por lo que es primordial saber regular las emociones y mantener la salud mental. Algunas actividades de relajación, como el yoga o la meditación, pueden regular la respiración y mantener el control del estrés.
Otros modos de evitar el estrés es tomando descansos en ciertos lapsos de tiempo y practicar ejercicios. Así, la mente también se relaja y logra concentrarse mejor en las tareas usuales del trabajo o estudio.
¿Qué consumir para cuidar a la microbiota?
Está más que claro que los alimentos ricos en fibra son los más recomendables, pero también es necesario incluir lácteos o productos fermentados. A su vez, los granos y las semillas poseen grasas saludables para otorgar energía al cuerpo.
Por otro lado, consumir suplementos como los que ofrecen Baia Food ayuda a cuidarla ya que provee de productos ricos en prebióticos y probióticos para estimular a la microbiota.
Entre los más populares se encuentra el Microbiotic Creamer, el cual es un café que mejora la hinchazón y, además, sabe delicioso. Otro de los productos disponibles en la empresa son el Chai Latter y el Cúrcuma Latte, que reducen la inflamación.
De cualquier modo, si optamos por uno u otro modo de consumo, es mejor acudir con un buen nutricionista. Así, podemos recibir una mejor orientación y saber qué clase de productos alimenticios es el más adecuado para la flora intestinal.