La adolescencia, que se define como el periodo de cambio entre la pubertad y la adultez, implica transformaciones significativas en aspectos psicológicos, emocionales y sociales. Esta fase frecuentemente se asocia con comportamientos rebeldes. Los jóvenes en esta etapa suelen mostrarse irritables, desafiantes y pueden inclinarse hacia el consumo de sustancias o involucrarse en actividades de riesgo.
Y es justo en la adolescencia cuando también se incrementa la susceptibilidad a desarrollar trastornos de salud mental, como la esquizofrenia.
De acuerdo con estudios neurocientíficos, la adolescencia se distingue por la maduración progresiva de la función ejecutiva y el desarrollo de capacidades cognitivas avanzadas como la toma de decisiones y la planificación, que ayudan a coordinar otras habilidades y comportamientos cognitivos. Surge la pregunta: ¿en qué momento de la adolescencia se completa exactamente este proceso de maduración?
Un estudio reciente , fundamentado en el análisis de «grandes datos», arroja luz sobre el momento preciso en que la función ejecutiva alcanza su madurez. Los hallazgos, publicados en la revista Nature Communications, establecen una clara distinción entre la adolescencia y la adultez, revelando el momento en que los jóvenes comienzan a pensar como adultos.
El estudio se enfocó en el desarrollo de la función ejecutiva , examinando cómo evolucionan procesos como la memoria de trabajo , el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva con la edad.
A diferencia de investigaciones previas que se centraban en un número reducido de jóvenes realizando una variedad de tareas o en un gran grupo de personas realizando pocas tareas, Brenden Trevo-Clemmens de la Universidad de Minnesota y su equipo compilaron datos de cuatro amplios estudios independientes. Esto resultó en una base de datos que incluye el desempeño de cerca de 10.800 individuos de entre 8 y 35 años en 23 distintas medidas de función ejecutiva provenientes de 17 tareas diferentes, permitiendo trazar un mapa detallado de la maduración de esta función a lo largo de la adolescencia.
El análisis reveló que el rendimiento en casi todas las tareas mejoraba con la edad. Las mejoras más notables se daban entre la adolescencia temprana y media (de 10 a 15 años), y aunque menos pronunciadas, aún había mejoras significativas entre la adolescencia media y tardía (de 15 a 18 años). El rendimiento en todas las medidas se estabilizaba a niveles adultos entre los 18 y 20 años.
Los autores del estudio concluyen que sus descubrimientos confirman y ofrecen evidencia directa y poco común de que la adolescencia es una fase de transición distintiva, durante la cual la función ejecutiva orientada a objetivos alcanza su plena madurez.
El Desarrollo del Cerebro y su Impacto en la Adolescencia
La corteza prefrontal (CPF), una estructura cerebral fundamental, experimenta un proceso de maduración extendido a lo largo de la adolescencia. Aunque esta maduración es significativa, investigaciones recientes con imágenes cerebrales indican que la CPF continúa su desarrollo incluso hasta la tercera década de vida, superando el periodo de maduración de la función ejecutiva observado en estudios anteriores.
Según explica Tervo-Clemmens:
La CPF juega un papel crucial en la función ejecutiva. Nuestra investigación se enfoca en el comportamiento determinado por tareas cognitivas computarizadas, sin medir directamente los procesos cerebrales.
Agrega que la madurez cerebral alcanzada alrededor de los 20 años podría ser clave para regular las variaciones diarias o contextuales, aspectos que no son completamente capturados por las evaluaciones cognitivas de laboratorio.
Creemos que tanto las trayectorias cognitivas como los cambios cerebrales son solo una parte de lo que define el fin de la adolescencia. Estos deben ser considerados junto con las respuestas emocionales y los marcos socioculturales para establecer los límites de esta etapa.
Tervo-Clemmens y su equipo planean extender sus investigaciones a entornos más cercanos a la vida real, evaluando la función ejecutiva en la vida cotidiana de los participantes, por ejemplo, mediante aplicaciones de teléfonos inteligentes, en lugar de limitarse a tareas de laboratorio.
Esto nos permitirá entender mejor las variaciones tanto individuales como colectivas, acercándonos a resultados más aplicables al mundo real. Además, queremos profundizar en estos hallazgos para analizar cómo se manifiestan los problemas de salud mental, que suelen aparecer durante la adolescencia y pueden estar relacionados con la función ejecutiva.