La capacidad de empatizar, es decir, sentir las emociones de otra persona y comprender cómo se siente, parece ser una cualidad poco común en muchos lugares del mundo en la actualidad.
Sin embargo, hay buenas noticias: según un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de investigadores, es posible fomentar la empatía y la compasión a través de la interacción social. Este estudio se basó en cuatro experimentos separados diseñados para evaluar cambios en la empatía, utilizando la participación de más de 50 voluntarios.
Los análisis realizados por los participantes revelaron que los niveles de empatía , tanto según sus propios informes como a través de escáneres cerebrales, tendían a cambiar después de presenciar las reacciones emocionales de otras personas. Este hallazgo sugiere que el cuidado y la preocupación por los demás podrían propagarse dentro de las comunidades si un número suficiente de personas demuestra estas cualidades. Además, este estudio sugiere que la falta de empatía también puede ser «contagiosa».
«Dependiendo de si se observaron reacciones empáticas o no, los niveles de empatía aumentaron o disminuyeron», explicó la neurocientífica Grit Hein , de la Universidad de Würzburg en Alemania.
En cada uno de los cuatro experimentos, se evaluaron inicialmente los niveles de empatía individual después de que los participantes observaron un vídeo en el que un manifestante experimentaba dolor en su mano, lo que estableció una línea base. Posteriormente, se les mostraron a los participantes vídeos de otras personas reaccionando a la misma situación, y se volvieron a medir sus niveles de empatía.
Los resultados indicaron que observar a otras personas responder con empatía tendía a aumentar los niveles de empatía en los participantes, mientras que presenciar ambivalencia los disminuía. Esto sugiere que la empatía que expresamos es bastante fluida y puede ser influenciada por las personas y el entorno que nos rodea.
Una de las pruebas consistió en el uso de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), que permitió a los investigadores analizar la actividad neuronal en regiones específicas del cerebro. Se observaron cambios en la región de la ínsula anterior, previamente asociada con la empatía. Mediante el empleo de modelos matemáticos, el equipo pudo demostrar que los cambios en la empatía probablemente se basan en el aprendizaje real más que en la mera imitación o en la complacencia hacia los demás.
«La buena noticia de nuestros estudios es que tenemos los medios para moldear la capacidad empática en adultos mediante medidas adecuadas en ambas direcciones», afirma Hein.
La empatía es una cualidad compleja que promueve relaciones altruistas y fortalece los lazos sociales, al mismo tiempo que proporciona a algunos individuos una ventaja sobre sus pares y vecinos. Incluso se ha sugerido que la capacidad de comprender la perspectiva de los demás puede ser fundamental para los fundamentos de la civilización moderna, según algunas investigaciones.
Este estudio no es el primero en sugerir que la empatía (o su ausencia) podría ser contagiosa , y los hallazgos pueden resultar útiles en una variedad de escenarios, especialmente en el ámbito laboral. Una atmósfera carente de empatía tiene el potencial de hacer que los empleados sean menos considerados y menos propensos a tener en cuenta los sentimientos de los demás, por ejemplo.
Según señala Hein:
Para que la empatía florezca a largo plazo, se necesita un entorno de respeto mutuo. Uno puede respetar a alguien sin sentir empatía hacia esa persona, pero desarrollar la empatía es un desafío si la otra persona no es vista como un ser humano digno de respeto, o si la sociedad acepta la falta de respeto.