Se han detallado una serie de consejos que tienen como referencia uno de los estudios realizados por los investigadores de la compañía de genómica Leucine Rich Bio y el Instituto y Centro de Investigación del Cáncer Rajiv Gandhi, en India. Estos señalan que la presencia de ARN Cov2 del SARS en las heces de algunos pacientes, y diarrea en otros, sugiere un vínculo entre el pulmón y el intestino.
Los resultados de la investigación han sido publicados en la revista científica ‘Virus Research‘. En la publicación sostienen que además de las terapias actuales, se debe perfilar la microbiota intestinal del paciente. En este sentido, recomiendan una dieta eficaz que incluya prebióticos especializados, como FOS y GOS, y varias cepas de probióticos lactobacilos para mejorar la disbiosis intestinal. De esta forma, buscan optimizar también la respuesta inmunitaria general en los pacientes.
El cuidado de la microbiota en tiempos de COVID
Los investigadores sugieren que “esto se puede hacer perfilando la microbiota intestinal de los pacientes individuales y recomendando una dieta eficaz que incluya prebióticos y probióticos especializados como FOS, GOS y varias cepas de lactobacilos”. Según los expertos, esto puede mejorar y acelerar la recuperación, especialmente en ancianos o en pacientes inmunodeprimidos que están infectados con el virus SARS-Cov2.
El estudio indica que “otra línea de acción puede ser proporcionar profilácticamente suplementos especializados a los cuidadores que están en primera línea para abordar esta enfermedad”. Destacan la importancia de una estrategia nutricional eficaz y alimentos funcionales específicos dirigidos a la microbiota para un concreto grupo de la población.
Estas recomendaciones se basan en que los pacientes de edad avanzada, inmunodeprimidos y con otras comorbilidades (como diabetes tipo 2 o trastornos cardiovasculares) no logran combatir el Covid-19. En estos casos, un desequilibrio general de la microbiota intestinal llamado “disbiosis” está implicado en tales pacientes.
Beneficios de los probióticos y prebióticos
Según el informe que se ha publicado recientemente, “la eliminación de ciertas bacterias intestinales mediante antibióticos conduce a una mayor susceptibilidad a la infección por el virus de la gripe en los pulmones”. Además, varios metabolitos y fragmentos bacterianos pueden modular la respuesta inmune pulmonar. Por lo tanto, es muy posible que la disbiosis intestinal también influya en la manifestación clínica de COVID-19. Se sabe que la acción microbiana sobre la fibra dietética aumenta los ácidos grasos de cadena corta en la sangre, protegiendo así contra la inflamación alérgica en los pulmones.
Cabe destacar que los prebióticos como el salvado de trigo y los fructooligosacáridos (FOS) y galactosáridos (GOS) aumentan los niveles de butirato. Esto permite reducir la inflamación, lo que mejora las condiciones en el asma y la fibrosis quística.
En este sentido, apuntan que “los estudios con modelos de ratones han demostrado que la introducción de bacterias probióticas como Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium lactis y Bifidobacterium breve pueden regular negativamente la respuesta alérgica. Asimismo, la administración de Lactobacillus casei Shirota o Lactobacillus rhamnosus GG en pacientes con fibrosis quística mejora sus condiciones”.
La microbiota intestinal es maleable y está modulada por la dieta, por lo que se deben implementar estrategias dietéticas personalizadas. A pesar de todo, los investigadores aclaran que se necesita más investigación sobre el efecto de COVID-19 en el perfil de la microbiota intestinal y viceversa.
Investigaciones anteriores
Por otra parte, un equipo de científicos de Hong Kong ha llevado a cabo un estudio piloto que investiga los cambios en los microbiomas fecales de pacientes con infección por SARS-CoV-2. El análisis se ha llevado a cabo durante la hospitalización, teniendo en cuenta las asociaciones con la gravedad y la diseminación fecal del virus.
El equipo hongkonés realizó análisis de secuenciación metagenómica con muestras fecales de 15 pacientes con COVID-19, del 5 de febrero al 17 de marzo de 2020. Dichas muestras se recolectaron 2 ó 3 veces por semana desde el momento de la hospitalización hasta el alta.
La enfermedad se clasificó como leve (sin evidencia radiográfica de neumonía), moderada (hubo neumonía), grave (frecuencia respiratoria ≥30 / min o saturación de oxígeno ≤93% al respirar aire ambiente) o crítica (insuficiencia respiratoria que requirió ventilación mecánica, shock o insuficiencia orgánica que requiera cuidados intensivos). Más adelante, se compararon los datos del microbioma con los de 6 sujetos con neumonía adquirida en la comunidad y otros 15 sanos. Para ello, evaluaron los perfiles del microbioma intestinal en asociación con la gravedad de la enfermedad y los cambios en la diseminación fecal del SARS-CoV-2.
Respecto a los resultados, revelaron que los pacientes con COVID-19 tenían alteraciones significativas en los microbiomas fecales en comparación con los controles. Se caracterizó por el enriquecimiento de patógenos oportunistas y el agotamiento de los comensales beneficiosos, a lo largo de la hospitalización. “Los simbiontes empobrecidos y la disbiosis intestinal persistieron incluso después de la eliminación del SARS-CoV-2 y la resolución de los síntomas respiratorios. La abundancia inicial de Coprobacillus, Clostridium ramosum y Clostridium hathewayi se correlacionó con COVID- 19 gravedad”, sentenció el informe. Cabe señalar que hubo una correlación inversa entre la abundancia de Faecalibacterium prausnitzii (una bacteria antiinflamatoria) y la gravedad de la enfermedad.
En el transcurso de la hospitalización, Bacteroides dorei, Bacteroides thetaiotaomicron, Bacteroides massiliensis y Bacteroides ovatus se correlacionaron inversamente con la carga de SARS-CoV-2 en muestras fecales de pacientes. Los autores insistieron en que las estrategias para alterar la microbiota intestinal podrían reducir la gravedad de la enfermedad.
Presiones en Reino Unido
Los científicos más prestigiosos del Reino Unido solicitaron al secretario de salud del país, Matt Hancock, que evaluara el papel del microbioma intestinal en el coronavirus. Se apoyan en la evidencia que apunta a su impacto en la susceptibilidad y la recuperación de la enfermedad.
En la declaración firmaron el profesor Glenn Gibson y la Dra. Gemma Walton de la Universidad de Reading, también fueron apoyados por la Dra. Kirsty Hunter de la Universidad de Nottingham Trent. Concretamente, solicitaron “que se preste atención a la evidencia emergente, pero convincente, de que la salud intestinal puede estar relacionada con COVID-19”.
La declaración destaca el papel de los probióticos y prebióticos con referencias a su eficacia para reducir la incidencia y duración de las infecciones comunes del tracto respiratorio superior. “Algunos probióticos y prebióticos actúan regulando la inmunidad, incluidas las propiedades antiinflamatorias. Otros mecanismos de efecto incluyen la mejora de la competencia de la barrera epitelial intestinal con patógenos, la acidificación del intestino y la adhesión al epitelio intestinal”, han añadido los expertos británicos.
No obstante, en la actualidad no se ha demostrado que estos nutrientes puedan tener la capacidad de controlar mejor los síntomas asociados con COVID-19, “la investigación está en curso”, han añadido.
Referencias
Dhar D, Mohanty A. Gut microbiota and Covid-19- possible link and implications. Virus Res. 2020 Aug;285:198018.