Les ocurre a todas las personas cuando suben a un avión y está a punto de despegar. Una vez abrochado el cinturón y estar listos para escuchar al capitán, inicia el ascenso. No obstante, en ese momento los oídos parecieran estar taponados y un dolor cada vez más intenso comienza a manifestarse. ¿A qué se debe esa sensación y cuál es la manera correcta de darle una solución?
Bajo presión
Los oídos se tapan por la presión de la Tierra. Es decir, toda la superficie del planeta está constituida por una espesa “sopa” atmosférica que genera la sensación. La atmósfera tiene un comportamiento similar al de los océanos, aunque solo tiene una pequeña fracción de su densidad. La presión del agua aumenta a medida que se va a mayor profundidad, igual sucede con la presión del aire que se ve incrementada al acercarse al nivel del mar. En los 2 escenarios mientras más se profundiza, hay más agua o aire por encima.
La misma evolución del hombre le ha hecho ignorar el peso de la atmósfera. Sin embargo, la capacidad de escuchar lo requiere. Para entender mejor el proceso puede decirse que las ondas de sonido viajan desde el oído externo al interno por intermedio del tímpano. La membrana sirve además para bloquear líquidos, aunque sí permite el paso de las reverberaciones atmosféricas. Esto necesita que en ambos lados del tímpano la presión de aire sea más o menos igual.
El cuerpo sabe adaptarse a esas condiciones y por lo general iguala la presión sin ningún contratiempo entre el oído externo y el medio. Para ello existe un canal que corre a la garganta y que es llamado trompa de Eustaquio. Su labor es facilitar que el aire vaya del oído interno a la garganta. Los tubos se unen al tensor de los músculos veli palatini en el paladar blando. El “pop” que se escucha es el momento cuando las presiones se igualan.
En el avión
En el caso de viajar en un avión que sube rápidamente tras el despegue, la presión adentro disminuirá mientras permanece constante la del oído interno. Esto hace que el tímpano comience a abultarse hacia afuera. En el caso de salir a bucear la mayor presión del oído externo genera que el tambor se abulte hacia adentro. En cualquiera de los casos se presenta una reducción de la capacidad auditiva debido a que la membrana no transmite el sonido, generando la sensación de estar taponado.
Cuando la persona traga fuerte, por ejemplo, la trompa de Eustaquio se abre sola, pero al presentarse una infección del tracto respiratorio es probable que no se abran debido a que la garganta está hinchada. Al estar cerrado no hay una ecualización de la presión, lo que será muy incómodo al viajar en avión.
Hay casos en los que las personas intentan taponar la nariz, cerrar la boca y soplar. La intención es forzar el aire que hay en los pulmones hasta los tubos para estabilizar la presión. En estos casos hay riesgo de soplar fuerte y romper el tímpano. También es posible que se traslade mucosidad infectada desde la garganta a las trompas de Eustaquio, lo que generará una infección del oído medio.
La solución
En caso de sufrir un resfriado el consejo es llevar un descongestionante previo al despegue para minimizar la cantidad de moco que hay en la garganta. Otras recomendaciones a aplicar cuando la persona sienta que la presión comienza son las siguientes:
- Mantener la boca y la nariz cerrada
- Mover la cabeza a la derecha hasta que la barbilla esté en contacto con el hombro
- Tragar fuerte hasta sentir que en la oreja izquierda haga “pop”
- Girar la cabeza a la izquierda para que la barbilla toque el hombro
- Tragar para que la oreja derecha alivie la presión
- Seguir haciendo los movimientos hasta que el avión alcance la altitud crucero. Iniciar de nuevo el proceso cuando el avión inicie el descenso.
El proceso ya ha sido completado. En este punto los oídos ya deben estar destaponados para disfrutar del vuelo… a no ser que el bebé que está en la fila 15 comience a llorar.