El pontificado de finales del siglo XV a cargo del Papa Alejandro VI estuvo colmado de sobornos, nepotismo y escándalos sexuales; un legado por el que se le conoce como el Papa más corrupto en la historia de la Iglesia Católica. El joven de nombre secular Rodrigo Lanzol y de Borja sobornó para alcanzar y mantener el poder, usando su posición para enriquecer a sus familiares y amigos.
Pero en sus fechorías no estuvo solo. La «destacada» historia de su familia está plagada de actos ilegales y asesinatos, incluidos rumores de fratricidio e incesto entre los propios hijos del Papa Alejandro VI.
No obstante, algunos historiadores señalan que quizás el Papa Alejandro VI realmente no fue tan malo como dicen.
El turbio camino de Rodrigo de Borja hacia el papado
Rodrigo de Borja nació en 1431 en la ciudad española de Játiva, cerca de Valencia. Los miembros de la infame familia Borja eran nobles españoles que obtuvieron poder y riqueza en España y en toda la península italiana durante el Renacimiento al conseguir cargos cívicos y eclesiásticos de alto nivel. Los Borja alcanzaron posiciones aún más altas tras el nombramiento papal del tío de Rodrigo, Alfonso de Borja , quien se convirtió en el Papa Calixto III en 1455.
Los nombramientos de Calixto III para ocupar cargos en la Iglesia incluyeron a dos de sus sobrinos como cardenales, uno de ellos Rodrigo de Borja, de 25 años. Un año después, nombró al futuro Papa Alejandro VI como vicecanciller de la Santa Sede, mejor conocida en la actualidad como el Vaticano .
Durante su juventud como cardenal, a Rodrigo se le describió como un hombre alto y guapo con una «extraordinaria habilidad» para manejar asuntos de dinero y, según los informes, se involucró en nepotismo, sobornos y orgías desenfrenadas.
El sucesor de Calixto III, el Papa Pío II nombrado en 1458, quien mantuvo una relación aceptable con Rodrigo de Borja, advirtió sobre sus festejos sexuales que calificó como «actos indecorosos» .
Para aquella época, era común que los hombres de alto nivel tuvieran amantes. Rodrigo de Borja tuvo dos famosas amantes: Vannozza dei Cattanei y Giulia Farnese, ambas mujeres nobles casadas. La controversia surgió cuando Borja reconoció abiertamente que de estas relaciones nacieron siete hijos, aunque los historiadores creen que no fueron los únicos y que tuvo más hijos ilegítimos cuyo rastro se ha perdido en la historia.
Aún así, la cuestionada vida amorosa de Rodrigo de Borja no fue obstáculo para convertirse más tarde en el Papa Alejandro VI, un nombramiento que le permitió intensificar sus fechorías.
El escandaloso papado de Alejandro VI
Con la muerte en 1942 del Papa Inocencio VIII se generó una lucha de poder entre los cardenales candidatos a Papa. De la misma forma que su tío, Rodrigo de Borja, a sus 61 años, sobornó acertadamente a casi todos los cardenales para conseguir sus votos y coronarse poco después como el Papa Alejandro VI.
Al asumir el cargo, el Papa Alejandro VI comenzó a usar su influencia para consolidar el poder y la riqueza de él y sus familiares. Entonces nombró a diez de sus parientes para el Colegio Cardenalicio, incluido su hijo César, de 18 años, y el hermano menor de su amante, Alejandro Farnesio , quien luego se convirtió en Papa.
Como si fuera poco, el Papa Alejandro VI dotó a sus aliados más cercanos con feudos en los Estados Pontificios y, con frecuencia, practicaba la simonía , el pecado de vender cargos eclesiásticos a cambio de bienes materiales.
Entre tanto, el pontífice gozaba de un lujoso estilo de vida saturado de costosas ceremonias impropias de un sucesor del apóstol Pedro. En 1500, proclamó el Jubileo y celebró de manera extravagante la ocasión. Al siguiente año, organizó la fiesta más infame de la historia papal.
El 30 de octubre de 1501, el Papa Alejandro VI y su hijo César llevaron a cabo la celebración conocida como el Banquete de las Castañas en el Palacio Apostólico Vaticano, la residencia oficial del Papa. Según los informes, fue una orgía de toda la noche en la que el Papa, su hijo y parte de su círculo íntimo (miembros del clero) disfrutaron de los servicios sexuales de 50 prostitutas.
Los historiadores modernos del Vaticano han puesto en duda si esta fiesta salvaje realmente se llevó a cabo, pero continúa siendo parte de la tradición que rodea a los Borja. El maestro de ceremonias papal Johann Burchard, quien dejó atrás el único relato del sórdido banquete del Papa, escribió en su diario :
Después de la cena, los candelabros con las velas encendidas fueron retirados de las mesas y colocados en el suelo, y las castañas fueron esparcidas alrededor, que las cortesanas desnudas recogieron, arrastrándose sobre manos y rodillas entre los candelabros, mientras el Papa, César y su hermana Lucrecia miraban. Finalmente, se anunciaron premios para quienes pudieran realizar el acto con mayor frecuencia con las cortesanas, tales como túnicas de seda, zapatos, pasadores y otras cosas.
Pese a las dudas planteadas por algunos historiadores del Vaticano, el diario de Burchard sigue siendo un recurso valioso como relato de primera mano de aquella noche de lujuria.
En otro pasaje, Burchard escribió:
Ya no hay crimen ni acto vergonzoso que no se realice en público en Roma y en la casa del Pontífice. ¿Quién podría dejar de horrorizarse ante los terribles y monstruosos actos de lujuria que se cometen abiertamente en su hogar, sin respeto a Dios ni al hombre? Las violaciones y los actos de incesto son innumerables y grandes multitudes de cortesanas frecuentan el Palacio de San Pedro, proxenetas, burdeles y prostíbulos se encuentran por todas partes.
Al final, fiestas como estas dejaron el papado de Alejandro VI, que culminó con su muerte menos de dos años después del banquete, sumido en un escándalo que enturbiaba aún más la ya infame reputación de toda la familia Borja.
La vida de la corrupta familia Borja
El Papa Alejandro VI no fue el único Borja involucrado en escándalos. Sus hijos, César y Lucrecia, ensuciaron aún más la reputación de la familia.
Tras renunciar como cardenal de su padre en 1498, la única persona en la historia que lo hizo, César de Borja participó en varias conquistas militares en toda Italia. Más tarde se casó con un miembro de la familia del rey francés Luis XII, otra alianza pactada por su padre.
César esperaba que este matrimonio le diera apoyo francés para sus planes de recuperar el control de los Estados Pontificios y tal vez incluso crear un nuevo «estado Borja» en Italia. En 1499, César dirigió el ejército papal y las tropas francesas en una campaña de cuatro años para hacer precisamente eso.
En la batalla, César favorecía los ataques furtivos tortuosos y era despiadado incluso con su propia gente. En 1502, cansados de servir a César, un puñado de sus comandantes se reveló. Conservando la calma, César usó fondos papales para reemplazar al ejército con mercenarios, luego envió un mensaje de que deseaba reunirse para reconciliarse. En la reunión, traicionó a sus antiguos comandantes de confianza y los ejecutó.
El ansia de poder y las maquinaciones interminables de César de Borja incluso le valieron la admiración del diplomático y escritor italiano Nicolás Maquiavelo . De hecho, la intrigante y desnuda ambición de César inspiró la obra más conocida de Maquiavelo, El Príncipe .
Conocido por su apetito por el derramamiento de sangre, incluso se creía que César estaba detrás del asesinato de su propio hermano Juan de Borja y Cattanei , aunque algunos historiadores ahora creen que su hermano menor Jofré fue quien lo asesinó debido a la relación que Juan mantenía con su esposa.
No obstante, cuando su padre murió en 1503, dejando a César sin respaldo papal para continuar con sus planes, se vio obligado a abandonar sus esperanzas de convertirse en un príncipe italiano.
Por otra parte, se dice que Lucrecia de Borja era una perversa mujer que disfrutaba envenenando a sus enemigos. Aunque los historiadores no han podido confirmar ninguno de los presuntos envenenamientos de Lucrecia, es bastante extraño que los enemigos de los Borja solían desaparecer repentina y misteriosamente.
Durante su vida, corrieron rumores de que la hija del Papa usaba un anillo con un compartimento secreto que contenía varias toxinas para poder matar sigilosamente en cualquier momento. La estrecha relación de Lucrecia con su padre, y su hábito de sustituirlo cuando no podía atender los asuntos papales, le permitieron acceder fácilmente a la comida y bebida de sus enemigos.
Al igual que su hermano, Lucrecia también se casó para forjar alianzas políticas, pero con la diferencia que lo hizo varias veces, pasando por tres matrimonios arreglados diferentes.
En 1493, cuando tenía 13 años, se casó con el Señor de Pesaro, Juan Sforza , pero no duró mucho. Alejandro VI pronto anuló el matrimonio después de que Sforza ya no fuera visto como un vínculo político valioso para los líderes de Milán. La anulación se realizó bajo la dudosa afirmación de que Sforza era impotente e incapaz de consumar su matrimonio de cuatro años con Lucrecia.
Aún así, en el momento de la anulación, se cree que Lucrecia estaba embarazada. Meses después de que terminó su primer matrimonio, nació un niño de ascendencia desconocida en la familia Borja. Alejandro VI emitió dos bulas papales con respecto al niño, primero reclamándolo como hijo de César, luego como propio.
Se sospechaba que Lucrecia había concebido al niño con un hombre llamado Pedro Calderón, quien luego apareció muerto cerca del río junto a la finca familiar. En cuanto al exesposo de Lucrecia, acusó a la hija del Papa de mantener relaciones durante su matrimonio con su propio padre y hermano.
Su segundo marido, Alfonso de Aragón y Gazela , el hijo ilegítimo del rey de Nápoles, fue atacado por misteriosos asesinos en 1500, aunque muchos sospechaban que el padre y el hermano mayor de Lucrecia, César, estaban detrás del asesinato porque se había aliado con Francia en contra Italia.
El tercer matrimonio de Lucrecia por motivos políticos resultó ser más duradero. En 1502 se casó con Alfonso I de Este , duque de Ferrara, con quien tuvo ocho hijos. Durante este matrimonio, se convirtió en una duquesa respetable. De hecho, algunos historiadores modernos creen que fue su familia corrupta la que la llevó a portarse mal en su vida anterior.
Quizás lo más notorio es que parte de esa corrupción puede haber involucrado el incesto. Durante su vida, la estrecha relación entre César y Lucrecia fue examinada por los enemigos de los Borja que afirmaban que tenían una relación incestuosa. Algunos incluso dijeron que Lucrecia estaba teniendo una aventura con su propio padre, pero los historiadores atribuyen en gran medida estas historias a rumores políticos.
Tales escándalos empañaron a los Borja a lo largo de la historia, y con razón dado que muchas de las fechorías reportadas realmente sucedieron. Pero es importante situar sus hazañas en el contexto de la era del Renacimiento , cuando las familias nobles de Italia como los Colonna, los Medici y los Della Rovere tramaron su camino hacia posiciones de poder a través de actos similares, si no peores.
Asimismo, otros corrompieron el papado mucho antes que el Papa Alejandro VI. En 1458, por ejemplo, el cardenal Guillaume d’Estouteville prometió recompensas lucrativas a cualquiera que votara por él. En esa misma época, el Papa Martín V , nacido Oddone Colonna, aseguró propiedades para sus familiares en el reino de Nápoles a lo largo de su papado.
Entonces, ¿por qué el Papa Alejandro VI y sus parientes Borja fueron más vilipendiados que sus pares? Los expertos creen que su identidad como forasteros españoles contribuyó a su infamia.
El Papa Alejandro VI murió en 1503 después de que una misteriosa enfermedad hiciera que su cuerpo se hinchara y se decolorara. Su muerte se produjo unos días después de una cena con el cardenal Adriano Castellesi, quien supuestamente fue objeto de un plan de envenenamiento por parte de César. Muchos sospecharon que el hijo del Papa había envenenado accidentalmente a su padre en lugar de a Castellesi. Otros historiadores, sin embargo, teorizan que el Papa había sucumbido a la malaria.
Pero incluso con la partida del Papa Alejandro VI, su sucio legado permaneció.
Julio II, quien sucedió a Alejandro, dijo célebremente:
No viviré en las mismas habitaciones en las que vivieron los Borja. Profanaron la Santa Iglesia como nunca antes.
De hecho, los Apartamentos Borgia o Aposentos Borgia (conjunto de seis salas en el Palacio Apostólico Vaticano) permanecieron sellados hasta el siglo XIX, más de 300 años después de que sus fechorías sacudieran el Vaticano hasta la médula.