Elon Musk recientemente advirtió que “la inteligencia artificial tiene el potencial de destruir la civilización”. ¿Cuánto hay de verdad en esta sombría predicción?
El avance tecnológico suele provocar miedo e inquietud. Siempre ha sido así y probablemente continuará siendo así. Un ejemplo de cómo la tecnología puede sorprender y atemorizar a las personas en su primer encuentro con ella lo podemos hallar en una célebre anécdota de la historia del cine. Cuando el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière organizaron la primera proyección pública de cine en el Grand Café de París, muchos espectadores saltaron de sus asientos y huyeron aterrorizados al pensar que el tren que se acercaba a la cámara iba a salir de la pantalla y atropellarlos.
Sin embargo, uno de los mayores temores al progreso tecnológico ocurrió décadas antes, con la llegada de la Revolución Industrial . Hoy en día, no cabe duda de que la Revolución Industrial se ve como uno de los períodos de mayor progreso de la humanidad. Impulsada por la invención de la máquina de vapor y el aumento de la disponibilidad de recursos naturales como el carbón y el hierro, la Revolución Industrial incrementó la capacidad de producción de bienes manufacturados a gran escala de manera inédita y eliminó gradualmente la necesidad de la mano de obra humana, que sería reemplazada paulatinamente por diversas máquinas.
Todo esto tuvo un efecto considerable en el empleo y las condiciones de trabajo, y numerosos empleados se vieron afectados por las transformaciones tecnológicas y económicas que estaban ocurriendo. A medida que la maquinaria y la tecnología progresaban, muchas labores que antes necesitaban mano de obra humana se volvieron más eficaces y productivas.
Como consecuencia, miles de personas perdieron sus empleos, reemplazados por máquinas. La oposición de muchos trabajadores y la resistencia a las nuevas tecnologías se manifestó en diversas huelgas que surgieron ante la perspectiva de que las empresas intentaran reducir costos y aumentar la productividad a expensas de despidos y sustituciones. No obstante, el cambio tuvo un efecto variado en el mercado laboral; mientras algunos empleos desaparecieron, surgieron nuevas oportunidades en sectores cada vez más especializados. Muchos perdieron sus empleos, pero otros, y la sociedad en general, terminaron beneficiándose de los cambios tecnológicos y económicos profundos de la época.
Una nueva “rebelión” de las máquinas
Hoy en día, presenciamos un proceso parecido. Mientras que la Revolución Industrial eliminó la necesidad de la mano de obra humana, actualmente vemos cómo, a una velocidad sin paralelo, las capacidades intelectuales humanas están siendo sustituidas de manera más eficiente por el progreso tecnológico: un proceso que, desde hace algunos años, está tomando un ritmo vertiginoso con el desarrollo de la inteligencia artificial.
Los ejemplos son incontables, desde inteligencias artificiales capaces de realizar diagnósticos clínicos con mayor precisión que cualquier médico experto, hasta aquellas capaces de componer sinfonías indistinguibles para los críticos musicales más experimentados. Llegamos al momento actual, en el que las inteligencias artificiales generativas como ChatGPT pueden crear textos, imágenes o vídeos en muchos casos indistinguibles de los realizados por seres humanos; algo que ya está provocando el temor de muchas personas a volverse obsoletas y perder sus empleos en un futuro cercano.
Pero más allá de este paralelismo, donde los temores podrían estar justificados objetivamente, no faltan las opiniones que van un paso más allá. Para algunos expertos en el campo de la tecnología y la IA, la inteligencia artificial representa una caja de pandora cuya apertura podría acarrear consecuencias imprevistas; algunos incluso argumentan, como si se tratase del argumento de una película de ciencia ficción como Matrix o Terminator, que estas podrían llegar a destruir el mundo o acabar con la humanidad.
¿Se encuentra nuestro futuro en peligro por la inteligencia artificial?
En una entrevista realizada por la cadena FOX a mediados de abril de este año, una de las personalidades más influyentes del mundo tecnológico en la actualidad, el fundador de compañías como Tesla, Space X y OpenAI, Elon Musk, lanzaba un mensaje contundente:
La inteligencia es mucho más que algo aplicable al diseño de naves espaciales, la optimización de la producción o la fabricación de coches; la inteligencia artificial tiene el potencial de destruir la civilización.
Para muchos, el mensaje de Musk podría parecer otro exceso atribuido a la personalidad característica del empresario, algo que podría ser cierto si no fuese porque su discurso se suma a la carta firmada por más de 1.000 personalidades del mundo tecnológico, entre otros el cofundador de Apple, Steve Wozniak, y el de Skype, Jaan Tallinn. En dicha carta, se aboga por una moratoria de al menos 6 meses en el desarrollo de la IA con el fin de planificar y gestionar adecuadamente el avance de esta nueva tecnología.
De hecho, entre las conclusiones de la carta, se afirma enfáticamente que ni los propios creadores de estas IA pueden predecir o comprender de manera fiable el rumbo que tomará la inteligencia artificial. Además, se plantean preguntas como: “¿Deberíamos permitir que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedades? ¿Deberíamos automatizar todos los trabajos? ¿Deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes e incluso capaces de reemplazarnos? ¿Deberíamos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización?”.
En un artículo publicado en la revista TIME, uno de los fundadores de la inteligencia artificial y líder del Instituto para la Investigación de Máquinas Inteligentes, Eliezer Yudkowsky, afirmó:
Para imaginar una IA sobrehumana hostil, no visualices un pensador inteligente y sin vida habitando en Internet y enviando correos electrónicos maliciosos.
Imagina toda una civilización alienígena, pensando a millones de veces la velocidad humana, inicialmente confinada a las computadoras, en un mundo de seres que, desde su punto de vista, son muy torpes y muy lentos. Una IA lo suficientemente inteligente no permanecerá confinada en las computadoras por mucho tiempo.
Aquí está la visión de uno de los creadores de este campo; una visión que, por lo que sabemos, no hace más que crecer y expandirse, entrenada masivamente con cada “prompt” o serie de comandos que miles de usuarios introducen cada día en diferentes IA con propósitos variados.
Así las cosas, algunas respuestas no se han hecho esperar, y una de las primeras instituciones en prohibir una de las IA más populares, ChatGPT, ha sido el gobierno de Italia. La medida se implementó a principios de abril, argumentando que violaba las regulaciones europeas de protección de datos. Con este precedente, otros países como Alemania parecen estar considerando medidas similares. Sin embargo, la pregunta fundamental que muchos se plantean es si, más allá de las leyes de protección de la privacidad, como ha sido el caso, una inteligencia artificial y autónoma podría llegar a invadir y vulnerar otros aspectos de la vida humana.
La IA y el fin de la civilización humana: ¿una nueva teoría conspirativa?
Por otro lado, hay quienes defienden la idea opuesta. La inteligencia artificial es y será, sin duda, una de las herramientas más poderosas, en todos los sentidos, a desarrollar durante la próxima década. El objetivo que persigan dependerá de las intenciones o intereses de sus creadores: desde el reconocimiento facial instantáneo y la monitorización en tiempo real de millones de personas que viven bajo el régimen chino, hasta el diagnóstico de todo tipo de enfermedades mediante un simple análisis de sangre y una enorme base de datos médicos.
En efecto, las posibilidades de la inteligencia artificial son prácticamente infinitas, y sus consecuencias, en gran medida, impredecibles. Aunque algunas opiniones apuntan a escenarios catastróficos y teorías de conspiración, otras voces sugieren que esos argumentos pueden caer en la falacia de la pendiente resbaladiza, donde se vincula un evento inicial con una consecuencia final sin justificar los eventos intermedios que llevarían a ese desenlace.
De cualquier modo, nos encontramos en un punto de inflexión en el que la tecnología humana podría superar la capacidad de sus creadores para controlar las posibles consecuencias de sus invenciones, como sucedió con las armas nucleares. Por lo tanto, es legítimo y necesario plantear preguntas sobre los caminos que esta nueva tecnología podría tomar.
La inteligencia artificial no solo puede mejorar nuestra vida en múltiples aspectos, sino que también puede convertirse en una carrera tecnológico-armamentística en la que las potencias mundiales compiten por el dominio. En este contexto, es crucial tener en cuenta estos aspectos al evaluar el futuro de la inteligencia artificial.
Aunque la idea de que una IA pueda acabar con la humanidad puede parecer improbable en este momento, es esencial reconocer que la inteligencia artificial tendrá un impacto significativo en nuestras vidas en los años venideros. Al igual que la Revolución Industrial, la inteligencia artificial puede llevarnos a lugares insospechados. Nos corresponde a nosotros decidir si huimos despavoridos o abrazamos esta tecnología, adaptándonos y aprovechando sus beneficios para construir un futuro mejor y más sostenible.