Vitaminas K1 y K2: diferencias y efectos en la salud del corazón

La ingesta de vitamina K2 está relacionada con un menor riesgo de enfermedad coronaria (CHD). En cambio, la vitamina K1 no lo está, según ha demostrado un estudio observacional recientemente publicado.

Investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública, la Universidad de Bergen, la Universidad de Oslo y el Centro de Expertos en Salud Oral en Noruega, han realizado un estudio acerca de la vitamina K. Se ha evaluado la asociación entre la ingesta de vitaminas K1 y K2 y los eventos de cardiopatía coronaria posteriores entre adultos de mediana edad que viven en el país nórdico.





La investigación se ha publicado en el British Medical Journal, según esta publicación, se establece el papel de la vitamina K en la regulación de la calcificación vascular. Asimismo, se ha demostrado que los pacientes con calcificación, tanto medial como intimal, tienen un mayor riesgo cardiovascular en comparación con pacientes similares sin calcificación. Por lo tanto, los resultados dicen que se podría esperar una asociación inversa entre la ingesta de vitamina K y la enfermedad coronaria (CHD).

Discrepancias entre las vitaminas K1 y K2

Sin embargo, de cara a los estudios observacionales previos sobre la asociación entre la ingesta de vitamina K y la enfermedad coronaria, se ha demostrado que los resultados son inconsistentes. En este sentido, algunos muestran un beneficio de K1, mientras que otros destacan una mejora relacionada con la vitamina K2.

El equipo de investigadores siguió a los participantes en el Estudio de Salud Hordaland (2.987 hombres y mujeres noruegos de entre 46 y 49 años), recogiendo pruebas desde el año 1997 hasta 2009. La dieta de referencia se evaluó mediante un cuestionario de frecuencia alimentaria del año anterior. Durante una mediana de seguimiento de 11 años, documentaron 112 casos incidentes de cardiopatía coronaria.

En los análisis ajustados, los investigadores no vieron ninguna asociación entre la ingesta de vitamina K1 y la cardiopatía coronaria. En cambio, descubrieron que había menor riesgo de cardiopatía coronaria asociada con una mayor ingesta de vitamina K2 ajustada en función de la energía. Un ajuste adicional por posibles factores de confusión dietéticos no cambió materialmente la asociación para K1, mientras que la asociación para K2 se atenuó ligeramente.

Declaraciones de los autores

El equipo dice que sus resultados deberían ayudar a aclarar la importancia de una ingesta diaria recomendada (RDI) específica de vitamina K2. No obstante, dado el número limitado de estudios epidemiológicos y el hecho de que las fuentes y el contenido de vitamina K en la dieta difieren entre los países, los investigadores señalaron que se necesitan más investigaciones.

Otros expertos han afirmado que este estudio se basa en el conjunto de pruebas que vinculan el estado de la vitamina K en el cuerpo con problemas de salud. Algunas de esas afecciones son la enfermedad arterial periférica, calcificación coronaria, demencia o la rigidez vascular en pacientes con enfermedad renal crónica, entre otras.

El vínculo común es la calcificación y la necesidad de ingestas adecuadas de vitamina K2 para inhibir esto en nuestro sistema circulatorio y en nuestros tejidos. Debido a su estructura molecular, la vitamina K2 puede moverse más allá del hígado para apoyar otros sistemas del cuerpo, como los huesos y la salud vascular, algo que la vitamina K1 no puede.

Salud ósea y cardiovascular

En la investigación han mostrado que la K1 no está relacionada con la salud cardiovascular, mientras que la K2 puede mejorar ambos sistemas del organismo.

Estos resultados reflejan lo que ya se había visto en estudios epidemiológicos previos, donde las poblaciones que consumen mucha vitamina K2 en la dieta tienen corazones más sanos y arterias más flexibles.

Referencias
Haugsgjerd TR, Egeland GM, Nygård OK, Vinknes KJ, Sulo G, Lysne V, Igland J, Tell GS. Association of dietary vitamin K and risk of coronary heart disease in middle-age adults: the Hordaland Health Study Cohort. BMJ Open. 2020 May 21;10(5):e035953.

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