En un artículo de 2018 explicamos sobre el mito de que un año humano corresponde a siete de perro. Sin embargo, los científicos tienen claro que no dejaremos de comparar nuestras edades con las de nuestros amigos caninos y ahora han desarrollado una nueva fórmula que busca una equivalencia más real.
La verdad es que el envejecimiento de los perros es muy distinto al de los humanos. Solo durante su primer año de vida, la madurez de un perro es mucho mayor que la de nosotros. Desde ese momento, todo varía en función de la raza y especialmente del tamaño del animal. Y es justo eso lo que hace más difícil establecer una fórmula universal capaz de cotejar los años de perro con los nuestros.
Metilación del ADN
Un grupo de científicos de la Universidad de California, dirigido por los genetistas Tina Wang y Trey Ideker, decidió entonces comenzar a trabajar en la compleja tarea. En esta oportunidad, la ecuación resultante está basada en datos mucho más serios, como la transformación del ADN con el paso de los años.
Se trata de la metilación, un proceso epigenético mediante el cual se agregan grupos metilo a las moléculas de ADN a medida que envejecen los mamíferos, lo cual puede modificar la actividad de un segmento de ADN sin alterarlo. La edad tanto de humanos como de perros puede ser medida a través de la metilación del ADN, y es lo que se denomina el reloj epigenético.
A partir de este mecanismo, los científicos se empeñaron en realizar la comparación del reloj epigenético de los humanos con el de los perros.
La edad humana de los perros
La vida útil de los perros puede variar enormemente: de 6 a 7 años para algunas razas grandes, como los mastines, y hasta 17-18 años para perros como los chihuahuas. Pero a pesar de esta variación, todos los perros exhiben una trayectoria de desarrollo, fisiológica y patológica similar. Así lo explicaron los científicos:
Una sola raza ofrece una fuerte homogeneidad del genoma, lo que aumenta la posibilidad de identificar factores genéticos asociados con rasgos complejos como el envejecimiento. Usamos perros labrador retriever para el estudio. Luego comparamos los datos de los perros con los perfiles de metilación publicados de la sangre de 320 humanos, con edades comprendidas entre uno y 103 años, y los de 133 ratones.
Utilizando la secuenciación dirigida, caracterizamos los metilomas de 104 Labrador retrievers que abarcan un rango de edad de 16 años, logrando una cobertura> 150X dentro de los bloques sinténicos de mamíferos. La comparación con los metilomas humanos revela una relación no lineal que traduce los años del perro al humano, alinea el momento de los principales hitos fisiológicos entre las dos especies y se extiende a los ratones.
Según los autores del estudio, las semejanzas resultaron mayores cuando se compararon perros jóvenes con humanos jóvenes, y perros mayores con humanos ancianos. Esta sincronía entre los relojes epigenéticos permitió a los científicos desprender una fórmula para calcular la edad humana de los perros:
Edad humana = 16ln (edad de perro) 31
A partir de la fórmula hay que multiplicar el logaritmo natural de la edad de tu perro en años por 16, luego agrega 31. Eso te dará la edad del perro en ‘años humanos’.
Puedes usar la calculadora de este enlace.
Resultados
Usando esta fórmula, en general, ciertos hitos tuvieron mucho sentido y coincidieron con lo esperado. Se encontró que siete semanas en perros correspondían con nueve meses en humanos, época en la que los dientes de leche brotan en cachorros y bebés. La esperanza de vida promedio de las dos especies también fue igual: 12 años para los labradores y 70 para los humanos.
No obstante, en otros casos no tuvo tanto acierto. Por ejemplo, los perros atraviesan la pubertad y llegan más rápido a la madurez sexual que los humanos (normalmente al año de vida), por lo que el período entre la adolescencia y la mediana edad no coincide:
Un Labrador de cinco años se calcula en alrededor de 56 años humanos, pero la metilación del perro se ralentiza a medida que envejecen, por lo que los humanos pueden ponerse al día.
Y, por supuesto, también hay que tomar en cuenta el problema de la variedad de razas que envejecen de forma diferente. Por lo que, quizás nunca tengamos una fórmula precisa ni universal para comparar nuestra edad con la de nuestros fieles amigos, pero una fórmula basada en el reloj epigenético es mucho más útil que simplemente multiplicar por siete.