Diana, princesa de Gales, pudo haberse salvado al trágico accidente de tráfico ocurrido durante la noche del 31 de agosto de 1997 en el Puente del Alma de París. Así lo considera el doctor Richard Sheperd, un destacado patólogo forense inglés que en el año 2004 analizó el fallecimiento de la princesa Diana y de quienes le acompañaban en el coche colisionado a solicitud de quien fuera el jefe de Policía de Londres en ese entonces.
El especialista dio a conocer públicamente el resultado de sus investigaciones por medio de su libro: ‘Unnatural Causes’ (‘Causas no naturales’), cuya síntesis fue publicada en 2019 por Daily Mail.
Trevor Rees-Jones, escolta del multimillonario egipcio Dodi Al Fayed, fue el único que pudo sobrevivir al choque. El hombre iba en el lugar del copiloto y llevaba puesto el cinturón de seguridad, lo que permitió que su cuerpo no se desplazara.
Por su parte, el conductor de la princesa, Henri Paul, así como la misma Diana y su compañero sentimental no iban con el cinturón asegurado. Producto del fuerte impacto, la también llamada ‘Condesa de Chester‘ se movió de frente, pero dado que pesaba menos no tuvo tantas heridas como Al Fayed y el conductor (quienes murieron al instante), y que se encontraba ubicada en la plaza detrás del escolta que tenía puesto el cinturón.
“Extraña herida en el lugar equivocado”
Según el doctor Sheperd, la princesa Diana “solo se fracturó unos huesos y sufrió una pequeña herida en el pecho”. Sin embargo, fue esa “insignificante” lesión —un diminuto corte en un vaso sanguíneo de uno de sus pulmones— la que terminó con la vida de Diana Frances Spencer. Una vena oculta que sangraba lentamente en la parte central del pecho.
Al llegar la ambulancia, la princesa aún era capaz de hablar y su aspecto era estable, por lo que la atención médica se centró en el escolta. “La extraña herida realmente era muy pequeña, pero se había dado en el peor lugar”, señala el patólogo.
Una vez la ingresaron a la ambulancia, Diana comenzó a perder la consciencia de forma gradual. Luego en el hospital sufrió un paro cardio respiratorio, y los galenos, después de múltiples intentos de reanimación la trasladaron al quirófano, donde lograron localizar el problema e hicieron un esfuerzo por reparar la vena. “Pero por desgracia, ya era demasiado tarde”, afirma Sheperd.
El especialista considera que la muerte de Diana se podría haber evitado “si el impacto contra el asiento delantero hubiese sido en un ángulo levemente distinto”, “si la velocidad a la que viajaban fuese sido […] menor”, “si la hubieran ingresado directo a la ambulancia”.
Aún sabiendo esto, el galeno resalta que la acción más importante para evitar la trágica muerte “solo podía depender de la misma Diana: si sencillamente se hubiese puesto el cinturón de seguridad“. De haber ocurrido eso, “quizás habría podido aparecer unos días después con un par de moretones, tal vez con dificultad para respirar por las costillas rotas y con un brazo en un cabestrillo”, concluyó el patólogo.