Con la muerte de Iósif Stalin en marzo de 1953 también terminó un brutal y prolongado mandato en la Unión Soviética. Desde 1922, gobernó con mano de hierro. Empujó a su país hacia la industrialización a toda costa y masacró a sus enemigos (y a cualquiera que percibiera como tal), provocando la muerte de unas 20 millones de personas. Pero, ¿cómo murió Stalin?
La muerte del dictador soviético fue un asunto largo y dilatado. Tras caer inconsciente el 1 de marzo de 1953, sus sirvientes y asesores perdieron tiempo, sin saber qué hacer sin su dirección. Eventualmente llamaron a los médicos, pero incluso los médicos temían molestar al dictador. Durante los siguientes 4 días, la condición de Stalin fue empeorando de manera lenta, mientras que era tratado por los médicos con sanguijuelas y compresas frías.
Al final, Iósif Stalin falleció el 5 de marzo. Pero aunque la causa oficial de su muerte figura como un derrame cerebral, algunos sospechan que en realidad fue envenenado por uno o varios de sus asesores que querían deshacer sus políticas o reformar la Unión Soviética.
De hecho, el legado de Stalin se derrumbó bajo la dirección de sucesores como Nikita Kruschev, quien rápidamente instituyó una política de “desestalinización”. Desde entonces, el paso del tiempo ha hecho que la causa de la muerte de Stalin sea aún más difícil de discernir.
¿De verdad Stalin murió de un derrame cerebral a la edad de 74 años? ¿O había algo siniestro detrás de este hecho?
De Ioseb Besarionis dze Jughashvili al ‘Hombre De Acero’
Mucho antes de convertirse en dictador soviético, Iósif Stalin era un joven georgiano llamado Ioseb Besarionis dze Jughashvili (más tarde rusificado como Iósif Vissariónovich Dzhugashvili). Nacido el 18 de diciembre de 1878 en Gori, Gobernación de Tiflis del Imperio ruso (hoy Georgia), Ioseb emprendió un ambicioso y violento camino hacia el poder.
Durante su infancia se vio como un niño inseguro y malhumorado. En su rostro se notaban las secuelas de la viruela, que padeció de niño, y su brazo izquierdo estaba algo deformado por un accidente de carruaje. Ioseb también sufrió bajo el control de su padre, un alcohólico violento que acostumbraba a golpear a su esposa e hijo.
Pero más tarde encontraría la clave de su grandeza (e infamia) en un lugar sorprendente.
Inscrito en el Seminario Teológico de Tiflis, el joven Ioseb comenzó a leer a Karl Marx. Encontró inspiración en el mensaje de Marx y abandonó el seminario en 1899 para convertirse en revolucionario.
Ioseb comenzó entonces a organizar huelgas y manifestaciones laborales, se unió al Partido Bolchevique y se reunió con Vladimir Lenin. En poco tiempo, cambió su nombre a Iósif Stalin, hombre de acero.
A medida que los bolcheviques subieron al poder, también lo hizo Stalin. Cuando Lenin tomó el control de la Revolución Rusa en 1917, Stalin se convirtió en el Secretario General del Partido Comunista. Y cuando Lenin murió en 1924, el joven de Georgia conquistó el vacío de poder que había dejado atrás.
Decidido a industrializar su país, Iósif Stalin comenzó a gobernar a la Unión Soviética con mano de hierro.
Durante las siguientes tres décadas, desató una serie de planes quinquenales con objetivos elevados (algunos dirían imposibles), lanzó a los disidentes a los campos de concentración del Gulag (Dirección general de Campos de Trabajo) e instituyó la Gran Purga para eliminar a cualquiera que percibiera como una amenaza.
Para comienzos de 1950, Stalin había guiado a su país a través de la Segunda Guerra Mundial y había dejado caer un «Telón de acero» entre Europa oriental y occidental. Y en 1953, algunos comenzaron a temer que se estuviera preparando para lanzar una nueva purga, o incluso comenzar una nueva guerra.
Ese enero ordenó el arresto de muchos médicos del Kremlin, la mayoría judíos, y los acusó de asesinar a líderes soviéticos. Al mes siguiente, ordenó también la construcción de cuatro nuevos campos de prisioneros.
Sin duda, la pretensión del dictador soviético era desatar más violencia, pero no alcanzó a ejecutar sus planes.
Iósif Stalin murió ese marzo. Y aunque la causa oficial de su muerte fue un derrame cerebral, algunos encuentran sospechoso el momento de su fallecimiento.
¿Cómo murió Iósif Stalin?
El 28 de febrero de 1953, unos días antes de morir, Iósif Stalin llamó a varios de sus asesores a su residencia personal, una casa de campo al sureste de Moscú conocida como la Dacha de Kúntsevo. Georgy Malenkov, su viceprimer ministro; Lavrentiy Beria, el jefe de la policía secreta; Nikita Kruschev, primer secretario del Comité Regional de Moscú; y Nikolai Bulganin, el ministro de defensa de Stalin, accedieron a reunirse en la casa.
Como recordó más tarde Kruschev:
Tan pronto como Stalin se despertaba, nos llamaba, a los cuatro, y nos invitaba a ver una película o comenzaba una larga conversación sobre una pregunta que podría haberse resuelto en dos minutos.
Como tal, nada era inusual en esta ocasión. Los hombres vieron una película, se sentaron a cenar y hablaron sobre los interrogatorios en curso. Se quedaron bebiendo hasta tarde y se fueron en la madrugada del 1 de marzo.
Nos despedimos del camarada Stalin y partimos. Recuerdo que cuando estábamos en el salón de entrada, como siempre, Stalin salió a despedirnos… Bueno, salimos muy animados… ya que durante la cena no había pasado nada. Esas cenas no siempre terminaron con una nota feliz.
Pero aunque Kruschev esperó al día siguiente una nueva invitación, su teléfono nunca sonó.
De hecho, nadie revisó a Iósif Stalin en todo el día. Nadie sabía que el dictador se había levantado en algún momento y, abatido por un aparente golpe, cayó al suelo. Allí permaneció hasta las 22:30 horas cuando un sirviente entró en la habitación y lo encontró tirado en el suelo en medio de un charco de orina.
Los sirvientes de Stalin lo trasladaron a un sofá y lo cubrieron con un manto. Pero en lugar de llamar a un médico, llamaron a sus asesores alrededor de la 1 am del 2 de marzo.
Kruschev afirmó que él y otros fueron a la residencia pero no vieron a Stalin.
Posiblemente temiendo su reacción al despertar, dijeron que no les parecía “apropiado” cuando el dictador se encontraba en “una condición tan impresentable”.
Sin embargo, otros testimonios señalan que al menos Lavrentiy Beria vio a Stalin. Según uno de los guardias de Stalin, Beria le dijo a uno de los sirvientes:
¿Por qué tienes tanto pánico? ¿No ves que el camarada Stalin está durmiendo profundamente? No lo molestes y deja de alarmarnos.
En todo caso, los cuatro hombres se fueron, solo para regresar unas horas más tarde al enterarse que Stalin aún no se había despertado. En ese momento, ya se consideraba un «tipo de sueño inusual».
Si bien los asesores de Stalin llamaron a los médicos, él mismo había hecho arrestar anteriormente a muchos de sus médicos personales. Así, en su condición de moribundo, el dictador fue tratado por médicos que desconocían su verdadero estado de salud.
Como recordó uno de los guardias de Stalin:
Tuvieron que examinarlo, pero sus manos estaban demasiado temblorosas. Para empeorar las cosas, el dentista sacó sus dentaduras y las dejó caer por accidente.
En silencio absoluto, trataron al dictador con sanguijuelas y compresas frías. Pero nunca despertó.
Iósif Stalin murió el 5 de marzo de 1953, alrededor de las 9:50 p.m.
Pero, ¿qué causó la muerte de Stalin? ¿Sufrió un derrame cerebral a la madura edad de 74 años?
Durante décadas, los historiadores han lidiado con esa pregunta. Y algunos han llegado a la conclusión de que Stalin fue, de hecho, envenenado por uno de los cuatro hombres de su círculo íntimo.
Las turbias consecuencias de la muerte de Iósif Stalin
Después de la muerte de Iósif Stalin, Nikita Kruschev tomó el poder. Rápidamente se apartó del legado de su antiguo jefe, y en un discurso durante el Vigésimo Congreso del Partido Comunista en 1956 le dijo a los soviéticos que Stalin había sido un “déspota” con un “culto a la personalidad” poco saludable y ajeno al marxismo-leninismo.
Stalin utilizó la represión y la aniquilación física. No solo contra enemigos reales, sino también contra personas que no habían cometido ningún crimen contra el partido y el gobierno soviético.
Como parte de la política de «desestalinización» de Kruschev, el cuerpo de Stalin fue sacado de la tumba de Lenin y enterrado junto al muro del Kremlin.
Y durante los años siguientes, la vida y gobierno de Stalin fueron juzgados y condenados en gran medida. Pero, ¿qué pasó finalmente con la muerte de Stalin? ¿Es posible que alguien haya envenenado al dictador?
Existe cierta evidencia de que Iósif Stalin murió envenenado. Para empezar, el relato oficial de la muerte de Stalin, entregado al Comité Central del Partido Comunista en junio de 1953 y mantenido en secreto durante mucho tiempo, omite un par de detalles importantes.
Afirma que Stalin sufrió un derrame cerebral el 2 de marzo, no el 1 de marzo. Y se olvida de describir cómo, el 5 de marzo, Stalin vomitó sangre.
La alteración de la fecha podría haber significado evitar que los asesores de Stalin se preguntaran por qué no actuaron más rápido. Pero el veneno podría haber causado una hemorragia estomacal que precedió a la muerte de Iósif Stalin.
De hecho, los médicos occidentales que examinaron el informe, que afirmaba que la causa de la muerte de Stalin fue un derrame cerebral, pensaron que el veneno podría haber causado sus síntomas. Especularon que alguien podría haber administrado al dictador una dosis por cinco o diez días de warfarina, un medicamento anticoagulante.
Incluso Kruschev insinuó que Stalin había sido envenenado. En sus memorias de 1970, Khrushchev Remembers, afirmó que Beria le dijo a otro de los asesores de Stalin:
¡Lo maté! Los salvé a todos.
Pero el relato insinuante de Kruschev se considera en gran medida políticamente sesgado contra Beria.
Entonces, ¿qué causó la muerte de Iósif Stalin? Puede que nunca sepamos a ciencia cierta.
Quizás murió de un derrame cerebral. O tal vez sus asesores, preocupados de que comenzara otra purga o incluso una guerra con Estados Unidos, tomaron el asunto en sus propias manos. Tal vez alguno de ellos o entre todos echaron anticoagulantes en su vino georgiano diluido y simplemente esperaron.