El origen y significado del beso: ¿instinto primitivo o señal de amor?

Desde hace miles de años, los besos han formado parte de nuestras vidas. De hecho, un equipo de investigación de la Universidad de Warwick ha querido ahondar en sus orígenes y su vínculo con la biología humana.

A lo largo y ancho del mundo, en cualquier momento, es probable que una pareja se esté reencontrando con un beso en un aeropuerto tras un largo tiempo sin verse. Esta escena, tan recurrente en las comedias románticas, representa una expresión universal de cariño y afecto. Pero, ¿por qué besarse y no, por ejemplo, tocarse la nariz, como hacen algunas especies animales? ¿Cuál es la raíz de este gesto tan humano?





Independientemente del lugar, ya sea en la India, en Bielorrusia o en Nicaragua, los besos han sido siempre una señal de cariño y conexión entre personas. Un ejemplo muy ilustrativo de esto es la figura en piedra conocida como «Los amantes de Ain Sakhri», que muestra a dos personas besándose y abrazándose hace unos 10.000 años.

De esta forma, sabemos que el acto de besar no es algo reciente. Pero, desde un punto de vista biológico, ¿podría haber una razón evolutiva que explique por qué expresamos afecto mediante un beso? Un estudio reciente de la Universidad de Warwick, publicado en Evolutionary Anthropology, plantea una teoría interesante relacionada con el acicalamiento en algunos primates.

Besos y cultura: una conducta natural con normas sociales

De todos los gestos que realizamos, probablemente el beso sea el que tiene un mayor significado emocional y memoria en nuestra vida. A diferencia de otros saludos, todos recordamos bien nuestro primer beso. Sin embargo, aunque es una acción universal, cada cultura ha establecido sus propios límites y significados.

Por ejemplo, en la antigua Roma, los diferentes tipos de besos reflejaban el vínculo entre las personas: un beso apasionado se llamaba savium, mientras que el beso en la mejilla, más familiar, se denominaba osculum. En la actualidad, en Europa, los dos besos en la mejilla son comunes en encuentros entre hombres y mujeres o entre mujeres, pero no tanto entre hombres, por razones sociales.

Pese a estas diferencias, los científicos encontraron un elemento común en todas las culturas: los besos regulan nuestras relaciones sociales. Como explica el estudio:

El beso contiene un significado biológico profundo que trasciende culturas, sugiriendo un origen evolutivo anterior a las propias convenciones culturales.

Besar y acicalar: pistas de nuestros antepasados

A lo largo del tiempo, diversas investigaciones han tratado de comprender el origen del beso. Una teoría sostiene que besar es una manera de «olfatear» para inspeccionar socialmente, mientras que otros estudios sugieren que es un comportamiento derivado de la lactancia, por la similitud de los gestos.

Sin embargo, estas teorías no consideran suficientemente el contexto social del beso, que suele reservarse para momentos y personas muy concretas, como señalan los autores del estudio.

Buscando respuestas, los investigadores observaron a otros primates, específicamente en sus rituales de acicalamiento, esenciales para los lazos sociales y la higiene. No solo eliminan parásitos del pelaje, sino que fortalecen los vínculos grupales. Y, en este proceso, los científicos notaron algo peculiar en la forma en que lo finalizan.

Besar y acicalar: pistas de nuestros antepasados
Un chimpancé (Pan troglodytes) limpia y cuida el pelaje de su compañero.

Según el estudio, al terminar el acicalado, «el primate toca a su compañero con los labios y succiona para extraer algún parásito o suciedad”. ¿No suena familiar?

Los humanos ya no necesitamos acicalarnos, puesto que la pérdida de pelaje a lo largo de la evolución ha hecho innecesaria esta práctica. Sin embargo, lo que parece haber persistido es el gesto de sellar ese vínculo con el contacto boca a boca, similar al beso humano y que, hasta ahora, no ha encontrado otro paralelismo en el reino animal tan cercano.

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