Magnus Soderlund, profesor de la Escuela de Economía de Estocolmo (Suecia), en medio de un programa transmitido por la televisión local, en el que se trataba un tema relacionado con el “alimento del futuro”, ha lanzado una propuesta que ha hecho levantar las cejas a muchos. Se trata de la posibilidad de comer carne humana para salvar el planeta de los efectos del cambio climático.
Soderlund comentó sobre su disponibilidad para organizar seminarios centrados en la necesidad de recurrir al canibalismo para frenar el calentamiento global. Explica además que alimentarnos con cadáveres humanos en vez de consumir carnes y verduras podría resolver definitivamente los problemas medioambientales, pues esta práctica reemplazaría a la industria agrícola y cárnica que, según indican muchos ecologistas, son las principales responsables del cambio climático.
De igual forma, dijo que dentro de las mayores dificultades para desarrollar su propuesta están aquellos tabús culturales asociados a los cadáveres humanos, dado que muchas personas perciben la idea de comer carne humana como contaminarse del difunto.
Este docente y economista sueco, que además ha trabajado en el campo del comportamiento del consumidor, aceptó también que la sociedad moderna es “ligeramente conservadora” al momento de consumir alimentos poco comunes, como los cadáveres humanos. El programa de TV, que fue transmitido el pasado 3 de septiembre, fue ambientada con una imagen de fondo que mostraba unas manos clavadas con tenedores.
Sobre el canibalismo humano
Se sabe que los humanos practican el canibalismo, como algunas tribus en Papúa Nueva Guinea, que cocinan y comen a los muertos como ofrenda a los dioses o como manera de obtener la fuerza y el valor del guerrero enemigo.
Un paleontólogo francés también ha encontrado evidencia de canibalismo en los huesos de neandertales de 100.000 años de antigüedad.
Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la práctica del canibalismo entre los humanos aumenta el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por la sangre como la hepatitis o el ébola.