Imagina esta situación: tu vecino te acusa de robar algo. No lo hiciste. Pero tu vecino no te cree y no para de acusarte. Mientras lo hace, otros vecinos se acercan y comienzan a ver cómo se desarrolla la confrontación.
¿Cómo reaccionarías ante una falsa acusación? Seguramente te enojarías. Pero aunque tu enojo sea justificable, también aumentaría las probabilidades de que tus vecinos piensen que eres culpable.
Esa es la conclusión clave de una nueva investigación publicada en Psychological Science llamada “Anger Damns the Innocent” (“La ira condena al inocente”). Los hallazgos son paradójicos: estar enojado tiende a hacer que el acusado parezca culpable, pero su enojo suele ser una señal de que es inocente.
¿Por qué es ese el caso? El estudio señaló que buscamos las emociones de los demás para comprender las situaciones sociales. Eso es particularmente cierto a la hora de decidir si debemos confiar en alguien.
Por ejemplo, investigaciones anteriores muestran que las personas usan la confiabilidad para emitir juicios sobre si alguien es culpable. Además, los estudios también han encontrado que la ira puede hacer que las personas parezcan menos confiables. Con estos dos hallazgos en mente, los investigadores propusieron:
… que cuando los perceptores son alertados de la ira de un sospechoso, los perceptores tienden a encontrar al sospechoso poco confiable, lo que provoca un juicio de culpabilidad. Los perceptores pueden incluso interpretar la ira mostrada por un sospechoso como un intento inauténtico de parecer inocente fingiendo indignación moral. Esto explicaría además por qué los perceptores consideran culpable a un sospechoso enojado a través de las percepciones de (in) autenticidad.
Ante una acusación falsa , mantén la calma… pero no calles
En seis estudios, los investigadores exploraron cómo los laicos y los expertos emiten juicios de culpabilidad cuando la persona acusada está enojada. En una serie de estudios, los participantes vieron clips de personas acusadas de delitos menores que defendían su caso en un programa de televisión en la sala de audiencias llamado Judge Faith. Los resultados mostraron que los participantes eran más propensos a calificar a los acusados enojados como culpables.
En otro estudio, los participantes leyeron sobre una persona ficticia llamada Andrew Smith que fue acusada de cometer un robo a mano armada. El estudio incluyó cuatro versiones de la reacción de Smith a las acusaciones durante su testimonio hipotético: enojado, tranquilo, silencioso e irritado. Para la condición de silencio, los participantes leyeron que Smith había invocado la Quinta Enmienda. Las otras condiciones incluyeron extractos como:
- Calma: “Realmente no puedo creer que me acusen de este crimen”.
- Irritado: “Me irrita que me acusen de este crimen”.
- Enojado: “¡Estoy tan jodidamente indignado de que me acusen de este crimen!”
Los participantes calificaron a Smith como el más culpable cuando estaba en silencio. Más allá de eso, estar enojado hizo que Smith pareciera el más culpable, mientras que estar irritado lo hizo parecer más culpable que estar tranquilo.
En un experimento similar, los participantes leyeron uno de los dos escenarios ficticios que involucran a un hombre llamado Nathan. En ambos, había sido razonablemente acusado, pero no necesariamente culpable, de engañar a su novia o de robarle dinero a su empleador.
Los participantes fueron asignados al azar para leer una reacción de enojo o calma. La condición de enojo era: Nathan levanta la voz y niega con enojo su responsabilidad, gritando: “¡Estoy tan enojado que crees que haría esto!’”; La calma: Nathan niega tranquilamente su responsabilidad, diciendo: “Realmente no puedo creer que pienses que yo haría esto”. Nuevamente, los participantes calificaron la respuesta de enojo como más culpable.
¿Son solo los laicos quienes ven la ira como un signo de culpa? Para probar esa idea, los investigadores llevaron a cabo un estudio similar al anterior, pero sus participantes eran profesionales que regularmente tienen que hacer juicios consecuentes sobre la culpa de otros, como los investigadores de fraude y los auditores.
Ellos también calificaron la respuesta airada como más culpable. Curiosamente, los expertos también consideraron que permanecer en silencio era un indicador de culpa.
Los falsamente acusados están más enojados
Cuando alguien reacciona con enojo a una acusación, otros generalmente ven a esa persona como culpable. Pero, ¿es la ira realmente un signo de culpa?
Para probar esa pregunta, los investigadores pidieron a otro grupo de participantes que completaran una de dos tareas, las cuales implicaban editar texto. Una tarea era simple, la otra difícil. A todos los participantes se les dijo que se les pagaría por completar la tarea.
Una vez que los participantes terminaron la tarea, los investigadores los acusaron de hacerlo incorrectamente y, por lo tanto, no recibirían un pago de bonificación. Esto representó una acusación falsa para los participantes que completaron la tarea simple, la mayoría de los cuales lo habían hecho correctamente. Mientras tanto, los participantes asignados a la difícil tarea generalmente cometieron errores, por lo que las acusaciones fueron en su mayoría precisas.
Posteriormente, los investigadores preguntaron a ambos grupos qué tan enojados se sentían. Los resultados mostraron que aquellos que fueron acusados falsamente reportaron sentimientos de ira significativamente más altos que aquellos que fueron acusados legítimamente.
Los humanos somos terribles detectores de mentiras
En general, los resultados destacan cómo la mayoría de las personas simplemente no son buenos detectores de mentiras. Es un déficit que probablemente contribuya no solo a los conflictos interpersonales sino también a las falsas condenas penales.
Los investigadores dijeron que sus hallazgos agregan información importante al campo de la detección del engaño, mostrando que la ira no es un signo de culpa sino de inocencia.
Esto es particularmente importante porque la mayoría de las investigaciones sobre las señales emocionales del engaño encuentran poca o ninguna asociación entre otras emociones discretas y la culpa. Si bien los estudios sobre la psicología de la ira postulan que la información social que retrata es que hay alguien más a quien culpar, encontramos que la ira en este contexto (mal) retrata lo opuesto a los demás: la culpa.
El estudio concluye:
Hay muchas razones para enojarnos cuando se nos acusa de un delito, pero quizás ninguna tan fuerte como la creencia de que uno ha sido acusado falsamente.