La manifestación paranormal de un poltergeist mejor documentada de Inglaterra está en la 284 Green Street de Enfield, en el norte de Londres. El término “Poltergeist” proviene de la voz alemana poltern, que significa hacer ruido y geist, fantasma.
Ruidos extraños, objetos volando, muebles moviéndose y levitaciones fueron presenciadas durante al menos año y medio por Peggy Hodgson, sus hijas y otras 30 personas. Desde el verano de 1977, la actividad fue documentada por vecinos, investigadores y periodistas.
Todo apuntó a las pequeñas de 11 años, Janet y Margaret Hodgson, quienes fungieron como canal para una extraña voz de timbre grave. Tres testigos presenciales del incidente conocido como el “poltergeist de Enfield”, se reencontraron para la BBC. Un recuento de lo ocurrido en aquel entonces resultó de sus testimonios de primera mano, más otras documentaciones originales.
La madre
Peggy Hodgson notó que la cómoda del cuarto de sus hijos se movía. Ese fue el inicio de todo, aquella noche del 31 de agosto de 1977. Sin creer lo que veía, la mujer aseguró haber empujado el mueble. “La tercera vez no pude moverlo”, quedó registrado en una entrevista grabada.
Asustada, Hodgson llamó a su vecino cuando unos extraños ruidos, acompañados de repetidos golpes, siguieron a aquel misterioso hecho.
El vecino
Para Vic Nottingham no había una explicación clara para los golpes que escuchó apenas entró por la puerta principal de la casa y recorría el lugar. “Al final solo había una cosa por hacer: llamar a la policía”, dijo el hombre tras inspeccionar todo el inmueble, aún sin entender lo que sucedía.
El policía
La primera en responder al llamado de emergencia fue la oficial de policía Carolyn Heeps, quien aseguró haber visto una silla que se levantó al menos media pulgada del piso y se movió de tres a cuatro pies hacia la derecha. Simplemente la silla se deslizó por la habitación sin ningún tipo de explicación. La funcionaria policial tampoco supo cómo proceder.
El fotógrafo de prensa
Mientras laboraba para el Daily Mirror, el reportero gráfico Graham Morris, recibió una llamada en el medio de comunicación, por lo que fue enviado a la residencia de los Hodgson para documentar el extraño suceso que, por lo que recuerda, le cambiaría la vida.
El hombre se percató que las cosas extrañas sucedían en presencia de los niños.
Dormidos, los niños eran llevados en brazos desde la habitación, mientras Morris observaba desde la oscuridad de la cocina. Repentinamente, los objetos se levantaron en el aire y empezaron a volar por el cuarto. “La última en entrar fue Janet”, recordó el hombre al asegurar que fue golpeado en el ojo por un cubo de Lego.
El fotoperiodista se colocó en una esquina para observar a todos los presentes. “Ninguno de ellos estaba haciendo nada”, dijo, muy seguro de que las cosas no fueron lanzadas por otros. El momento de una levitación de Janet fue registrada en una secuencia de fotografías tomada por Morris.
En la imagen, la niña parece haberse elevado por el aire, “volando por la habitación”, desde una posición boca abajo.
El investigador psíquico
La persona que dirigió la exploración paranormal fue Maurice Grosse, de la Sociedad para la Investigación Psíquica. Unas canicas que se movían de un lugar a otro, fue parte de lo descrito por el investigador en ese momento. “Vi la puerta moverse sin ayuda, también experimenté la reducción de la temperatura”, dijo en una entrevista.
Grosse finalmente confrontó la presencia paranormal en noviembre de 1977. Estando en la sala de estar le preguntó “¿Estás jugando conmigo?” y le arrojó una caja de cartón y una almohada al rostro.
La reportera de radio de la BBC
La historia de aquel misterioso suceso fue cubierta para BBC Radio por Rosalind Morris. Luego que las niñas se durmieran, “se produjo un estrepitoso ruido arriba en su habitación”, relató la reportera sobre una vigilia nocturna en la residencia junto con Maurice Grosse.
Al subir las escaleras, Morris notó que algo había desplazado una silla a lo largo de casi 3 metros, de un lado a otro de la habitación. En su reporte aseguró que “algo arrojó la silla al otro lado de la habitación, estoy convencida de eso”, dijo al descartar la participación de las niñas, que permanecían en la cama.
El abogado
Richard Grosse es el hijo del investigador psíquico Maurice Grosse. Recién titulado como abogado, participó en el interrogatorio que su padre practicó al poltergeist de Enfield. Es tal vez el único representante de la Sociedad de Derecho Inglesa que haya entrevistado a un fantasma.
“Durante el desayuno, mi padre tocaba una cinta, comenzaban con ruidos y golpes”, recordó Grosse sobre su rutina de aquellos días. Posteriormente, los golpes fueron en respuesta a preguntas. Las respuestas luego fueron voces y Grosse era el mediador.
El fantasma
Se escuchaba una voz masculina, muy ronca, siempre en presencia de los niños y sobre todo detrás de Janet Hodgson, quien aseguró que oía como la voz parecía emanar de la parte trasera de su cuello.
Como Bill Wilkins de 72 años, así se identificó la presencia, un antiguo habitante de la casa y que había muerto en el lugar. Richard Grosse lo interrogó sobre las causas de su muerte.
El ente le respondió que murió dormido al sufrir una hemorragia. “Morí en una silla, en la esquina de la planta baja”. “Soy invisible… porque soy un G.H.O.S.T”, deletreó la palabra fantasma en inglés al preguntársele por qué Janet no podía verlo.
La versión de la muerte de Wilkins sentado en la silla, en aquel rincón del recibidor de la residencia fue confirmada posteriormente por su propio hijo Terry.
Las hijas
Pasadas varias décadas de aquellos sucesos, las hijas Janet y Margaret Hodgson contaron en una entrevista su experiencia sobre los hechos que sucedieron en torno a ellas. “Todos estábamos en un estado terrible, muy asustados y cansados”, contó Margaret al asegurar que todo empeoraba con el pasar del tiempo.
Por su parte, Janet manifestó haberse sentido utilizada y abusada. “Hubo levitación, hubo voces… la cortina que se envolvió alrededor de mi cuello, fue muy peligroso”, dijo al advertir una sensación de que el ente podía matarla.
¿Era realmente un poltergeist?
¿Realmente se trató de una experiencia paranormal? ¿A lo mejor todo pudo tratarse del ingenio de algunas personas? Hay quienes pensaron que todo se trató de un invento de los residentes para conseguir una casa mejor. Que habrían aplicado trucos de magia.
Esa teoría conspirativa de la madre soltera que criaba cuatro hijos, fue descartada por la reportera Rosalind Morris, quien aseguró que “tenía una buena casa en lo que a ella respectaba”, y en la que de hecho la señora Hodgson falleció en 2003.
La misma periodista admitió que al inicio intentó descubrir el “engaño” que había de tras de aquellos hechos siniestros, pero que pronto se convenció de la sinceridad de Hodgson, de quien reconocía “estaba muy asustada”.
“Nunca ganaron dinero”, dijo el abogado Richard Grosse para descartar razones financieras. El fotógrafo Graham Morris sostiene que en esa época no existía el “periodismo de cheque”.
También se planteó la teoría de que Janet Hodgson padecía el Síndrome de Tourette, lo que rechazó Richard Grosse al alegar que la voz “hablaba incesantemente durante dos o tres horas”. Incluso su padre Maurice refutó la tesis del ventrílocuo, catalogando de “imposible mantener una voz particularmente grave por tanto tiempo sin dañar la cuerdas vocales”.
“No me importan lo que piensen, se lo que sucedió y sé que fue real”, dijo con firmeza Janet, que además fue víctima del “fantasma”. Los eventos paranormales transcurrieron entre 1977 y 1978, para finalmente cesar el año siguiente.
Una visión espiritual de lo sucedido, que se relaciona con fantasmas y fuerzas extrañas, explica las cosas para Rosalind Morris. Tiene que ver con una teoría de fuerzas interiores que estudia la psicología junguiana.
Esta teoría asume que la energía extraña es generada por “una persona joven con problemas, a menudo en la pubertad”, características que describían la etapa de desarrollo por la que pasaba Janet.
Muchos años después de lo ocurrido, Morris sigue sin saber lo que causó todo aquello. “Solo sé que algo muy raro estaba pasando”, dijo al aclarar que se involucró en el caso para documentar la historia y que el público sacara sus propias conclusiones.
Nadie puede decir con certeza lo que ocurrió durante el verano de 1977 en 284 Green Street de Enfield. Todavía hay quienes piensan que se trató de una puesta en escena bien hecha.
Sin importar su verdadero origen, el caso ha sido objeto de investigación y ha inspirado producciones audiovisuales, que siendo ciertos o ficticios, siguen causando sensación a pesar de paso del tiempo.