Productividad, bienestar, rendimiento, etc. Son muchas las cuestiones a tener en consideración a la hora de dar forma al entorno de trabajo perfecto. No obstante, de nada sirven ninguna de ellas si no tenemos claros algunos conceptos. Conceptos que pueden llevarnos a comprender como la forma en la que interaccionamos en nuestro trabajo puede influir en nuestra felicidad y en el rendimiento profesional. A continuación, desvelamos algunas claves para dar forma al entorno de trabajo ideal.
¿Qué es el entorno de trabajo? Tips y consejos
Hablar del entorno laboral es hacerlo del espacio en el que una persona lleva a cabo su trabajo. Una oficina, la calle, un vehículo o incluso un escritorio en nuestra propia casa. La variedad de posibilidades a nuestra disposición resulta tan amplia como el propio mercado laboral.
Eso sí, conviene tener en cuenta que el entorno de trabajo no sólo hace referencia a aspectos eminentemente físicos. No en vano, nuestra propia relación con los compañeros, la gestión de la cadena de mando o la presión existente también afectan a nuestro desempeño laboral. Algo que nos lleva a dar forma a una ecuación bastante más compleja de lo que cabría esperar inicialmente.
Las mejores herramientas
Atendiendo a cuestiones físicas, contar con las mejores herramientas de trabajo es vital a la hora de desempeñar cualquier tarea. Y ello implica un amplio abanico de cuestiones que van a oscilar en función del puesto de trabajo. Y es que, por poner algún ejemplo, disponer del mejor escritorio y de unas sillas de oficina ergonómicas y cómodas resulta fundamental para cualquier persona que se pase las horas frente a la pantalla. Todo ello con independencia de si se trata de un oficinista, un redactor de contenidos o un gamer.
Cuestión de espacio, colaboración y conciliación
Atendiendo a lo no tan tangible, un entorno de trabajo será mejor, más sano y productivo en tanto en cuanto fomente las relaciones colaborativas entre los propios trabajadores y sus superiores al mando. Algo a lo que ayuda el hecho de contar con espacios de trabajo amplios y ordenados. No en vano, el desorden es una distracción mayúscula y una de las principales causas de estrés en el trabajo.
Tampoco está demás disponer de salas de ocio, descanso o cafeterías, donde poder desconectar, o fomentar la comunicación entre compañeros, cuando la carga de trabajo nos acaba sobrepasando. Amén de servir como extensiones de nuestro propio hogar. Y es que, más allá de fomentar la creatividad, el espacio de trabajo es uno de los entornos más destacables en nuestra propia rutina diaria. Resultando igualmente recomendable facilitar la conciliación de la vida familiar y profesional.
Luz, ruido y tranquilidad
Y si el orden o el espacio resultan importantes a la hora de dar forma a un espacio laboral sano, confortable y productivo, la iluminación y el ruido son igualmente vitales. No en vano, una iluminación inadecuada puede afectar tanto física como mentalmente a los trabajadores. Resultando recomendable reforzarla con luz artificial o colores vivos cuando sea necesario.
En el caso del ruido ocurre algo parecido. Y es que los sonido fuertes y estridentes o los entornos estresantes, acústicamente hablando, suelen ser todo un escollo, una fuente de malas vibraciones y un lastre para la propia productividad de la empresa. Y es que, como suele decir el dicho: «mucho ruido y pocas nueces»