La comida en el espacio sabe mal y la ciencia tiene una explicación

Desvelando el misterio del sabor insípido en la comida espacial.

Pasar tiempo en el espacio afecta a los astronautas de diversas maneras . Algunos de los riesgos asociados con los vuelos espaciales son bastante serios, mientras que otros resultan más extraños o peculiares. Uno de estos efectos intermedios es que la comida en el espacio suele perder sabor, volviéndose menos apetecible.





Este fenómeno tan particular puede llegar a ser un problema considerable, ya que algunos astronautas tienen dificultades para obtener la nutrición adecuada. Esto ha motivado a un grupo de científicos especializados en alimentos de Australia y los Países Bajos a investigar las posibles razones detrás de este hecho.

Un estudio reciente realizado por estos investigadores propone que la razón detrás de la pérdida de sabor podría no estar relacionada con el hecho de estar en órbita, sino con la incomodidad y el aislamiento que experimentan los astronautas.

Estudios anteriores sugerían que el problema podría deberse a cambios en la distribución de los fluidos corporales, un efecto provocado por la ingravidez, que puede causar hinchazón en la cara, la cual desaparece cuando el cuerpo se adapta a su nuevo entorno.

No obstante, algunos astronautas han reportado que sus dificultades con la alimentación persisten incluso después de que los efectos del cambio en los fluidos se han mitigado.

Grace Loke, una científica de alimentos de la Universidad RMIT en Australia, y su equipo, enfocaron su investigación en cómo el ambiente y el estado mental pueden influir en la percepción de los aromas, un factor clave en la atracción que sentimos por los alimentos.

Los hallazgos indican que al menos algunos aromas se perciben de manera diferente dependiendo del entorno, aunque no de la manera que los investigadores habían anticipado.

Según explica Julia Low, autora principal del estudio y científica en comportamiento sensorial y alimentario en RMIT:

Uno de los objetivos a largo plazo de esta investigación es desarrollar alimentos que se adapten mejor a las necesidades de los astronautas y de otras personas en entornos aislados, con el fin de mejorar su ingesta nutricional cercana al 100 por ciento.

Dada la evidente complejidad de enviar a personas al espacio para realizar estudios, el equipo optó por situar a los participantes en un entorno de realidad virtual diseñado para recrear la experiencia de estar a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS).

Este entorno virtual incluía elementos flotantes para imitar la microgravedad, comenta el equipo, además de «aparatos espaciales instalados para generar una sensación de desorden y confinamiento», junto con ruido de fondo que «reproducía los fuertes sonidos operacionales que se han reportado dentro de la ISS».

realidad virtual para la evaluación de olores
El entorno de realidad virtual para la evaluación de olores, diseñado para simular la experiencia de estar en la Estación Espacial Internacional (Loke et al., International Journal of Food Science + Technology , 2024)

Aunque la idea de que el gusto es subjetivo no es novedosa, el concepto de que un entorno de realidad virtual puede influir en el gusto sí lo es: Loke y su equipo destacan en su artículo que, hasta donde tienen conocimiento, «este es el primer estudio que evidencia variaciones individuales en la percepción olfativa dentro de un entorno de realidad virtual».

Para llevar a cabo el estudio, los científicos ofrecieron a los participantes muestras de tres aromas distintos: vainilla, almendra y limón. Se les pidió que calificaran la intensidad de cada aroma en una escala del 1 al 5, primero en una habitación normal y luego en el entorno simulado de la Estación Espacial Internacional.

De manera interesante, los participantes reportaron que, aunque el olor a limón se percibía igual en ambos entornos, los otros dos aromas parecían más intensos en la simulación de la Estación Espacial Internacional. Los investigadores sospechan que el benzaldehído, un compuesto aromático volátil presente tanto en la almendra como en la vainilla, pero no en el limón, podría ser el factor determinante.

Aunque el estudio no necesariamente resuelve por qué los sentidos del gusto y olfato de los astronautas permanecen apagados incluso después de que desaparece el cambio en los fluidos corporales, sí apoya la hipótesis de que la percepción del olor es influenciada por el contexto.

Asimismo, el estudio sugiere posibles soluciones para mitigar este problema: como indican los autores, «Quizás ciertos compuestos volátiles que comparten perfiles de olor similares (por ejemplo, dulce) son más propensos a ser afectados por el contexto en comparación con otros».

Si esto es cierto, identificar compuestos que mantengan su atractivo en entornos como la ISS (o que incluso se vuelvan más atractivos) podría ser clave para diseñar dietas más adecuadas para los astronautas.

Los hallazgos de este estudio también podrían tener aplicaciones aquí en la Tierra.

«Este estudio podría ser útil para personalizar las dietas de personas en situaciones de aislamiento social, como en hogares de ancianos, y mejorar su ingesta nutricional», afirma Low.

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