La Comunidad Valenciana ha sufrido a lo largo de su historia graves episodios de inundaciones, y el más reciente se ha producido en octubre de 2024, cuando el paso de una DANA afectó duramente a localidades como Paiporta, Picanya y Torrent, dejando tras de sí un paisaje urbano dominado por el agua, barro, y restos de destrucción. No obstante, la capital, Valencia, ha resistido los efectos devastadores de las lluvias torrenciales.
El motivo por el que Valencia ha logrado soportar el embate de las lluvias torrenciales radica en su planificación urbanística, desarrollada a mediados del siglo pasado. Durante la segunda etapa del franquismo, España experimentó una reestructuración económica tras la crisis de posguerra, y una de las necesidades de la época fue preparar las grandes urbes para una vida moderna y segura.
A los problemas generados por la autarquía de los años anteriores se sumó la tragedia ocurrida el 14 de octubre de 1957, cuando el río Turia se desbordó e inundó gran parte de la ciudad, provocando más de 80 muertes y enormes daños materiales. Tras esta tragedia, se hizo evidente la necesidad de actuar: tanto las autoridades locales como nacionales estaban obligadas a crear un plan para evitar que la población valenciana reviviera una catástrofe similar.
El Plan Sur: desviación del Turia para proteger Valencia
A raíz de la riada de 1957, el gobierno de Francisco Franco, que en aquella década incorporó a numerosos técnicos y profesionales, planteó varias alternativas para reducir en el futuro el impacto de las Depresiones Aisladas en Niveles Altos (DANAS, anteriormente llamadas «gotas frías»).
Las tres opciones contemplaban la desviación del río Turia en su paso por Valencia, y el trazado actual de la ciudad revela la decisión final: a pesar de ser la alternativa más costosa, en 1958, el Consejo de Ministros aprobó el Plan Sur. Este ambicioso proyecto fue financiado con la venta obligatoria de sellos postales y ha protegido a Valencia durante décadas de fenómenos meteorológicos extremos.
Para llevar a cabo esta obra, se excavó un nuevo cauce que va desde Cuart de Poblet hasta el norte de Pinedo y se instaló una especie de barrera para redirigir el cauce natural del Turia hacia una construcción de hormigón con paredes inclinadas. La obra, compleja y pionera en su época, finalizó en diciembre de 1969 y es considerada una de las mayores hazañas de la ingeniería civil en España.
Un cauce entre el desastre y la seguridad
Los especialistas coinciden en que, sin el Plan Sur, los efectos de la DANA de 2024 en Valencia habrían sido devastadores. De hecho, Federico Bonet Zapater, Consejero Territorial en Valencia del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, explicó a la BBC que su vivienda se encuentra a solo 500 metros de esta infraestructura, en la parte de la capital, y que allí «todo está en orden».
Hoy, el contraste entre ambos lados del cauce es evidente, comentó Bonet. Es precisamente el recorrido de este río el que separa Valencia de municipios como Torrent y Paiporta, considerados el epicentro de las inundaciones. Además, otro factor orográfico contribuyó a las graves consecuencias de las lluvias: el barranco del Poyo.
Este barranco, situado entre los ríos Júcar y Turia, es endorreico (no desemboca en el mar) y suele estar seco, pero debido a la intensidad de las lluvias, su caudal alcanzó en pocas horas cuatro veces el volumen del río Ebro, llegando a 2.228,9 metros cúbicos por segundo.
El problema real es que desde hace décadas su cauce ha sido ocupado por huertos, fábricas y viviendas, lo que ha convertido lo sucedido el pasado 29 de octubre en un desastre tan impactante como predecible.