Un lunes tormentoso de marzo de 1827, Ludwig von Beethoven, el afamado compositor alemán, sucumbió a una enfermedad que lo aquejaba desde hacía tiempo. Postrado en su lecho desde la pasada Navidad, sufría de ictericia, extremidades y abdomen inflamados, y cada aliento que tomaba representaba un desafío.
Mientras sus allegados se ocupaban de organizar sus objetos personales, hallaron un documento que Beethoven había redactado veinticinco años atrás: un testamento en el que rogaba a sus hermanos que revelaran al mundo los pormenores de su padecimiento.
Hoy en día, es de conocimiento general que uno de los más grandes músicos que haya existido padecía de sordera funcional alrededor de sus 40 años. Beethoven ansiaba que el mundo comprendiera esta triste ironía, no solo desde un punto de vista personal, sino también médico.
Aunque el compositor vivió casi veinte años más que su médico, fue casi doscientos años después de su fallecimiento cuando un grupo de investigadores decidió cumplir con su testamento de una forma impensable para él: examinando genéticamente el ADN en muestras auténticas de su cabello.
Como explica el bioquímico Johannes Krause, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania:
El propósito principal de nuestro estudio era esclarecer los problemas de salud que Beethoven enfrentó, incluida la pérdida de audición progresiva que comenzó entre los 20 y los 30 años y que lo condujo a la sordera funcional en 1818.
La causa principal de su pérdida auditiva nunca se ha descubierto, ni siquiera por su médico personal, el Dr. Johann Adam Schmidt. Lo que empezó como tinnitus a los 20 años se fue transformando en una menor tolerancia a los sonidos intensos y, finalmente, en una pérdida de audición en las frecuencias más altas, lo que truncó su carrera como intérprete.
Para un músico , nada podría ser más irónico. En una carta dirigida a sus hermanos, Beethoven admitió que estaba «desesperadamente afligido», hasta el punto de contemplar el suicidio.
No solo tuvo que enfrentarse a la pérdida de audición en su vida adulta, el compositor también experimentó otros problemas de salud. Se cuenta que, al menos desde los 22 años, padeció intensos dolores abdominales y episodios constantes de diarrea.
Media década antes de su fallecimiento, comenzaron a manifestarse los primeros síntomas de una afección hepática, enfermedad que se piensa que contribuyó, al menos parcialmente, a su muerte a la temprana edad de 56 años.
En 2007, un estudio forense realizado en un mechón que se creía perteneciente al cabello de Beethoven sugirió que la intoxicación por plomo podría haber acelerado su deceso, si no haber sido la causa principal de los síntomas que le arrebataron la vida.
Teniendo en cuenta la costumbre de beber en recipientes de plomo y los tratamientos médicos de aquel tiempo que incluían el uso de plomo, este hallazgo no resulta sorprendente.
No obstante, la investigación más reciente desmiente esa teoría y revela que ese cabello, en realidad, no pertenecía a Beethoven, sino a una mujer desconocida.
Aún más relevante, diversos mechones, cuya procedencia es mucho más probable que sean del propio compositor, indican que su fallecimiento fue posiblemente producto de una infección de hepatitis B, agravada por su consumo de alcohol y múltiples factores de riesgo asociados a enfermedades hepáticas.
¿Y qué hay de sus otras dolencias?
Según Krause:
No logramos hallar una causa concreta para la sordera o los trastornos gastrointestinales de Beethoven.
De alguna forma, aún persisten numerosas interrogantes sobre la vida y muerte del célebre compositor clásico. ¿Dónde contrajo la hepatitis? ¿Cómo fue que un mechón de cabello de mujer se hizo pasar por perteneciente a Beethoven durante siglos? ¿Cuál era la razón de sus padecimientos estomacales y pérdida de audición?
Considerando que el equipo se motivó por el deseo de Beethoven de que el mundo comprendiera su pérdida de audición, el resultado es desafortunado. No obstante, había otra sorpresa oculta en sus genes.
Investigaciones adicionales, que comparan el cromosoma Y en las muestras de cabello con el de los parientes actuales descendientes de la línea paterna de Beethoven, señalan una discrepancia. Parece que existieron algunos enredos amorosos fuera del matrimonio en las generaciones previas al nacimiento del compositor.
Tristan Begg, un antropólogo biológico actualmente en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, señaló:
Este descubrimiento sugiere un evento de paternidad fuera de la pareja en su línea paterna entre la concepción de Hendrik van Beethoven en Kampenhout, Bélgica, alrededor de 1572, y la concepción de Ludwig van Beethoven siete generaciones más tarde, en 1770, en Bonn, Alemania.
Tal vez todo esto sea mucho más de lo que un Beethoven más joven hubiera imaginado, tomando en cuenta la petición trascendental que dejó plasmada por escrito. Jamás habría soñado con los misterios que se conservarían cuando sus amigos y colaboradores le cortaron el cabello después de aquella oscura y tormentosa noche de lunes de 1827.
Este estudio fue publicado en la revista Current Biology .
