Cuando el cirujano plástico Maxwell Maltz publicó su famoso libro Psycho-Cybernetics en 1960, difundió una idea equivocada: formar un hábito nuevo toma solamente 21 días.
La afirmación se originó a partir de las observaciones que Maltz hizo sobre cuánto tiempo tomaba a sus pacientes adaptarse a sus rostros reconstruidos. A pesar de no estar relacionado directamente con cambios de comportamiento, muchos seguimos creyendo que en pocas semanas podemos implementar modificaciones menores pero significativas en nuestra vida cotidiana .
Investigadores de Caltech, la Universidad de Chicago y la Universidad de Pensilvania han cuestionado esta noción analizando datos de más de 30.000 asistentes al gimnasio y más de 3.000 empleados hospitalarios que se lavaron las manos millones de veces en total.
Utilizando técnicas de aprendizaje automático, los investigadores examinaron cuándo los comportamientos de las personas se volvieron predecibles y, por lo tanto, habituales. Descubrieron que algunos hábitos llevan más tiempo en desarrollarse que otros. Por ejemplo, establecer una rutina de ejercicio lleva en promedio cerca de seis meses.
En su estudio publicado en PNAS , el equipo de científicos del comportamiento, dirigido por Colin Camerer en Caltech, explica:
En lugar de creer en un ‘número mágico’ de días para crear un hábito, descubrimos que adquirir el hábito de ir al gimnasio lleva meses, mientras que desarrollar el hábito de lavarse las manos en el hospital toma semanas.
Entender los hábitos, cómo crearlos y cómo romperlos, es de gran interés para los psicólogos. Los hábitos, buenos o malos, pueden tener un impacto considerable en nuestra salud y bienestar.
Esta nueva investigación es uno de los pocos estudios que han investigado la velocidad con la que las personas forman hábitos en entornos del mundo real, fuera del ámbito controlado de los laboratorios de psicología.
Un estudio innovador de 2009 determinó que las personas tardaron alrededor de dos meses en establecer un hábito vinculado a una señal diaria. Sin embargo, hubo una gran variación entre los voluntarios: a algunos les tomó entre 18 y 254 días sentir que su nuevo hábito se había vuelto automático.
A diferencia de esos estudios basados en encuestas, este nuevo estudio analizó datos de registros de visitas al gimnasio y prácticas de lavado de manos para observar cuándo los comportamientos se volvieron predecibles.
Los datos contenían información que permitió a los investigadores analizar ciertas variables, como la hora del día o el día de la semana. La científica del comportamiento Anastasia Buyalskaya explica:
Con el aprendizaje automático, podemos observar cientos de variables contextuales que pueden predecir la realización del comportamiento.
Los resultados mostraron que mantener cierta flexibilidad en una rutina de ejercicios es clave, así como también la consistencia.
En cuanto a mantener el nuevo hábito de ejercicio, el modelo sugiere que tomó entre cuatro y siete meses, lo cual es mucho más tiempo de lo que indicaban estudios anteriores. Por otro lado, solo pasaron unas semanas antes de que los empleados de la salud comenzaran a lavarse las manos de manera rutinaria.
Esto demuestra que establecer un nuevo hábito realmente varía según la persona, el comportamiento en sí, el tiempo y el esfuerzo requeridos, y la señal que lo desencadena.
Hay quienes llegan al extremo de dormir con su ropa deportiva puesta para facilitar el ejercicio matutino planeado. Pero para la mayoría, con tiempo y repetición, los hábitos se formarán paulatinamente, siempre y cuando se encuentre la motivación adecuada.