Imagina que te encuentras en un restaurante y acabas de disfrutar de un plato muy abundante. Con una sensación de llenura notable y la sensación de que tu ropa se ha ajustado un poco, piensas que sería imposible comer algo más, hasta que de repente llega el carrito de postres y sientes que tu apetito ha vuelto. ¿Cómo es posible que la simple visión de un dulce despierte un nuevo espacio en tu estómago?
Len Epstein, profesor distinguido de pediatría de SUNY y líder de la División de Medicina Conductual en la Facultad de Medicina y Ciencias Biomédicas Jacobs de la Universidad de Buffalo en Nueva York, nos brinda la respuesta: la clave está en la diversidad. Y explica:
Un factor por el cual las personas dejan de comer es que se aburren del alimento; ya lo han degustado y no hay más incentivo. Conocen exactamente cómo es su sabor. Pero si presentas un nuevo gusto, aroma o incluso textura, es sencillo sobrepasar esa sensación de ‘Vaya, estoy lleno’.
A este fenómeno se le conoce como saciedad sensorial específica, que ocurre cuando una persona pierde interés en un alimento específico después de haberlo consumido varias veces, mientras que un alimento novedoso puede resultar más tentador.
Por ejemplo, en un experimento realizado en 2011 bajo la dirección de Epstein, a 32 mujeres se les asignó comer macarrones con queso cinco veces en una semana o una vez por semana durante cinco semanas. Los investigadores descubrieron que aquellas mujeres que consumieron macarrones con queso todos los días ingirieron menos que las que lo hicieron una vez a la semana.
Sin embargo, en otra investigación llevada a cabo en 2013 , Epstein dividió a 31 niños en tres grupos: uno que comió los mismos macarrones con queso durante cinco días, otro que degustó distintas marcas de macarrones con queso y un último grupo que consumió una variedad de alimentos ricos en energía, como nuggets de pollo y hamburguesas con queso. Los niños que tenían varias opciones consumieron considerablemente más que aquellos a los que solo se les ofreció macarrones con queso. Este patrón se repite cuando las personas son expuestas a postres dulces tras una comida salada, según Epstein, o si estaban comiendo en un buffet con una amplia variedad de platos. Y agrega que:
Es posible seguir introduciendo nuevos alimentos y conseguir que la gente continúe comiendo hasta que realmente no puedan más. Pero esa es una de las razones por las cuales las personas comen más de lo que requieren.
Algunos expertos sugieren que este anhelo de diversidad es una adaptación evolutiva que las personas han desarrollado para obtener nutrientes esenciales, como vitaminas y proteínas, de diferentes grupos de alimentos.
Barbara Rolls , directora del Laboratorio para el Estudio del Comportamiento Ingestivo Humano de Penn State, afirma que:
A largo plazo, necesitamos un buen mix de nutrientes. Ahora, donde nos afecta negativamente es con la amplia variedad de porciones grandes de alimentos altos en calorías que tenemos a nuestra disposición. La variedad incentiva el consumo excesivo y, por lo tanto, puede contribuir potencialmente a la obesidad.
Cuando una persona consume un postre dulce, también recibe una dosis de dopamina, un químico cerebral asociado con sensaciones de recompensa y placer. Esto es lo que constituye un antojo, y puede hacer que sea más probable que busques una porción de tarta al final de una comida abundante.
Si estás intentando limitar tus raciones de comida «tentadora» después de la cena, hay varias formas de aprovechar la saciedad sensorial específica a tu favor, según Rolls. Por ejemplo, puedes mantener otros alimentos dulces, como las frutas, para seguir introduciendo diversidad en tu dieta , pero de una manera más saludable.
Lo que deberías hacer… es mantener a la mano una buena variedad de alimentos saludables, bajos en calorías [densos] y ricos en nutrientes que te gusten, de manera que cuando sientas la necesidad de comer, tengas una buena variedad para elegir.
